Era el 12 de abril de 1784 cuando dos granjeros japoneses que estaban reparando un canal de riego en el arrozal de su señor, encontraron un amontonamiento de piedras que era a todas luces artificial. Lo que apareció al apartarlas -no sin esfuerzo, pues les costó levantar la última, especialmente pesada- resultó ser una pieza tan extraordinaria como antigua y cuyo fulgor deslumbró a los presentes: Kan no Wa no Na no Kokuo, el Sello de Oro del Rey de Na, una espectacular joya de orfebrería regalada a ese reino por el emperador de China y que constituye uno de los bienes culturales nacionales que representa el primer registro textual conocido de Japón como país.
Na es el diminutivo de Nakoku, un estado que estaba situado en la actual prefectura nipona de Fukuoka, en la isla de Shikanoshima (ubicada en una bahía de otra mayor, Kyūshū) y que cronológicamente duró del siglo I al III. Según el Hou Han Shu (Libro de Han Posterior), un texto que escribió el historiador chino Fan Ye en el siglo V d.C. y que pasó a formar un conjunto con otro anterior titulado Libro de Han (siglo II d.C.), en el año 57 d.C. Liu Xiu, el emperador que restauró en China la dinastía Han tras el interludio de los usurpadores Xin -y que pasaría a la posteridad con el nombre de Guangwu-, regaló a Nakoku un sello de oro -similar a los que se hacían de jade- como muestra de su voluntad de entablar relaciones diplomáticas.
Dicha voluntad obedecía a la visita de un emisario japonés que solicitó ayuda para mantener la integridad de Nakoku planteando la posibilidad de que pasase a ser tributario de China y felicitando de paso el Año Nuevo.
No llegó a producirse un intercambio de embajadores, pero el emperador respondió según una arraigada costumbre de los Han: obsequiar con sellos de ese tipo a los soberanos regionales para animarlos a incorporarse como vasallos a los dominios de la dinastía. El Libro de Han posterior lo relata así:
«En el segundo año del período de reinado de jianwu zhongyuan, el estado Na de Wa envió un delegado con un tributo. El enviado se presentó como un alto funcionario. El estado se encuentra en el extremo sur de Wa. Guangwu le otorgó un sello con una borla».
Cabe aclarar que Wa era el nombre con que los japoneses se referían al reino que constituía su país hasta finales del siglo VII d.C. Al parecer era una derivación de un gentilicio que viene a significar algo así como «enano», pues en aquella época circulaba entre chinos y coreanos el tópico de que los nipones eran de estatura baja (algo que, por cierto, se mantuvo hasta el siglo XX). En cualquier caso, Wa es el nombre más antiguo que se conserva de Japón y está documentado por primera vez en el libro chino Shanhai jing («Clásico de las Montañas y los Mares»), cuya datación oscila entre el 300 a.C. y el 250 d.C. Algunos historiadores opinan que quizá Nakoku podría identificarse con Na-no-Agata, el principado que precedió a la ciudad de Fukuoka.
Es el museo de ésta, el Fukuoka-shi Hakubutsukan (inaugurado en 1990), el que conserva el Sello de Oro del Rey de Na como pieza estrella de su colección permanente. Al fin y al cabo, pese a su minúsculo tamaño, se trata de un objeto sobre el que se enseña a todos los escolares japoneses en la asignatura de Historia por su valor patriótico, que se suma al arqueológico y económico.
Este último no sería excesivo, a pesar de que son 108,729 gramos de oro con un 95% de pureza, porque apenas mide 2,2 centímetros de alto por 2,3 de ancho, medidas correspondientes al cun (pulgada china, unidad de longitud tradicional en tiempos de la dinastía Han posterior).
La pieza tiene una base cuadrangular de 2,347 centímetros de lado por 0,887 de
alto, con un pomo en forma de serpiente enroscada en la parte superior (las escamas de su piel están hechas con círculos incisos), mientras que en la inferior está el sello propiamente dicho con cinco caracteres grabados en escritura sigilar o zhuànshū (antiguo estilo caligráfico para sellos establecido a finales de la dinastía Zhou): 漢委奴國王, que se transcribe como “Kan (no) Wa (no) Na (no) Kokuō”. La traducción literal de esta inscripción no resultaría expresiva para un lector actual, ya que usa un circunloquio bastante vago, por lo que debe hacerse de forma un tanto libre: «(sello de) el rey del estado de Na, en Wa, bajo [vasallaje] de los Han«.
Los sellos chinos de ese tipo llevaban también una correa que permitía colgarlos del cuello durante los traslados. La longitud de ésta, junto con el color y la forma de la empuñadura (generalmente animal, como una tortuga para los de mayor nivel o un camello, un conejo o la serpiente del presente caso para los de los territorios periféricos), mostraban el rango que tenía el funcionario que lo usaba.
Como indica la palabra, servían para sellar, a manera de lacre, los documentos: éstos tenían como soporte tablillas de bambú o madera que se ataban con hilo, cuyo nudo se cubría con una bola de arcilla sobre la que se acuñaba el sello para después dejarla secar; quien quisiera leer el texto debía romper la arcilla sellada.
No hay noticias sobre el Sello de Oro del Rey Na después de la reseña del Libro de Han Posterior, por lo que es un misterio cómo y por qué acabó enterrado bajo aquella cobertura de piedras que los campesinos Hideji y Kihei (quién les iba a decir que sus nombres pasarían a la historia) hallaron en el arrozal de su señor (cuyo nombre también ha trascendido, Jimbei) de la bahía de Hakata, en la isla de Shikanoshima. Empezaba así una nueva etapa en la pequeña historia del Kan no Wa no Na no Kokuo.
Remitido al daimyō (señor feudal) junto con un informe titulado Ko-jutsusho, el erudito local Nanmei Kamei lo identificó consultando las fuentes bibliográficas chinas.
Kamei era confucianista y consideró que la pieza demostraba lo ancestral de las relaciones entre China y Japón, lo que levantó ciertas suspicacias entre los seguidores del Kokugaku (un movimiento que enfatizaba el estudio de los clásicos nipones sobre los chinos), quienes insinuaron la posibilidad de que se tratara de una falsificación interesada.
Desde entonces el objeto quedó en poder de los Kuroda, el clan de samuráis que gobernaba el Dominio de Fukuoka Han durante el período Edo. Las investigaciones posteriores en la era Meiji no aclararon nada y se sumaron nuevos motivos para dudar de su autenticidad porque lo normal en los sellos con serpiente era que estuvieran hechos de cobre, no de oro.
Pero en 1956 se descubrió otro sello similar en Yunnan, en el dorado metal precioso, y quedó solventado cualquier recelo, aunque todavía habría algunas objeciones filológicas consideradas marginales.
Para entonces, desde el 20 de marzo de 1954 , ya tenía la calificación de Tesoro Nacional, por el mencionado valor que tenía como testimonio del nacimiento de la nación japonesa. Pasó así, como decíamos al principio, a figurar en los libros escolares, mientras en el lugar del hallazgo las excavaciones arqueológicas terminaban sin resultados y pasaba a convertirse en el Parque Kinin, donde se ha erigido un monumento con unos versos del antiguo historiador chino Guo Moruo. En 1978, la familia Kuroda donó la pieza a la ciudad para su exposición pública en el Museo de Arte de Fukuoka, de donde luego pasó al de la Ciudad de Fukuoka en Momochihama.
Fuentes
Irene M. Muñoz Fernández, El sello de oro del rey de Na: Un ejemplo de la naturaleza de las relaciones diplomáticas en el área de interacción del Mar Amarillo a mediados del s. I (en Boletín del Archivo Epigráfico. Universidad Complutense) | Joshua Fogel, Japanese historiography and the Gold Seal of 57 C.E | Yoka Navi. Fukuoka City Guide | Museo de la Ciudad de Fukuoka | Visit Fukuoka | Wikipedia
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