Manila, la capital de Filipinas, está asentada junto a la desembocadura del río Pásig en la costa oriental de la bahía homónima, uno de los mejores puertos naturales del mundo con una entrada cuyo ancho ronda la veintena de kilómetros y el conjunto se extiende otros cuarenta y ocho. En medio, como una mota en medio de la inmensidad, se perfila la silueta de una fortaleza marina ya desvencijada y cubierta de óxido, que fue protagonista de dos guerras defendiendo el acceso a la bahía: Fort Drum.

Ese acceso está flanqueado en tierra por dos pequeños picos volcánicos tapizados de vegetación y en medio, en el agua, aflora un puñado de islas e islotes, de las que la más grande es Corregidor y que junto a la del Caballo separan la boca de la bahía en dos grandes canales. En el más meridional es donde se sitúa Fort Drum, cimentado sobre una islita -un peñón, más bien- que hoy queda oculta bajo toneladas de hormigón y cañones, originalmente llamada El Fraile.

Como decimos, actualmente resulta imposible vislumbrar el cimiento natural y lo único que se ve es una especie de falsa fortaleza flotante, degradada por décadas de desuso y el saqueo de chatarreros, que desde 2001 está coronada por un pequeño faro de seis metros de altura instalado por la Guardia Costera para facilitar la navegación por el canal sur de acceso a la bahía, recordando un poco la torre de control de disparo que tenía en el primer cuarto del siglo XX. De hecho, Fort Drum fue construido precisamente en esa época, en concreto en 1909.

Isla El Fraile antes de que se le construyera encima Fort Drum/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Tras la victoria de la armada del comodoro George Dewey ante la del almirante Patricio Montojo en la batalla de Cavite (1898) y el posterior asedio de la capital por el ejército estadounidense, que terminó con el fin de más de tres siglos y medio de presencia española en el archipiélago, los norteamericanos incumplieron su promesa a los filipinos de concederles la independencia y se quedaron, sustituyendo un dominio por otro y reprimiendo con dureza la resistencia tagala a la ocupación. Por tanto, Filipinas pasó de un estado de guerra a otro y no se alcanzó la paz hasta 1902.

Sin embargo, la situación algo precaria y la ubicación estratégica de la isla de Luzón ante la tensa coyuntura internacional, que desembocaría en la Primera Guerra Mundial en 1914, llevó a los norteamericanos a tomar la decisión de afianzar las defensas de Manila en 1909. Y una de las cosas que se hicieron fue construir Fort Drum en la isla El Fraile.

Al fin y al cabo se encontraba en medio de la bocana, lo que le permitía ejercer un férreo control sobre el tráfico marítimo que aspirase a entrar en esa bahía. De hecho, era algo que ya habían puesto en práctica los españoles, al instalar allí tres cañones de 120 milímetros procedentes de dos de los buques de la escuadra.

Sección longitudinal de Fort Drum en un informe estadounidense de 1920/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Una de esas naves era el Don Antonio de Ulloa, un crucero sin protección de la clase Velasco que tenía la maquinaria averiada y no podía navegar, razón por la que se optó por fondearlo para que combatiera inmóvil -acabó semihundido- mientras se desmontaban sus dos piezas principales González Hontoria y se colocaban en las baterías de El Fraile y Corregidor. El otro era el General Lezo, un crucero de tercera clase (en realidad un cañonero) de la serie Elcano que no tenía motor, lo que llevó a que sus dos cañones -de calibre menor- se emplazaran también en la isla.

No obstante, aquella medida resultó inútil. En la noche del 30 de abril al 1 de mayo de 1898, la escuadra estadounidense irrumpió en la bahía sin que explotaran las minas colocadas ad hoc y sin que la artillería de El Fraile pudiera detenerlos. El USS McCulloch, el USS Boston, el USS Raleigh y el USS Concord intercambiaron andanadas con los españoles cuando éstos abrieron fuego al descubrirlos por el fulgor de ascuas de hollín en la chimenea del primero. La rapidez con la que pasaron favoreció que los barcos salieran relativamente ilesos y los impactos que recibieron fueron poco importantes.

Acto seguido adoptaron la formación de ataque y al amanecer se enfrentaron a la escuadra hispana que les esperaba anclada ante el arsenal de Cavite. La discutida táctica adoptada por Montojo y la superioridad técnica de las unidades enemigas determinaron la derrota española, en lo que fue el comienzo de la guerra entre España y EEUU. Tres meses después se arriaba en Manila la bandera rojigualda y se izaba la Star-Spangled Banner, lo que iba a suponer la mencionada guerra contra los tagalos y, a su término, una serie de cambios modernizadores.

Fort Drum antes del estallido de la Segunda guerra Mundial, todavía con los barracones de madera/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

En 1905 el presidente Theodore Roosevelt -veterano de la contienda- encargaba al secretario de Guerra, William Howard Taft, la organización de una Board of Fortifications («Junta de Fortificaciones») para actualizar las defensas costeras del país, incluyendo Hawái, Panamá y los nuevos territorios adquiridos a España (Filipinas, Cuba y Puerto Rico), completando la labor iniciada en 1885 por su predecesor en la Secretaría, William Crowninshield Endicott. Éste había impulsado la construcción de fuertes con baterías flotantes, minas, cañones giratorios de retrocarga, etc. También la creación, efectiva en 1907, del US Army Coast Artillery Corps.

A partir de 1905, Taft mejoró todo eso con estaciones meteorológicas y de comunicaciones, electrificación de los sistemas, optimización de los sistemas de puntería… El Pacífico fue esta vez el lugar preferente, habida cuenta que la armada japonesa estaba inmersa en el diseño de los acorazados de la clase Fusō. Pese a que éstos no se botarían hasta los años treinta y a que los japoneses militarían en el bando Aliado en la Primera Guerra Mundial, había que ser previsor y, por otra parte, Filipinas estaba lo bastante lejos como para no poder garantizar la seguridad plena del archipiélago en aquellos tiempos.

Taft sucedió a Roosevelt en la presidencia en marzo de 1909, el mismo año en que, siguiendo sus designios en la Junta de Fortificaciones, se acometió la fortificación de El Fraile junto con las de Cavite y Subic. Inicialmente se pensó usar la isla como base para los minadores, pero luego se optó por nivelar el terreno y edificarle encima un búnker de hormigón -con un espesor superior a seis metros en el techo y de hasta once en las paredes- para acoger dos baterías, bautizadas Marshall y Wilson, con sendos cañones de 305 milímetros diseñados específicamente.

Fort Drum durante la Segunda Guerra Mundial, con los daños causados por los bombardeos/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El Departamento de Guerra prefirió aumentar el calibre de las piezas a a 356 milímetros, con casi dieciocho kilómetros de alcance, que estuvieron listos en 1916, ya empezada la contienda mundial. A cada lado de esa estructura se añadió otro par de piezas de 152 milímetros, las baterías Roberts y McCrea (que, como las anteriores, eran apellidos de generales de la Guerra de Secesión), y se completó el conjunto con dos antiaéreos móviles de 76 milímetros. En la parte más profunda se ubicaron un cuarto de mapas, un depósito de munición y los generadores eléctricos, a lo que había que sumar exteriormente reflectores y la reseñada torre de control de disparo.

Al término de las obras, que duraron cinco años, el aspecto final del sitio asemejaba un buque de guerra, razón por la que se lo apodó concrete battleship («acorazado de hormigón»). En efecto, era una estructura alargada de ciento diez metros de largo por cuarenta y cuatro de ancho que no se elevaba más de doce sobre el mar, pero que tenía capacidad para albergar a dos centenares y medio de hombres. Se le puso el nombre de un viejo general, Richard Drum, veterano también de la Guerra de Secesión y la librada antes contra México.

Aquel recio bastión demostró su utilidad en la Segunda Guerra Mundial, cuando los japoneses, esta vez en el otro bando, acometieron en su expansión la conquista de Filipinas. El Fraile constituyó uno de los puntos de defensa de Manila, para lo cual se demolieron los barracones de madera de la tropa que había en su superficie -de manera que no obstaculizaran a la batería Wilson- y se reforzó su poder de fuego con la batería Hoyle -un cañón de 76 milímetros- para proteger la parte trasera, siendo ésta la primera pieza estadounidense en abrir fuego contra el enemigo en la contienda (Pearl Harbor fue antes de que el otro Roosevelt anunciase la entrada en ella de EEUU).

Aspecto actual de Fort Drum/Imagen: Bayronnoel en Wikimedia Commons

Era el mes de enero de 1942 y los raids de la aviación japonesa no hicieron mella en la isla, razón por la que los nipones pasaron a bombardearla desde tierra con obuses de 150 y 250 milímetros. durante los dos meses siguientes. Pero tampoco así lograron acallar las baterías, que siguieron resistiendo y defendiendo la bahía ante el desembarco llevado a cabo el 5 de mayo, hundiendo varias lanchas. Sin embargo, al día siguiente cayó Corregidor y El Fraile tuvo que rendirse; eso sí, su guarnición seguía al completo, sin bajas mortales, habiendo registrado sólo cinco heridos.

Antes de entregarse, como era preceptivo, los artilleros inutilizaron los cañones, de ahí que los japoneses no pudieran aprovecharlos en condiciones en la primavera de 1945, cuando se cambiaron las tornas y fueron los estadounidenses los que atacaron para recuperar Manila. Consciente de la dificultad que entrañaba demoler aquellos muros, los asaltantes se decantaron por bombear al interior del búnker casi diez mil litros de combustible (una mezcla de gasóleo más gasolina) a través de las tomas de aire, para a continuación hacerlo deflagar con una mecha de TNT.

La formidable explosión hizo que una escotilla de una tonelada se elevara cuarenta y cuatro metros en el cielo, aparte de carbonizar a sesenta y dos japoneses (otros seis fallecieron asfixiados). El incendio consiguiente duró cinco días y dejó el fortín inservible. No volvió a ser reconstruido, ya que la guerra tocaba a su fin, y actualmente la isla constituye un atractivo turístico más.


Fuentes

Mark Berhow y Terrance McGovern, American defenses of Corregidor and Manila Bay 1898-1945 | Louis Morton, The fall of the Philippines | J. E. Kaufmann y H. W. Kaufmann, Fortress America. The forts that defended America, 1600 to the present | www.concretebattleship.org | Wikipedia


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