Corría el año 460 d.C. cuando León I el Tracio, emperador romano de Oriente, decidió crear una pequeña guardia de corps que contrarrestase el creciente poder de Aspar, su magister militum y el peso de los germanos en el ejército. Estaba constituida inicialmente por trescientos hombres destinados exclusivamente a cuidar del palacio y la ciudad de Constantinopla, recibiendo el nombre de excubitores, es decir, «los de fuera de la cama»(centinelas, en sentido amplio) y con el tiempo crecieron en efectivos, pasando a combatir en campañas como caballería pesada de élite. Varios de sus comandantes incluso llegaron a sentarse en el trono.
La idea no era nueva. Como es sabido, los emperadores romanos de Occidente contaron en ese sentido con las Cohortēs praetōriae (Guardia Pretoriana) y el Numerus Batavorum o Cohors Germanorum (tenía varios nombres, adaptables como Guardia Germana). La primera apareció en tiempos republicanos como escolta de altos funcionarios, siendo adoptada luego por Augusto y perviviendo hasta su disolución en el año 312 d.C. por Constantino el Grande; la segunda fue casi efímera, pues su período de existencia -coexistiendo con la anterior- se limitó a la dinastía Julia-Claudia, siendo suprimida por Galba.
León empezó a reinar en el 457 d.C. gracias al mencionado Flavio Ardabur Aspar, un patricio que era el hombre fuerte del imperio pero que debido a su fe arriana no podía aspirar al trono, de ahí que tratara de ejercer el gobierno desde la sombra, manteniendo para ello el cargo de magister militum (generalísimo del ejército) y cediendo la dignidad imperial primero a su subordinado Marciano (al que casó para ello con Pulqueria, hermana de Teodosio II) y después a León. Éste no tardó en intentar quitarse de encima aquella influencia, para lo cual tomó varias decisiones de distinta naturaleza.

Una de ellas, en el 466, fue entregar la mano de su hija mayor, Ariadna, al cacique isaurio Tarasicodissa, esperando así obtener un contrapeso al apoyo que los ostrogodos daban a Aspar. Los isaurios habitaban una región de Asia Menor coincidente con la actual provincia turca de Antalya e históricamente se habían enfrentado a Roma en defensa de su independencia, pero Tarasicodissa se estableció en Constantinopla incorporándose a la corte y adoptando el nombre griego de Zenón; con el tiempo, sucedería a León.
Otra iniciativa, al año siguiente, fue designar emperador de Occidente a Antemio, el suegro del famoso Ricimero, otro que manejaba los hilos en la sombra. Con él organizó una expedición contra los vándalos del norte de África que debía otorgarle prestigio y poder militar para imponerse a Aspar, pero la aventura acabó en desastre y hay sospechas de que el propio valido intervino bajo cuerda para provocarlo, al haberse dado cuenta de la jugada de un emperador al que había nombrado para manejarlo y ahora pretendía actuar por su cuenta.
Finalmente, en el 471, esa tensión eclosionó y León ordenó la muerte de Aspar y sus dos hijos (aunque uno escapó), cuando se descubrió el fallido intento del magister militum de sobornar a los excubitores. Y es que antes de todas estas medidas, en el 460, había firmado la orden por la que se creó ese cuerpo, reclutando a sus integrantes precisamente entre los isaurios para asegurarse su lealtad. Eran trescientos y pasaron a formar parte del Scholae Palatinae (Escuelas Palatinas, la guardia palaciega establecida por Constantino I para reemplazar, como decíamos, a los equites singulares Augusti («Caballería personal de Augusto», la escolta montada de la Guardia Pretoriana para proteger a emperadores y dignatarios).

Básicamente, las Scholae Palatinae habían devenido en meros cuerpos de parada desde que los emperadores dejaron de encabezar personalmente las campañas militares y además sus efectivos, formados a menudo por germanos (francos y alamanes en el oeste, godos en el este), estaban repartidos por cuarteles de Tracia y Bitinia. Por contra, los excubitores permanecían en Constantinopla y, como hemos dicho, sus filas se nutrieron sobre todo de isaurios y armenios, aunque tampoco faltaban romanos.
Otra diferencia estaba en el mando, pues las escuelas estaban dirigidas por un magister officiorum (un alto funcionario equivalente a superintendente general), dependiente del prefecto del pretorio, mientras que al frente de los otros estaba un comes excubitorum («conde de los excubitores»), subordinado solamente al emperador. Esto último le hizo ir ganando importancia en la jerarquía durante los siglos VI y VII, hasta el punto de que su titular solía ser un miembro de la familia imperial, a menudo el heredero, por eso muchos de ellos terminaron aupándose al trono: Justino I, Tiberio II y Mauricio Tiberio.
No se sabe con exactitud cómo era la estructura de los excubitores en su primer período. Aparte del número de soldados y su servicio en la capital, se desconoce la forma de reclutamiento, al igual que su equipo y armamento (más allá del dato de que usaban mazas), resultando especialmente confuso el hecho de que fueran de caballería tratándose de guardaespaldas. Es posible que a caballo únicamente fueran los scribones, sus oficiales, equivalentes a decuriones con una treintena de hombres a sus órdenes. Curiosamente, consta que los scribones también se encargaban de asuntos como entregar el correo, pagar a la tropa y realizar arrestos.

El comes excubitorum fue incrementando prestigio y estatus, siendo a menudo nombrado patrikios («patricio», pues la generosidad con que se concedía tal distinción, que terminó por devaluarla, fue restituida por Constantino, otorgándose en lo sucesivo a los magister militum; más tarde volvió a degradarse y tendió a ser detentada por los eunucos de palacio), prōtopatrikios («primer patricio», jefe absoluto del ejército entre la segunda mitad del siglo IV y la primera del VIII) y vir gloriosus (o gloriosissimus, el rango más alto de la aristocracia senatorial en el Imperio Romano de Oriente en sustitución del devaluado Vir illustris; los comites, en concreto, solían recibir el trato de vir magnificissimus «los más magníficos»).
Asimismo, asumieron funciones de mando en campaña cuando a los excubitores se les permitió también ir al frente y participar directamente en las guerras. Porque se sabe que el emperador Mauricio los empleó en al defensa del Muro de Anastasio ante los ávaros, al igual que Heraclio contra los sasánidas. Como dato curioso cabe añadir que el papa Martín I incorporó excubitores como guardia personal, dejando patente que ya salían de Constantinopla. Sin embargo, a finales del siglo VII los excubitores perdieron buena parte de esa facultad y, como el resto de las Scholae, vieron reducida su actividad a desfiles y eventos.
Acorde a ello, los scribones fueron nombrados más por premio que por capacidad y tendieron a trabajar en asuntos administrativos. De hecho, una carta de Justiniano al papa Juan V datada en el año 687 es la última referencia documental a los excubitores y no se vuelve a tener noticia de ellos hasta el siglo VIII, cuando Constantino V los reorganiza en unidades denominadas tagmas, que podríamos equiparar a los batallones o regimientos actuales y constituyeron la columna vertebral del ejército bizantino durante los cuatrocientos años siguientes.

Para ser exactos, los tagmata se crearon en el siglo IV aunque con un sentido distinto, pues entonces sólo tenían entre dos y cuatro centenares de hombres cada uno. Constantino V los reformó para contar con una tropa profesional y fiel que fuera el núcleo de las defensas exterior e interior. Ello requería más movilidad que los efectivos destinados a los themas (provincias), por eso eran una caballería pesada con bases permanentes y tomaron parte en campañas contra búlgaros, abásidas e iconoclastas. No se sabe de cuántos hombres se componía cada tagma; unos autores dicen que entre mil y mil quinientos, pero también hay quien sube el segmento de cuatro mil a seis mil.
Eso sí, en ocasiones resultaron menos fiables de lo esperado y derrocaron a emperadores como Constantino VI. Peor aún, su participación bélica está trufada de derrotas como las sufridas en Marcellae, Pliska, Bulgarófigo, Aqueloo o Azaz, si bien cabe tener en cuenta que no luchaban en solitario sino como una parte del ejército. Y es que al margen de los excubitores hubo otras unidades estructuradas en tagma; en su etapa de apogeo, entre los siglos IX y X, se registran tres más (la Scholai, la Vigla y la Hikanatoi), sin contar la Numeroi, la Optimatoi y la Armada, que tenían características comunes y otras diferentes, aunque todo esto se sale un poco del tema.
Volviendo a los excubitores, a finales del siglo VII se instituyó un nuevo mando en sustitución del comes: el domestikos. El nombre derivaba de otro cuerpo de guardia surgido en el siglo III con las reformas de Diocleciano, los Protectores domestici, comúnmente llamados domestici («domésticos») a secas y cuyos jefes eran el comes domesticorum equitum (para la caballería) y el comes domesticorum peditum (para la infantería). Los domésticos, originalmente meros spatharoi («espatarios»), fueron ampliando sus competencias originales, alcanzando muchos el grado de general y siendo proclamados emperadores algunos, como el propio Diocleciano, Constancio Cloro, Joviano, Maximino Daya y Glicerio.

Las fuentes difieren un poco al decir unas que el domestikos llegó a estar por encima del strategos (e incluso del eparca o prefecto urbano de Constantinopla), mientras que otras lo sitúan inmediatamente debajo. Más adelante, los domésticos de cada escola quedaron supeditados a un doméstikos tōn scholōn que únicamente respondía ante el emperador y del que surgió una nueva figura en el siglo XII, la del megas domestikos, comandante en jefe militar, quedando el cargo de doméstico normal para los gobernadores. A su vez, ese gran doméstico fue superado con los Paleólogos por el protovestiarios y el gran estratopediarca.
Cada doméstico tenía una serie de subalternos: el topotērētēs o toporita era su lugarteniente y tomaba el mando de la mitad del tagma, aunque podía haber más uno; el chartoularios era un secretario. El escalafón continuaba hacia abajo: cada uno de los dieciocho bandones que formaban el tagma tenía como oficial a un skribōn y cada bandón se subdividía en otras unidades más pequeñas mandadas por los drakonarioi, a los que se sumaban otros suboficiales como los skeuophoroi , signophoroi y sinatores, herederos de los antiguos aquilifer y signifer. Ese plantel se completaba con los mandatores (mensajeros, dirigidos por un prōtomandatōr), parte de los cuales ejercían de legatarioi (legatarios, probablemente policías militares).
A partir del siglo XI el Imperio bizantino entró en una dinámica disgregadora azuzada por las guerras civiles y la presión extranjera. La catástrofe militar del año 1071 en Mancicerta, ante los turcos selyúcidas -el emperador Romano IV Diógenes incluso cayó prisionero-, fue el primer golpe para la caída de los tagmata y los excubitores aparecen documentados por última vez, en la Alexiada (una historia del Imperio bizantino escrita por la princesa Ana Comneno, hija del emperador Alejo I), en el 1081. Fue en la batalla de Dirraquio, disputada contra los italo-normandos y bajo el mando del que fue su último domestikos, Constantino Opos (aunque se conserva el sello oficial de un tal Martinos, de fecha incierta, que pudo ser posterior).
Fuentes
Georg Ostrogorsky, Historia del estado bizantino | Franz Georg Maier, Bizancio | John Haldon, Warfare, state and society in the Byzantine world, 565-1204 | Warren Treadgold, Byzantium and its army, 284-1081 | J. R. Martindale, The prosopography of the Later Roman Empire | Wikipedia
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.