Científicos de las universidades de St Andrews y Cardiff, junto con colaboradores internacionales, han descubierto el origen del agua cálida y muy salada que se precipitó por el Atlántico hace 15.000 años, marcando el final de la última glaciación.

El estudio, publicado en Nature, se produce en un momento en que las temperaturas oceánicas están alcanzando máximos históricos y las aguas de los océanos Atlántico y Austral se vuelven más frescas debido al deshielo de las capas de hielo, lo que podría afectar aún más a la circulación oceánica y al clima mundial.

El equipo midió las huellas químicas encerradas en conchas fósiles microscópicas para reconstruir la temperatura y la salinidad del agua marina en la que crecieron las conchas. Tomando muestras de estos fósiles a lo largo de un núcleo de lodo marino de 40 metros de longitud, pudieron conocer la historia de la temperatura y la salinidad del océano durante cada ciclo glaciar de los últimos 1,5 millones de años.

Las huellas químicas dejadas en conchas planctónicas fósiles como ésta, del tamaño de un grano de arena, se utilizaron para reconstruir la temperatura y la salinidad del océano | foto University of St Andrews

Los resultados muestran que durante el apogeo de cada glaciación, las aguas del océano Índico se sobrecargaron de sal. Los científicos demuestran que esto se debió a una restricción de las corrientes de agua dulce que suelen entrar en el océano Índico desde el Pacífico, lo que permitió que el océano Índico se volviera más salado, como una gigantesca salina.

Según Sophie Nuber, autora principal del estudio: Bajo el sol abrasador de los subtrópicos, el agua de mar se evapora y se vuelve más salada. En el océano Índico, esta sal suele diluirse con las aguas más frescas que fluyen desde el Pacífico, pero durante las glaciaciones esta corriente quedó interrumpida por un descenso del nivel del mar, por lo que la sal pudo acumularse sin diluirse.

El nivel del mar descendió en todo el mundo hasta 120 metros durante las glaciaciones, debido al bloqueo del agua evaporada del océano en gigantescas capas de hielo. El equipo demuestra que este proceso habría cortado repetidamente las corrientes de agua dulce que serpentean hacia el océano Índico a través del archipiélago indonesio, ya que gran parte del fondo marino de esta región se convirtió en tierra firme cuando bajó el nivel del agua.

Aspecto que debió tener la Tierra durante la Glaciación Global / foto dominio público en Wikimedia Commons

Las aguas saladas permanecieron atrapadas en el Índico hasta el final de la última glaciación, cuando un cambio en los vientos y las corrientes les permitió irrumpir en el Atlántico. Esto, a su vez, ayudó a restablecer el sistema de corrientes atlánticas que calienta el Reino Unido y el noroeste de Europa desde su debilitado estado glacial.

El profesor Steve Barker, uno de los autores del estudio, declaró: Hace más de diez años descubrimos que al final de la era glacial se produjo un impulso masivo en las corrientes atlánticas, que ayudó a dar paso a unas condiciones interglaciares más cálidas. Nuestro nuevo estudio demuestra que la sal que contribuyó a que estas corrientes fueran tan densas y potentes procedía del Océano Índico, a más de 10.000 km de distancia.

En la actualidad, las corrientes salinas cálidas siguen fluyendo por el Atlántico, pero están empezando a debilitarse debido a la entrada de agua dulce procedente del deshielo de las capas de hielo, lo que podría desencadenar una serie de repercusiones climáticas.

En palabras del Dr. James Rae, de la Universidad de St Andrews: Nuestro trabajo muestra la sorprendente interconexión entre las distintas partes del sistema climático. Los cambios en la circulación y la salinidad de una parte del océano pueden tener enormes repercusiones en la otra parte del planeta, por lo que tenemos que detener el calentamiento global para evitar nuevas alteraciones de estos sistemas de circulación críticos.


Fuentes

University of St.Andrews | Nuber, S., Rae, J.W.B., Zhang, X. et al. Indian Ocean salinity build-up primes deglacial ocean circulation recovery. Nature 617, 306–311 (2023). doi.org/10.1038/s41586-023-05866-3


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