En febrero de 1867 el emperador de Austria, Francisco José I, y una delegación de Hungría encabezada por el político Ferenc Deák firmaron el llamado Compromiso Austrohúngaro, un acuerdo por el que ambas partes creaban una monarquía dual de igual a igual, con algunas reformas constitucionales para impulsar cierto federalismo, satisfacer la demanda húngara de autogobierno y el objetivo común de fortalecerse tras los reveses exteriores sufridos ante el Reino de Cerdeña, Prusia e Italia.
Así nació el Imperio Austrohúngaro, cuyo soberano, el citado Francisco José I, reinaba como emperador de Austria y rey de Hungría. Territorialmente esas dos partes eran conocidas como Cisleitania y Transleitania.
Las dos palabras son expresiones latinas que aluden al río Leita, un afluente del Danubio que constituye el límite histórico entre el Archiducado de Austria y el reino húngaro a su paso por el sureste de Viena, de manera que la mayor parte del territorio de Cisleitania quedaba en la margen occidental de ese cauce fluvial (o sea, «a este lado del Leita», literalmente). Por consiguiente la Transleitania sería el otro lado, Hungría, siempre desde la perspectiva austríaca claro está. Cabe aclarar que esa delimitación geográfica era a grandes rasgos, pues no se precisó y algunas zonas quedaba fuera del área, más al norte o al sur.
No se trataba de nombres oficiales -al menos hasta 1915, cuando el káiser lo decretó-, pues éstos eran bastante más complejos y engorrosos: Die im Reichsrat vertretenen Königreiche und Länder («Los Reinos y Países Representados en el Consejo Imperial») y Szent István Koronájának Országai («Tierras de la Santa Corona de San Esteban»). Tampoco eran de uso popular -la gente decía Austria, a secas- sino que se utilizaban en ámbitos políticos y burocráticos. A partir de la firma del compromiso, ambos territorios se integraron, conservando sus particularidades, en el Imperio Austrohúngaro (Österreichisch-Ungarische Monarchie en alemán y Osztrák-Magyar Monarchia en magiar).
Cisleitania y Transleitania contarían cada una con sus propias instituciones (parlamentos, gobiernos, tribunales) con sólo tres ministerios comunes (Finanzas, Asuntos Exteriores y Defensa), dejando fuera a las poblaciones eslavas y latinas (checos, polacos, rutenos, eslovenos, croatas, serbios), rusófilas unas y proclives al nacionalismo local otras, que se manifestaron contrarias al acuerdo.
La capital era Viena, donde, junto con Budapest (un año en cada una), se reunían las dos delegaciones -de sesenta miembros cada una- para ejercer el control ministerial; al menos en teoría, pues no había una comisión permanente y nunca hubo más de un par de reuniones anuales. De hecho, en la práctica solían ser ignoradas.
Quince eran los territorios de que se componía Cisleitania, entre condados, margraviatos y ducados: Bohemia, Bucovina, Dalmacia, Galicia y Lodomeria, Carintia, Carniola, Litoral Austríaco, Moravia, Baja Austria, Alta Austria, Salzburgo, Silesia, Estiria, Tirol y Vorarlberg, más la ciudad libre de Trieste. Los de Transleitania eran Hungría (que incluía el Principado de Transilvania, el Voivodato de Serbia y el Banato de Temeschwar), el Reino de Croacia-Eslavonia, el puerto franco de Rijeka, la ciudad libre de Fiume y Bosnia-Herzegovina (que a partir de 1878 sería un condominio con Cisleitania).
Cada uno de esos sitios de Cisleitania tenía un Landtag o asamblea regional, heredero de la dieta tradicional (asamblea de estamentos), con funciones legislativas y miembros elegidos por una combinación de sufragio limitado y privilegio. El poder ejecutivo lo ejercía el Landesausschuss o gobierno regional, cuyo titular era el Laundeshauptmann, que además tenía la presidencia del landtag. Los asuntos de carácter nacional quedaban en manos del Reichsrat, parlamento bicameral de diputados elegidos por sufragio censitario. A partir de 1907 quedaron escindidos en dos facciones opuestas, los de habla alemana -con apoyo de los polacos- y los eslavos, cosa que no pasó en Transleitania porque la clase dirigente ejerció un férreo control y procuró «magiarizar» a todos.
De hecho, la mayoría de los cisleitanos -un tercio de la población- eran austríacos alemanes (lo que abarcaba también a checos y judíos). La implantación de los partidos de masas y clase cambió el panorama, haciendo que los escaños se posicionaran por nuevos criterios ideológicos. Sin embargo, el Reichsrat suspendió sus sesiones en 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, y tardó dos años en volver a abrir, con la subida al trono del que fue conocido como Carlos I de Austria, IV de Hungría, III de Bohemia y IV de Croacia.
En realidad las suspensiones no resultaban una novedad; el emperador se vio impelido a hacerlo a menudo, y durante meses, cuando las diferencias nacionales llevaban a chocar a los diputados y volvían imposible un debate parlamentario normal.
Algo similar ocurría en Transleitania, donde la Országgyűlés (Dieta de Hungría, de origen medieval, en el siglo XII) tenía la obligación de reunirse como mínimo cada tres años, pero a menudo no lo cumplía por decisión de los Habsburgo reinantes. La Dieta tenía dos cámaras, una alta (Főrendiház o Casa de Magnates, nombrados por designación directa) y otra baja (Képviselőház o Cámara de Representantes, elegidos por sufragio censitario) y el rey podía ejercer un derecho de veto sobre sus decisiones.
Al contrario que Cisleitania, que enarbolaba una negra y amarilla en dos franjas horizontales, Transleitania no tuvo bandera propia y en los sitios oficiales se izaban las de Hungría y Croacia. Esto se debió a que el Reino Trino de Croacia, Eslavonia y Dalmacia, que formaba parte de Transleitania, se escindió y el imperio reconoció la autonomía croata, que constituyó así su propio reino y pudo pasar a legislar sobre asuntos nacionales a través del Sabor, la asamblea unicameral tradicional; el Ban (primer ministro) era nominado por el primer ministro húngaro y designado por el rey. En 1915, cuando se creó una bandera conjunta austrohúngara, los croatas protestaron por sentirse marginados y consiguieron que se incorporasen también sus armas.
Decíamos antes que hubo tres asuntos comunes: política exterior, defensa y economía. El emperador tenía el mando supremo del ejército K. u K. (Kaiserlich und Königlic, o sea, Imperial y Real), usándose la lengua germana para impartir las órdenes. Ahora bien, las competencias no estaban definidas al detalle y tanto Cisleitania como Transleitania llevaban a cabo el reclutamiento, transporte de tropas y legislación militar; incluso podían vetar las operaciones bélicas que no considerasen oportunas.
La economía también empezó de forma desigual, con Cisleitania aportando el setenta por ciento de los costes de dichos asuntos debido a que las regiones occidentales estaban más desarrolladas; posteriormente, a medida que Transleitania progresaba, ese porcentaje fue bajando a un sesenta y cuatro/sesenta y seis por ciento. El compromiso de 1867 estipulaba que la política comercial y monetaria, las tarifas, el ferrocarril y los impuestos indirectos eran preocupaciones compartidas que debían negociarse cada diez años. La moneda oficial fue el florín, cambiado por la corona a partir de 1892.
La derrota de las potencias centrales en la guerra llevó a la disolución del Imperio Austrohúngaro. Los cisleitanos ya se habían mostrado partidarios de separarse del resto cuando se volvió a reunir el Reichsrat en la primavera de 1917, y el 12 de noviembre de 1918 se cerró el parlamento. El emperador renunció ese mismo día y a la mañana siguiente la Asamblea Nacional Provisional proclamó la república.
Mientras, en Transleitania las regiones meridionales promovían una disgregación para constituir estados propios. Croacia rompió sus lazos a finales de octubre de 1918 para unirse al Reino de Serbia, que, junto con Eslovenia, terminó convirtiéndose en Yugoslavia. El rey aceptó la decisión de los húngaros de separarse de Austria y el 16 de noviembre se proclamó la República de Hungría. Cisleitania y Transleitania habían dejado de existir como tales.
Fuentes
Carmen Moreno Mínguez, Breve historia del Imperio Austrohúngaro | Steven Beller, Historia de Austria | Ármin Vámbéry y José de Caso, Historia de Hungría | Gábor Gyáni, The creation of the Austro-Hungarian Monarchy | R. W. Seton-Watson, The Austro-Hungarian Ausgleich of 1867 | Cisleitania (Wikipedia) | Transleitania (Wikipedia)
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