Las pruebas de proteínas antiguas demuestran que el consumo de leche fue una poderosa adaptación cultural que estimuló la expansión humana en la meseta tibetana.

La cuestión de cómo las poblaciones prehistóricas obtenían alimentos sostenibles en las áridas alturas de la meseta tibetana suscita desde hace tiempo interés académico y popular. Un nuevo estudio dirigido por científicos del Instituto Max Planck de Geoantropología, el Centro de Ciencia Arqueológica de la Universidad de Sichuan y el Instituto de Conservación de Reliquias Culturales Tibetanas, pone de relieve el papel fundamental del pastoreo lechero en la apertura de la meseta a la habitación humana generalizada y a largo plazo.

La meseta tibetana, conocida como el «tercer polo» o «techo del mundo», es uno de los entornos más inhóspitos de la Tierra. Aunque la selección natural positiva en varios loci genómicos permitió a los primeros tibetanos adaptarse mejor a las grandes elevaciones, la obtención de alimentos suficientes en las tierras altas, pobres en recursos, habría seguido siendo un reto.

Cálculo dental del individuo de mayor altitud investigado en el estudio (cal. 601-758 CE) | foto Li Tang

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances revela que los lácteos eran un componente clave de la dieta de los primeros humanos de la meseta tibetana. El estudio recoge proteínas antiguas procedentes del cálculo dental de 40 individuos humanos de 15 yacimientos del interior de la meseta.

Intentamos incluir a todos los individuos excavados en la región de estudio que conservaban suficientes cálculos dentales, afirma Li Tang, autor principal del estudio. Nuestras pruebas proteínicas demuestran que la producción láctea se introdujo en la meseta interior hace al menos 3.500 años, afirma el profesor Hongliang Lu, autor correspondiente de este estudio.

Las pruebas de proteínas antiguas indican que los productos lácteos eran consumidos por diversas poblaciones, incluyendo mujeres y hombres, adultos y niños, así como individuos de contextos funerarios tanto de élite como de no élite. Además, los habitantes prehistóricos de las tierras altas tibetanas consumían productos lácteos de cabra, oveja y, posiblemente, de vaca y yak. Los primeros pastores del Tíbet occidental parecen haber preferido la leche de cabra.

Mapa de las muestras estudiadas en este artículo | foto Michelle O’Reilly und Dovydas Jurkenas

La adopción del pastoreo lechero contribuyó a revolucionar la capacidad de la población para ocupar gran parte de la meseta, sobre todo las vastas zonas demasiado extremas para los cultivos, afirma la profesora Nicole Boivin, autora principal del estudio.

Rastrear la producción láctea en el pasado profundo ha sido durante mucho tiempo un reto para los investigadores. Tradicionalmente, los arqueólogos analizaban los restos de animales y el interior de los contenedores de alimentos en busca de evidencias de la producción láctea, pero la capacidad de estas fuentes para proporcionar pruebas directas del consumo de leche suele ser limitada.

La paleoproteómica es una herramienta nueva y poderosa que nos ha permitido investigar la dieta tibetana con un nivel de detalle sin precedentes, afirma el Dr. Shevan Wilkin, coautor del estudio. El análisis de proteínas en el antiguo cálculo dental humano no sólo ofrece pruebas directas de la ingesta dietética, sino que también nos permite identificar de qué especie procedía la leche.

Pastor tibetano en un pasto de invierno batiendo leche de yak para hacer mantequilla y queso | foto Li Tang

Nos entusiasmó observar un patrón increíblemente claro, afirma Li Tang. Todos nuestros péptidos lácteos procedían de antiguos individuos de las estepas occidentales y septentrionales, donde cultivar es extremadamente difícil. Sin embargo, no detectamos ninguna proteína láctea procedente de los valles del centro-sur y del sureste, donde hay más tierras cultivables.

Sorprendentemente, todos los individuos con indicios de consumo de leche se recuperaron en yacimientos situados a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar; casi la mitad se encontraban por encima de los 4.000 msnm, y el más alto en la altitud extrema de 4.654 msnm.

Está claro que el consumo de leche fue crucial para la ocupación temprana de las tierras altas por los pastores, señala el profesor Shargan Wangdue. Los rumiantes podían convertir la energía encerrada en los pastos alpinos en leche y carne nutritivas, y esto alimentó la expansión de las poblaciones humanas en algunos de los entornos más extremos del mundo. concluye Li Tang.


Fuentes

Max Planck Institute of Geoanthropology | Li Tang et al. ,Paleoproteomic evidence reveals dairying supported prehistoric occupation of the highland Tibetan Plateau. Sci. Adv.9, eadf0345 (2023).DOI:10.1126/sciadv.adf0345


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