América del Norte es donde surgieron por primera vez los caballos, luego se extinguieron y regresaron con los españoles. Millones de años de cambios evolutivos transformaron al caballo antes de que se convirtiera en el compañero natural de muchos pueblos indígenas y en el símbolo emblemático del suroeste. Un equipo internacional que reúne a 87 científicos de 66 instituciones de todo el mundo comienza ahora a perfilar la historia del caballo americano. Este trabajo, que incorpora una investigación interdisciplinar e intercultural entre la ciencia occidental y la tradicional indígena, se publica en la revista Science.

Los caballos han formado parte de nosotros desde mucho antes de que otras culturas llegaran a nuestras tierras, y nosotros formamos parte de ellas, afirma el Jefe Joe American Horse, líder del Oyate Oglala Lakota, guardián del conocimiento tradicional y coautor del estudio. En 2018, por indicación de sus mayores guardianes del conocimiento y líderes tradicionales, la Dra. Yvette Running Horse Collin se puso en contacto con el profesor Ludovic Orlando, científico del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) francés. Ella había completado su doctorado, que se centró en la deconstrucción de la historia de los caballos en las Américas. Hasta ese momento, el campo había estado dominado por académicos occidentales, y las voces indígenas habían sido en gran medida desestimadas. Buscó la oportunidad de desarrollar un programa de investigación en el que las ciencias indígenas tradicionales pudieran presentarse y considerarse en pie de igualdad con la ciencia occidental.

Para los lakota, investigar científicamente la historia de la Nación del Caballo en América era un punto de partida perfecto, ya que pondría de relieve los puntos de conexión y desconexión entre los enfoques occidental e indígena. Los ancianos lo tenían claro: trabajar sobre el caballo proporcionaría una hoja de ruta para aprender a combinar el poder de todos los sistemas científicos, tanto tradicionales como occidentales. Y, al hacerlo, acabaría aportando nuevas soluciones a los numerosos problemas que afectan a las personas, las comunidades y la biodiversidad de todo el planeta. De momento, como sus antepasados, la Dra. Running Horse Collin seguiría el ejemplo de la Nación de los Caballos.

Cuadro de Edward S. Curtis, 1908 | foto dominio público en Wikimedia Commons

Parte del programa consistía en poner a prueba un relato que figura en casi todos los libros de texto sobre la historia de América: si los registros históricos europeos recogían con exactitud la historia de los indígenas y los caballos en las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas. Esta narrativa refleja las crónicas más populares de los europeos que establecieron el primer contacto con los grupos indígenas y sostienen una reciente adopción de los caballos tras la revuelta de los Pueblo de 1680.

La ciencia arqueológica se ha revelado como una poderosa herramienta para comprender el pasado y, si se hace en colaboración, como una sólida técnica para contrarrestar los sesgos incorporados a los relatos históricos. A lo largo de la última década, el profesor Orlando y su equipo de genetistas han extraído las antiguas moléculas de ADN aún conservadas en restos arqueológicos para reescribir la historia del caballo doméstico. Han secuenciado los genomas de varios centenares de caballos que vivieron en el planeta hace miles de años, hasta incluso hace 700.000 años. Así pues, es razonable esperar que esta tecnología revele la composición genética de los caballos que vivieron en las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas después del contacto europeo.

Para abordar esta cuestión, el profesor William Taylor, catedrático adjunto de la Universidad de Colorado, y un amplio equipo de colaboradores, entre ellos arqueólogos de la Universidad de Nuevo México y la Universidad de Oklahoma, se propusieron rastrear huesos arqueológicos de caballos de todo el Oeste americano junto con sus colaboradores lakota, comanche, pawnee y pueblo. Utilizando prácticas tanto nuevas como establecidas de las ciencias arqueológicas, el equipo identificó pruebas de que los caballos eran criados, alimentados, cuidados y montados por los pueblos indígenas. Una fecha temprana de un espécimen de caballo de Paa’ko Pueblo, en Nuevo México, aporta pruebas del control indígena de los caballos a finales del siglo XVII, y posiblemente antes. La datación directa por radiocarbono de hallazgos realizados desde el sur de Idaho hasta el suroeste de Wyoming y el norte de Kansas demostró que los caballos estaban presentes en gran parte de las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas a principios del siglo XVII, y de forma concluyente antes de la revuelta de los Pueblo de 1680. Estaba claro que había que corregir la versión más extendida sobre el origen del caballo americano.

Las pruebas genómicas demostraron que los caballos analizados en este estudio para muchas Naciones de las Llanuras eran principalmente de ascendencia ibérica, pero no estaban directamente emparentados con los caballos que habitaron las Américas en el Pleistoceno tardío hace más de 12.000 años. Asimismo, no eran descendientes de los caballos vikingos, a pesar de que éstos ya habían establecido asentamientos en el continente americano en 1021. Los datos arqueológicos demuestran que estos caballos domésticos dejaron de estar bajo control exclusivo español al menos a principios del siglo XVII y se integraron en los modos de vida indígenas. Es importante destacar que esta dispersión más temprana valida muchas perspectivas tradicionales sobre el origen del caballo de socios del proyecto como los comanches y los pawnees, que reconocen el vínculo entre los hallazgos arqueológicos y las tradiciones orales. El historiador de la tribu comanche y coautor del estudio, Jimmy Arterberry, afirma: Estos hallazgos apoyan y coinciden con la tradición oral comanche. Los vestigios arqueológicos de nuestra cultura ecuestre son bienes inestimables que revelan una cronología en la historia de Norteamérica y son importantes para la supervivencia de las culturas indígenas. Son nuestro patrimonio y merecen ser honrados mediante su protección. Son sagrados para los comanches.

Foto Carol M. Highsmith en Wikimedia Commons

Otros trabajos que incluyan nuevas excavaciones arqueológicas en yacimientos que daten del siglo XVI, o incluso anteriores, y secuenciación adicional, ayudarán a arrojar nueva luz sobre otros capítulos de la historia del hombre y el caballo en América. El arqueólogo pawnee y coautor del estudio, Carlton Shield Chief Gover, afirma: La ciencia arqueológica presentada en nuestra investigación ilustra aún más la necesidad de establecer auténticas y significativas asociaciones de colaboración con las comunidades indígenas.

Los análisis del genoma no sólo abordaron el desarrollo de la equitación en las Primeras Naciones durante las primeras etapas de la colonización americana. Estos análisis demostraron que la ascendencia antaño dominante encontrada en el genoma del caballo se fue diluyendo cada vez más con el paso del tiempo, ganando ascendencia autóctona de linajes británicos. Por lo tanto, el cambiante paisaje de la América colonial quedó registrado en el genoma del caballo: primero principalmente de fuentes españolas y después principalmente de colonos británicos.

En el futuro, este equipo se compromete a seguir trabajando en la historia de la Nación del Caballo en las Américas para incluir las metodologías científicas inherentes a los sistemas científicos indígenas, así como una mayor contribución en relación con los patrones migratorios y los efectos en el genoma debido al cambio climático. Este estudio ha sido fundamental para ayudar a reunir a científicos occidentales e indígenas de modo que pueda iniciarse un auténtico diálogo e intercambio.

Según la Dra. Antonia Loretta Afraid of Bear-Cook, guardiana de los conocimientos tradicionales de los oglala lakota y coautora del estudio, los retos a los que se enfrenta nuestro mundo moderno son inmensos. En estos tiempos de crisis masiva de la biodiversidad y calentamiento global del clima, el futuro del planeta está amenazado. Los pueblos indígenas han sobrevivido al caos y la destrucción provocados por la colonización, las políticas de asimilación y el genocidio, y son portadores de importantes conocimientos y enfoques científicos centrados en la sostenibilidad. Ahora, más que nunca, es el momento de reparar la historia y crear condiciones más inclusivas para co-diseñar estrategias para un futuro más sostenible. Es importante destacar que este estudio ha creado una colaboración entre científicos occidentales y muchas naciones nativas de todo Estados Unidos, desde los Pueblo hasta los Pawnee, Wichita, Comanche y Lakota. Esperamos que pronto se nos unan muchas más. Nuestros parientes de la Nación del Caballo siempre nos han unido y seguirán haciéndolo. Nuestras sociedades ecuestres están organizadas y preparadas. A medida que se desarrolle esta colaboración, invitamos a todos los Pueblos del Caballo a unirse a nosotros. Os hacemos un llamamiento.


Fuentes

CNRS | William Timothy Treal Taylor, Pablo Librado, et al., Early dispersal of domestic horses into the Great Plains and northern Rockies. Science, vol.379, Issue 6639, pp. 1316-1323. DOI: 10.1126/science.adc9691


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