El cambio climático es uno de los grandes desafíos del siglo XXI. La actividad humana de los últimos años y las ingentes cantidades de gases nocivos que han contaminado la atmósfera terrestre han resultado en lo que hoy conocemos como ‘calentamiento global’. La construcción, a su vez, es considerada una de las industrias más contaminantes del planeta debido a la gran cantidad de energía y recursos que consume. Sin embargo, esto no siempre ha sido así; las técnicas de construcción más antiguas – y ahora consideradas obsoletas – eran mucho más respetuosas con el medio ambiente.
Y es que, durante miles y miles de años, los humanos han construido refugios para protegerse tanto de las inclemencias del tiempo como de otros animales. Los materiales que usaban eran aquellos a su alcance, fueran estos tierra, paja, piedra, madera o arcilla. A pesar de lo que muchos puedan pensar, los edificios construidos antaño no le tienen nada que envidiar a los edificios modernos en cuanto a durabilidad se refiere – solo hay que visitar cualquier castro celta para entender que, aunque menos cómodas, las edificaciones antiguas eran estables y sólidas.
Los materiales de hoy en día han cambiado mucho. El cemento, por ejemplo, es casi imprescindible en la construcción de cualquier edificio moderno. Sin embargo, pocos saben que el cemento es uno de los elementos más contaminantes en construcción; se cree que casi el 10% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial son consecuencia del procesamiento del cemento. Muchos profesionales de la industria, por tanto, están tratando de volver a los orígenes y cambiar el cemento por materiales más naturales y perennes, como las ya mencionadas piedra, madera y arcilla.
También las herramientas de construcción han evolucionado enormemente a lo largo de los años. Los poblados más primitivos usaban elementos naturales como piedras o incluso sus propias manos para construir sus casas. Fueron los griegos los que inventaron las primeras herramientas manuales que se asemejan a aquellas que aún usamos hoy. Más tarde, fue la revolución industrial la que promovió la producción de herramientas en masa – antes de esto, cada herramienta era hecha a mano y vendida en pequeños lotes. También en este periodo surgieron nuevos diseños de herramientas a manos de ingenieros y entendidos de la mecánica; fue en el siglo XIX, por ejemplo, cuando surgió el primer diseño de llave inglesa tal y como la conocemos hoy en día. Más tarde llegaron las herramientas eléctricas, que vinieron para quedarse.
Hoy por hoy, las herramientas de construcción más comunes son las modernas – y, por tanto, las eléctricas. Estas son altamente ruidosas, además de que necesitan electricidad para funcionar – electricidad que, en muchos casos, proviene de la quema de combustibles fósiles. Además, muchas de estas herramientas necesitan de baterías, que son de todo menos sostenibles. Es por eso que muchos profesionales interesados en construir de forma sostenible están también apostando por el uso de herramientas más tradicionales, manuales en su mayoría, lo que sin duda pueden suponer un cambio a mejor en las prácticas de la industria.
Aún queda un largo camino para devolver a la construcción su neutralidad medioambiental de siglos pasados. Sin embargo, es mediante el uso de materiales y herramientas tradicionales que podemos comenzar a minimizar su impacto medioambiental actual. Aunque para muchos estas técnicas puedan parecer del todo obsoletas, la vuelta al pasado puede ser una gran solución para el futuro.
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