Los héroes de Telemark (The Heroes of Telemark) es una coproducción anglo-americana de 1965, dirigida por Anthony Mann y protagonizada por Kirk Douglas y Richard Harris, que cuenta cómo un comando Aliado se desplaza a Noruega durante la Segunda Guerra Mundial para sabotear una fábrica en la que los alemanes están produciendo agua pesada para la fabricación de una bomba atómica. El argumento está basado en hechos reales, una serie de cuatro operaciones desarrolladas entre 1942 y 1944 que concluyeron con éxito y se conocen conjuntamente como la Batalla del agua pesada.

El guión del film es una síntesis de dos libros, Skis against the atom y But for these men. El segundo es una novela de John Drummond, pero el primero son las memorias de un líder de la resistencia noruega llamado Knut Haukelid que participó en los hechos, al ser nombrado subcomandante del comando encargado de destruir las plantas industriales donde se generaba el agua pesada, así como de hundir el transbordador SF Hydro cuando la transportaba por el lago Tinn. Por tanto, pese a las habituales licencias cinematográficas, Los héroes de Telemark se basa en un episodio histórico y el último de los soldados implicados que aún vivían, el oficial noruego Joachim Holmboe Rønneberg, todavía falleció hace poco, en 2018.

Todo había empezado en 1934, cuando se abrió la era de la investigación atómica de la mano de sabios como Enrico Fermi, Ida Noddack, Otto Robert Frisch, Lise Meitner, Otto Hahn y Fritz Strassmann; la mayoría de ellos eran alemanes o austríacos, como se ve, y en cuatro años lograron definir el concepto de fisión nuclear, entendiendo el potencial energético que podía alcanzar una reacción en cadena. Sólo hacía falta encontrar un elemento que moderase los neutrones secundarios emitidos durante el proceso para capturar otros núcleos susceptibles de fisión, siendo los más adecuados el grafito y el agua pesada.

Cartel de la película

El grafito se descartó finalmente porque las impurezas que presenta dificultan la reacción en cadena, así que se optó por diseñar un reactor de agua pesada. La fórmula de ésta es D2O o ²H2O, es decir, un tipo de agua que en vez de dos átomos de hidrógeno los tiene de deuterio (un isótopo del hidrógeno descubierto en 1931 por el estadounidense Harold Urey), conteniendo cada uno un protón y un neutrón, lo que aumenta el peso del hidrógeno y la densidad del líquido; la ventaja es que el deuterio es un isótopo más pesado y eso incrementa la fuerza de los enlaces químicos.

En suma, el agua pesada serviría tanto para generar energía como para otras aplicaciones prácticas, y éstas se orientaron pronto al sector armamentístico, generando un enfrentamiento entre científicos que se vio agravado por la purga de los que eran judíos y el exilio de los desafectos al régimen nazi. Con el agua pesada como moderadora y separando ambos por electrólisis podría generarse plutonio, elemento cuyo isótopo denominado plutonio-239 es fisible y cuya ventaja frente al uranio-235 estaba en que no era necesaria su extracción minera (más adelante los alemanes sí trabajarían con uranio en ese sentido).

Con todo ello se podía trabajar en el desarrollo de un reactor nuclear (y, con el tiempo, quizá una bomba), así que se eligió para ello la planta hidroeléctrica de Vemork, situada en las cascadas de Rjukan, en la provincia de Telemark (de ahí el título de la película). Era propiedad de Norsk Hydro, una empresa noruega fundada en 1905 pero con una cuarta parte de su capital bajo control del grupo empresarial químico alemán IG Farben (el mismo que posteriormente fabricaría el gas Zyklon B para los campos de exterminio). Norsk Hydro se dedicaba a la fabricación de fertilizantes, de los que un subproducto era precisamente el agua pesada.

Cápsula con agua pesada generada por Norsk Hydro/Imagen: Alchemist-hp en Wikimedia Commons

De hecho, antes de la guerra Francia le compró sus reservas de ciento ochenta y cinco litros para sus propias investigaciones y, al ser invadida, uno de los descendientes de los Curie ocultó el material para que no cayera en manos de Hitler, consiguiendo embarcarlo -junto con los científicos galos- en el vapor británico Boompark. Este barco fue uno de los que lograron zarpar de Dunkerque durante la dramática evacuación, entregando su carga en Falmouth (Inglaterra). Ahora bien, la planta de Vemork seguía funcionando y, por tanto, podía producir más.

Eso sí, no tanto como hubieran querido los germanos, algunos de cuyos asesores advirtieron de que no tendría capacidad para producir agua pesada para uso militar en cantidades importantes hasta cinco años más tarde; aunque el programa siguió adelante, se demostró que, efectivamente, nunca se pudo cubrir la solicitud de cien litros al mes, quedándose en una decena y ralentizando así los trabajos. La invasión de Noruega en la primavera de 1940 cambió un poco el panorama porque entonces los nazis ya podían controlar directamente la producción.

Instrumental con que los químicos Otto Hahn y Fritz Strassmann dewscubrieron la fisión nuclear del uranio en 1938. Se conserva en el Nuclear Fission Deutsches Museum/Imagen: J. Brew en Wikimedia Commons

Aunque la publicación reciente de documentación sobre el tema ha desvelado que en realidad los alemanes estaban muy lejos todavía de conseguir una bomba atómica y su objetivo inmediato era sólo producir energía eléctrica, la mera posibilidad fue lo suficientemente preocupante como para que los Aliados tomaran la decisión de destruir la fábrica. El Combined Operations Headquarters (Cuartel General de Operaciones Combinadas, un departamento creado en 1941 para realizar acciones conjuntas de hostigamiento terrestres y navales) planeó entonces una misión de sabotaje que se iba a desarrollar en dos fases, la primera de las cuales tuvo lugar el 19 de octubre de 1942.

Recibió el nombre de Operación Grouse y consistía en lanzar en paracaídas sobre el área una avanzadilla integrada por cuatro miembros de la resistencia noruega entrenados por el SOE (Special Operations Executive). Como saltarían lejos de su objetivo para evitar llamar la atención y tendrían que recorrer esquiando la distancia hasta él, aparte de tener que memorizar mapas y planos en vez de llevarlos en papel, se les concedió un margen de tiempo. El problema se agravó al tomar tierra más lejos aún de lo previsto, lo que retrasó el aviso de llegada e hizo sospechar a los mandos que Grouse había fracasado.

Sin embargo, tras enviar día tras día la pregunta de contacto en clave («What did you see in the early morning of (a day)?», es decir, «¿Qué viste un día por la mañana temprano?») sin recibir respuesta, por fin llegó la contestación prevista («Three pink elephants«, «Tres elefantes rosas»). Todo quedaba listo así para la segunda fase, que se llevó a cabo un mes más tarde, el 19 de noviembre: la Operación Freshman, en la que una treintena de comandos británicos se unirían a los noruegos volando en planeadores Airspeed Horsa remolcados por aviones.

Un planeador Airspeed Horsa remolcado por un avión mediante un cable/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Despegaron de Skitten, en Escocia, y tras cruzar el Mar del Norte con muy malas condiciones meteorológicas no encontraron su destino, pues falló el receptor de las balizas. Dando vueltas intentando orientarse, uno de los aviones se estrelló contra una montaña y, pese a que pudo soltar el planeador, terminaron muriendo ocho de sus diecisiete ocupantes y quedando heridos otros cuatro; el resto cayó prisionero del enemigo poco después. El otro avión, perdido, también acabó mal y los que no fallecieron en el impacto fueron capturados y ejecutados por la Gestapo.

La operación había fallado estrepitosamente, pero los cuatro noruegos continuaban al acecho, alimentándose como podían con bayas y líquenes. Pero era urgente hacer algo porque ahora los alemanes estaban sobre aviso. Primero se cambió el nombre al equipo, pasando de Grouse a Swallow, y luego se puso en marcha la Operación Gunnerside, en la que se les unirían otros seis comandos, también noruegos, saltando en paracaídas desde un bombardero Halifax del 1381 Escuadrón de la RAF. Esta vez salió bien y contactaron con sus compañeros la noche del 16 de febrero de 1943, preparando su ataque para una semana y media después, la noche del 27.

El puente sobre el río que constituía el único acceso a la planta de Vemork/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

No iba a ser fácil porque los alemanes no sólo habían restringido la libertad de movimientos por el entorno al personal imprescindible , sino también reforzado las defensas con minas, reflectores y guardias, todo lo cual se sumaba a un puente de setenta y cinco metros de largo que salvaba el abismo de doscientos de altura sobre el río Maan y que era necesario pasar para acceder a la fábrica. Los comandos decidieron bajar al fondo y vadear el cauce fluvial, muy mermado en invierno, para luego trepar por la pared opuesta.

Lo consiguieron sin demasiada dificultad al no encontrar vigilancia, sorprendentemente, lo que les permitió seguir una vía férrea que entraba en las instalaciones y acceder al edificio principal por una ventana. Segunda sorpresa, dentro no había más que un técnico noruego que se mostró cooperador.

Localizaron las cámaras de electrólisis de agua pesada, donde colocaron cargas explosivas con temporizador y dejaron un subfusil Thompson para dar a entender al enemigo que habían sido soldados británicos, de modo que no tomase represalias contra la población local. En el anecdotario cabe resaltar que el técnico noruego no quiso irse sin encontrar antes sus gafas (resultaba casi imposible conseguir otras en plena guerra) y tuvieron que ayudarle a buscarlas.

Recreación de la colocación de las cargas de la Operación Gunnerside/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Finalmente las hallaron y salieron con el tiempo justo para huir de las explosiones, que como estaba previsto destruyeron las cámaras y con ellas cerca de media tonelada de agua pesada. Los alemanes movilizaron tres millares de efectivos en su persecución, pero cinco de los comandos lograron esquiar los trescientos veintidós kilómetros que les separaban de la neutral Suecia y el resto se unieron a Milorg (Militær Organisasjon, la resistencia noruega), dos en Oslo y los cuatro restantes en la región. Es curioso señalar que en 1976 se halló enterrado bajo la nieve un contenedor con material de aquel comando, hoy expuesto en el Imperial War Museum de Duxford.

No obstante, la Batalla del agua pesada no terminó ahí. El ataque detuvo la producción un par de meses, pero no dañó seriamente la planta y en abril retomaba su funcionamiento. El SOE entendió que los explosivos únicamente podían provocar daños temporales, sin contar el hecho de que resultaría prácticamente imposible infiltrar otro comando, por lo que la mejor opción para acabar de una vez con el problema era un bombardeo. Consecuentemente, el siguiente mes de noviembre Vemork se despertó con el amenazador sonido de las alarmas aéreas.

Fue la USAAF (United States Army Air Forces) la encargada de llevar a cabo la misión en varias oleadas. Primero pasaron ciento cuarenta y tres bombarderos B-17 que arrojaron un total de setecientas once bombas. Provocaron daños graves en las instalaciones (y veintiún civiles muertos), pero la mayoría no alcanzaron la planta principal y ésta seguía prácticamente intacta, protegida bajo siete pisos de hormigón, por lo que los días 16 y 18 los estadounidenses volvieron al ataque con treinta y cinco aviones B-24. El resultado fue más contundente y disuadió a los alemanes para abandonar la fábrica y trasladar el agua pesada conseguida y el hidróxido de potasio generador a Alemania.

El SF Hydro en 1925/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Estaban ya en 1944 cuando todo quedó dispuesto. El cargamento se embarcó en el ferry SF Hydro, que debía atravesar el lago Tinn (o Tinnsjå) para a continuación llevarlo hasta la costa en tren y pasarlo al continente. Se trataba de un transbordador ferroviario en activo desde 1914 y usado básicamente para el transporte de los fertilizantes, nitrato de potasio y amoníaco entre Rjukan y el puerto de Skien, en una línea de treinta kilómetros para la que su predecesor, el SF Rjukanfos, se había quedado pequeño (en 1929 incluso se les sumó un tercero, el SF Ammonia). Medía cincuenta y tres metros de eslora y tenía capacidad para acoger doce vagones.

En ellos se llevaban treinta y nueve barriles que contenían la preciada mercancía y quedaron estibados en el barco la noche del sábado 19 de febrero; insólitamente, con un único centinela armado más dos civiles. Aquí es donde tenemos que mencionar de nuevo a Knut Haukelid, el autor de Skis against the atom, ya que fue él quien recibió la misión de hundir la nave al tratarse del único comando adiestrado que había disponible en la zona.

Formado en EEUU como ingeniero, en 1941 se había unido a la Norwegian Independent Company 1, un grupo de operaciones especiales liderado por el capitán Martin Jensen Linge (razón por la que se les conocía como Kompani Linge), que a la postre fue el que llevó a cabo las operaciones Grouse y Gunnerside aunque con otros hombres.

Vista actual de la planta de Vemork/Imagen: I. Skotten en Wikimedia Commons

Para la acción contra el SF Hydro contó con la ayuda de Knut Lier-Hansen, Alf Larsen y Rolf Sørlie, todos ellos miembros también de la resistencia, que accedieron al recinto del puerto lacustre por una abertura practicada en la valla. Al intentar subir al barco, fueron descubiertos por uno de los guardias, pero Lier-Hansen le dijo que eran de la tripulación y pensaban dormir a bordo. Resultó convincente y se les permitió pasar, gracias a lo cual Sørlie y Haukelid bajaron a la bodega y pasaron dos horas colocando ocho kilos y medio de explosivo plástico Nobel 808 sobre la quilla, formando un círculo de tres metros y medio de diámetro.

A continuación desembarcaron tranquilamente y tras esperar a que zarpase el ferry se separaron: Sørlie marchó a Hardangervidda mientras Larsen y Haukelid ponían rumbo a la frontera sueca. La explosión se produjo cuando el SF Hydro estaba en la parte más profunda del lago, aunque lo suficientemente cerca de la costa como para que sus ocupantes pudieran nadar hasta ella. Al menos en teoría, pues la temperatura era de nueve grados bajo cero y los tripulantes no fueron capaces de botar todos los salvavidas; y aunque los vecinos enseguida acudieron al rescate con sus lanchas, murieron dieciocho personas, de las que únicamente cuatro eran soldados alemanes (otros cuatro se salvaron).

El explosivo provocó un boquete en el casco de casi dos metros cuadrados, haciendo que la nave se hundiera de proa, tal como se había calculado previamente. El SF Hydro terminó a cuatrocientos treinta metros de profundidad y el pecio no fue localizado hasta principios de la década de los noventa del siglo XX, recuperándose dos de los barriles de su cargamento para el National World War II Museum de Nueva Orleans. Al analizarlos se descubrió que el porcentaje de agua pesada que contenían era muy pequeño, calculándose el total en torno a quinientos litros; una minucia si se tiene en cuenta que hubieran hecho falta cinco toneladas para hacer operativo un reactor nuclear (diez para producir plutonio para una bomba).


Fuentes

Alex Swanston, The atlas of special operations of World War II | Thomas Gallagaher, Assault in Norway: Sabotaging the Nazi nuclear program | Richard Rhodes, The making of the atomic bomb | Damien Lewis, Hunting the Nazi bomb: The secret mission to sabotage Hitler’s deadliest | Wikipedia


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