Como uno de los fundadores del NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán), Adolf Hitler fue responsable de la adopción del ideario antisemita que bullía en la Alemania decimonónica, al igual que más tarde lo sería de poner en práctica la Endlösung (Solución final) mediante los campos de exterminio. Sin embargo, el dictador nazi mostró cierta gratitud hacia algunos judíos con los que había tenido relación en el pasado. De uno de ellos, el doctor Edward Bloch, ya hablamos una vez; otro, que vamos a ver hoy, fue Hugo Gutmann, su superior jerárquico durante la Primera Guerra Mundial.

Recordemos brevemente. El doctor Bloch era apodado el Médico de los pobres porque, pese a que tenía una exitosa consulta privada, siempre mostró disposición a atender no sólo a los pacientes acomodados sino también a los más humildes, cobrándoles tarifas acordes a sus escasos medios. En 1904 tuvo que tratar a Hitler, por entonces un enfermizo adolescente huérfano de padre, de una amigdalitis que sufría como consecuencia de un catarro mal curado. Tres años más tarde también se ocupó de la madre del joven, Klara, que padecía cáncer de mama; no pudo salvarla, pero sí atenuar sus dolores con inyecciones de morfina.

Hitler le quedó eternamente agradecido por el esfuerzo y porque no les cobró, dada su precaria situación económica, lo que demostró enviándole cada Navidad postales pintadas por él mismo. Cuando ascendió al poder dio orden a la Gestapo de que las recuperasen por las buenas, sin molestar al galeno en ningún otro sentido. De hecho, incluso le facilitó la salida del país a él y su familia, eliminando cualquier posible traba burocrática para permitirle emigrar a EEUU. Hasta lo declaró edeljude (judío noble), añadiendo que «si todos los judíos fueran como él, no habría una cuestión judía».

Eduard Bloch / foto CarlangeloCarrese en Wikimedia Commons

Esa frase probablemente se la hubiera aplicado también a Hugo Gutmann, que había nacido en Núremberg en noviembre de 1880. Era hijo de Salomon y Emma, los dueños de una fábrica de muebles de oficina que le proporcionaron una educación adecuada, consiguiendo para él un empleo como aprendiz en el Bankhaus Anton Kohn, el banco privado más grande de Baviera y cuyo propietario homónimo había fundado en 1864 la congregación judía de la ciudad. En 1902, Gutmann empezó su servicio militar de voluntario en el Königlich Bayerisches 8. Feldartillerie-Regiment Prinz Heinrich von Preußen («8º Regimiento Real de Artillería de Campaña de Baviera Príncipe Enrique de Prusia«), que tenía su cuartel en Núremberg.

Se incorporó en octubre y nueve meses después era ascendido a cabo, pasando a la reserva en septiembre de 1903. Se mantuvo en esa situación adiestrándose en un landwehr (milicia de reservistas) durante los veranos de 1904, 1907 y 1911, lo que permitió que en 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, se uniera a la 1ª División del Regimiento de Artillería de Campaña de Reserva 6, bajo el mando de los coroneles Maximilian Ebermayer y Hans Boelk. Era el 5 de agosto y en tres meses ya llevaba galones de sargento; en enero de 1915 ascendió a adjudant (literalmente asistente, o sea, ayudante o edecán) del Königlich Bayerisches 16. Reserve-Infanterie-Regiment («16. ° Regimiento de Infantería de Reserva Real de Baviera», apodado List por el apellido de su primer coronel caído en combate).

Hitler, primero sentado por la derecha, durante la Gran Guerra / foto Bundesarchiv, Bild 146-1974-082-44

El ascenso en el escalafón no se detuvo; el 15 de abril pasó a ser teniente y a finales de enero de 1918 retomaba las funciones de edecán, en este caso de los tenientes Oskar Döpping y Bruno Horn, manteniéndose en esas funciones hasta mediados de agosto. A partir de febrero de 1919, tres meses después de terminar la contienda, pasó a la reserva con el rango de teniente, iniciando una nueva vida civil postbélica al encargarse, junto a su hermano Ludwig, de la empresa de su padre, S. Gutmann Büroeinrichtungen; con el tiempo la convertirían en una de las mayores de Alemania en su especialidad.

A principios de 1920 Gutmann contrajo matrimonio con Mathilde Friedmann, que era dieciséis años más joven y con la que tuvo una hija y un hijo; el chico, por cierto, se llamaba Heinz Werner y en EEUU, a donde se trasladaría su familia posteriormente, cambiándole su nombre por el de Howard Charles, sería compañero de estudios del futuro secretario de Estado Henry Kissinger. Y es que las cosas iban a cambiar en la siguiente década, al difundirse el antisemitismo y comenzar a crecer el Partido Nazi, que en las elecciones de noviembre de 1932, pese a perder treinta y cinco escaños, era el de mayor representación en el Reichstag y logró que el presidente Hindenburg nombrase canciller a Hitler, en una coalición con los conservadores nacionalistas.

Tras las siguientes elecciones, que no alumbraron ninguna mayoría absoluta, Hitler arrancó del parlamento la autorización para asumir plenos poderes. Era algo temporal, pero ya no soltó la presa, y menos aún tras la muerte de Hindenburg en agosto de 1934. Ese óbito fue negativo para Gutmann, al que en otoño de 1933 se le había concedido una pensión de guerra porque el fallecido presidente quería proteger a los veteranos aunque fueran judíos. Pero en 1935, con los nazis ya sin obstáculos, se aprobaron las Leyes de Núremberg, un código legislativo racista que discriminaba a las supuestas razas consideradas inferiores y sentó las bases de la persecución a los judíos.

Hugo Gutmann, con su primera Cruz de Hierro, en 1917/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

A Gutmann se le retiraron su condición de veterano e incluso la ciudadanía, aunque mantuvo su pensión hasta 1945, seguramente por indicación de Hitler. Esa protección se inició en 1937, cuando fue detenido por la Gestapo por su relación con Joseph E. Drexel, un opositor al régimen que también había combatido en la guerra y que cayó junto a un centenar más de sospechosos. Drexel permaneció encarcelado hasta su juicio en enero de 1939, en el que le condenaron a tres años (en 1944 volvieron a arrestarle y acabó en el campo de Matthausen, pero sobrevivió). Sin embargo, Gutmann fue liberado gracias a las declaraciones en su favor del general Walter von Bergmann y Josef Meyerhofer, un compañero de regimiento.

Ambos hablaron con Friedrich Weidemann, asistente personal de Hitler y persona un tanto ambigua, pues, pese a que públicamente defendía el nazismo, en su fuero interno consideraba al Führer un peligro para la paz mundial (de hecho, acabaría postergado como cónsul en EEUU y tras la Segunda Guerra Mundial se retiraron los cargos presentados contra él). Weidemann ayudó a Gutmann por la misma razón que lo había hecho con otro judío, el juez Ernst Moritz Hess: durante la Primera Guerra Mundial, todos habían servido en la 6. Bayerische Reserve-Division, la misma en la que estuvo Hitler.

Éste se había alistado como gefreiter, es decir, soldado voluntario, teniendo como capitán a Wiedemann y como comandante a Moritz Hess (que no le recordaba, y cuando tomó el poder dijo: «¿Qué? ¿ Hitler? ¿Estaba en nuestra unidad? Ni siquiera nos fijamos en él»). Hess y Hitler, que resultaron heridos en el Somme y recibieron atención médica en el mismo hospital, fueron condecorados en 1918 con la Cruz de Hierro de Primera Clase, algo excepcional en el segundo porque no solía entregarse a simples gefreiter y, de hecho, Wiedemann ya había propuesto varias veces al cabo Hitler para la medalla, sin éxito.

Ernst Moritz Hess/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

La diferencia esta vez fue que hubo otro testimonio favorable, el de Gutmann, a la postre decisivo. Él, que había ganado la Cruz de Hierro de Segunda Clase en diciembre de 1914 y la de Primera un año más tarde, tuvo a sus órdenes a Hitler cerca de Soissons (en la región francesa de Picardía) del 29 de enero al 31 de agosto de 1918, Ese año le recomendó para la condecoración que, efectivamente, recibió el 4 de agosto de manos del coronel Anton von Tubeuf, coronel del citado 16° Regimiento de Infantería de Reserva Real de Baviera. En lo sucesivo, Hitler lució su cruz siempre que pudo y debió de quedar agradecido a su teniente, a tenor de la protección que le dispensó.

Y es que, decíamos antes, la Gestapo recibió una visita de agentes de las SS para que pusieran en libertad a Gutmann. Éste no desaprovechó la oportunidad y abandonó Alemania con su familia, marchando primero a Bélgica y, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la inminente invasión de los Países Bajos, a Estados Unidos vía Francia, España y Portugal. Embarcaron en Lisboa en el buque Excalibur, que arribó al país norteamericano en el verano de 1940.

Se instalaron en San Luis (Misuri), donde Gutmann, que cambió su nombre por el de Henry G. Grant, entró a trabajar en la fábrica de máquinas de escribir Underwood Elliott Fisher hasta 1942. Luego se pasó a la industria del mueble, que tan bien conocía, mientras matriculaba a su hija en la Washington University of St. Louis en 1946. El resto de su vida transcurrió plácidamente en comparación con la experiencia anterior y falleció en San Diego en 1962.


Fuentes

Ian Kershaw, Hitler. La biografía definitiva | Thomas Weber, La primera guerra de Hitler. Adolf Hitler, los hombres del Regimiento List y la I Guerra Mundial | Edward Bloch, My patient, Hitler (en Collier’s Weekly) | Hitler’s Jewish Commander and Victim (en Jewish Voice From Germany) | Hugo Gutmann: Escaped Three Times | Wikipedia


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