En una cueva al sur de Lisboa, los yacimientos arqueológicos esconden un menú paleolítico. Además de herramientas de piedra y carbón, el yacimiento de Gruta de Figueira Brava contiene ricos depósitos de conchas y huesos con mucho que decirnos sobre los neandertales que vivieron allí, especialmente sobre sus comidas. Un estudio publicado en Frontiers in Environmental Archaeology muestra que hace 90.000 años, estos neandertales cocinaban y comían cangrejos.
Al final del Último Interglaciar, los neandertales recolectaban regularmente grandes cangrejos pardos, explica la Dra. Mariana Nabais, del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA), autora principal del estudio. Los capturaban en charcas de la costa rocosa cercana, buscando animales adultos con una anchura media de caparazón de 16 cm. Los animales se llevaban enteros a la cueva, donde se asaban sobre brasas y luego se comían.
En los restos arqueológicos estudiados por Nabais y sus colegas se encontró una gran variedad de restos de moluscos, pero en los yacimientos paleolíticos inalterados la abrumadora mayoría está representada por cangrejos pardos. Su tamaño se estimó calculando el tamaño del caparazón en relación con las pinzas de los cangrejos, que se conservan mejor que otras partes del cangrejo, por lo que es más probable que sobrevivan para ser encontradas por los científicos. Los arqueólogos evaluaron la rotura de los caparazones, buscaron marcas de despiece o percusión y determinaron si los cangrejos habían estado expuestos a altas temperaturas.
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Nabais y sus colegas descubrieron que la mayoría de los cangrejos eran adultos de gran tamaño que rendían unos 200 gramos de carne. Mediante el estudio de los daños en los caparazones y las pinzas, descartaron la participación de otros depredadores: no había marcas de carnívoros ni roedores, y los patrones de rotura no reflejaban depredación por aves. Los cangrejos son esquivos, pero los neandertales podrían haber recolectado cangrejos marrones de este tamaño en las pozas de marea baja en verano.
Las acumulaciones de moluscos causadas por los homínidos se identifican por su asociación con herramientas de piedra y otros elementos fabricados por los homínidos, como hogares, modificaciones de la superficie, como las quemaduras encontradas en aproximadamente el 8% de los caparazones de cangrejo, y pruebas de fracturas intencionadas; los patrones de fractura de los cangrejos de la Gruta de Figueira Brava sugerían que habían sido rotos para acceder a la carne. También se espera que los individuos de mayor tamaño estén sobrerrepresentados, como en la Gruta de Figueira Brava, lo que refleja que los homínidos eligen animales que ofrecen más carne.
Las pruebas indicaban a Nabais y sus colegas que los neandertales no sólo recolectaban los cangrejos, sino que los asaban. Las quemaduras negras en los caparazones, comparadas con estudios de otros moluscos calentados a temperaturas específicas, mostraron que los cangrejos se calentaban a unos 300–500 grados centígrados, típicos para cocinar.
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Nuestros resultados añaden un clavo más al ataúd de la obsoleta idea de que los neandertales eran primitivos habitantes de las cavernas que apenas podían ganarse la vida hurgando en los cadáveres de animales de caza mayor, afirma Nabais. Junto con las pruebas asociadas del consumo a gran escala de lapas, mejillones, almejas y una serie de peces, nuestros datos rebaten la idea de que los alimentos marinos desempeñaron un papel importante en la aparición de capacidades cognitivas supuestamente superiores entre las primeras poblaciones humanas modernas del África subsahariana.
Los autores advirtieron que era imposible saber por qué los neandertales eligieron recolectar cangrejos o si atribuían algún significado a su consumo, pero fueran cuales fueran sus razones, comer cangrejos habría ofrecido beneficios nutricionales significativos.
La idea de que los neandertales eran carnívoros de alto nivel que vivían de los grandes herbívoros de la estepa-tundra es muy tendenciosa, afirma Nabais. Tales opiniones pueden aplicarse hasta cierto punto a las poblaciones neandertales del cinturón periglaciar de la Europa de la Edad de Hielo, pero no a las que vivían en las penínsulas meridionales, y en estas penínsulas meridionales es donde vivieron la mayoría de los humanos del continente durante todo el Paleolítico, antes, durante y después de los neandertales.
Fuentes
Frontiers in Environmental Archaeology | Mariana Nabais, Catherine Dupont, Joao Zilhao, The exploitation of crabs by Last Interglacial Iberian Neanderthals: The evidence from Gruta da Figueira Brava (Portugal), Front. Environ. Archaeol., 07 February 2023 Sec. Zooarchaeology Volume 2 – 2023 doi.org/10.3389/fearc.2023.1097815
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