Si la aparición de armas de propulsión mecánica en la Prehistoria se percibe comúnmente como una de las señas de identidad del avance de las poblaciones humanas modernas en el continente europeo, la existencia de la arquería siempre ha sido más difícil de rastrear.

El reconocimiento de estas tecnologías en el Paleolítico Superior europeo se ha visto obstaculizado por los solapamientos balísticos entre las armas proyectadas con propulsor o con arco. Las tecnologías de tiro con arco se basan esencialmente en el uso de materiales perecederos; madera, fibras, cuero, resinas y tendones, que raramente se conservan en los yacimientos paleolíticos europeos y dificultan el reconocimiento arqueológico de estas tecnologías.

Son los artefactos de sílex las que constituyen la principal prueba de estas tecnologías de armas. Basándose en el análisis de estos artefactos de piedra, el reconocimiento del tiro con arco está ahora bien documentado en África y se remonta a unos 70.000 años.

Minúsculas puntas fabricadas por Homo sapiens hace 54.000 años y utilizadas como punta de flecha | foto Laure Metz/Ludovic Slimak

Algunas piezas de sílex o de asta de ciervo sugieren la existencia del tiro con arco desde las primeras fases del Paleolítico superior en Europa, hace más de 35.000 años, pero la morfología y los modos de empuñadura de estas antiguas piezas no permiten vincularlas a un modo de propulsión distinto, lo que hace casi invisible la posible existencia del tiro con arco durante el Paleolítico europeo.

La demostración de la arquería paleolítica sólo se ha podido establecer a partir del descubrimiento de los arcos y flechas más antiguos hallados en turberas del norte de Europa (en el yacimiento de Stellmoor, en Alemania, por ejemplo) y datados entre el X y el XII milenio.

Los datos de la cueva de Mandrin, en la Francia mediterránea, presentados en un artículo publicado en la revista Science Advances, enriquecen profundamente nuestro conocimiento de estas tecnologías en Europa y permiten ahora retrasar la antigüedad del tiro con arco en Europa en más de… ¡40 milenios!

El Dr. Ludovic Slimak mostrando una nanopunta neroniana hallada en la capa E de la cueva Mandrin. Los estudios de estas puntas luminosas demuestran que se utilizaban como puntas de flecha hace 54.000 años en la Francia mediterránea | foto Philippe Psaila

El estudio se basa en el análisis funcional de miles de artefactos de sílex procedentes del mismo nivel arqueológico que reveló en febrero de 2022 la ocupación más antigua de los humanos modernos en el continente europeo. Este riquísimo nivel, atribuido a la cultura neroniana, atestigua ocupaciones de Homo sapiens que se remontan al 54º milenio y se interpone entre numerosas ocupaciones neandertales que ocuparon la cueva antes y después de las instalaciones humanas modernas.

La excavación de las fases de asentamiento neroniano ha revelado no menos de 1.500 puntas de sílex. Su análisis demuestra que un número importante de ellas se utilizaban como armaduras para flechas propulsadas con arco. Es el tamaño muy reducido y, más concretamente, la escasa anchura de estas armaduras, de las que alrededor del 30% pesan apenas unos gramos, lo que permite excluir cualquier otro modo de propulsión balística para estas armas tan pequeñas.

Si gracias a este estudio la arquería en Europa, y más ampliamente en toda Eurasia, da un notable salto atrás en el tiempo, también arroja luz sobre el armamento de las poblaciones neandertales. El estudio demuestra que los neandertales, contemporáneos de los humanos modernos neronianos, no desarrollaron armas de propulsión mecánica (como las tecnologías que utilizan arcos o propulsores) y siguieron utilizando sus armas tradicionales basadas en el uso de enormes puntas en forma de lanza que se clavaban o lanzaban con la mano y que, por tanto, requerían un estrecho contacto con su presa.

Excavación en la cueva Mandrin | foto Ludovic Slimak

Así pues, las tradiciones y tecnologías dominadas por estas dos poblaciones eran profundamente distintas, lo que ilustra una notable ventaja tecnológica objetiva para las poblaciones modernas durante su expansión por el continente europeo.

Sin embargo, en su artículo, los autores sitúan este debate en un contexto mucho más amplio en el que las opciones técnicas no pueden limitarse únicamente a las capacidades cognitivas de las distintas poblaciones humanas, remitiéndonos al peso de las tradiciones dentro de estas poblaciones humanas neandertales y modernas, así como a etologías que pueden haber sido profundamente divergentes entre ellas.


Fuentes

University of Connecticut | Laure Metz et al., Bow and arrow, technology of the first Modern humans in Europe 54,000 years ago at Mandrin, France, Science Advances (2023). DOI: 10.1126/sciadv.add4675


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