El esqueleto de un monje bizantino de hace 1.500 años, encadenado con anillos de hierro, fue descubierto en una reciente excavación cerca de Jerusalén.
Un fenómeno fascinante descubierto en excavaciones en Jerusalén es el de esqueletos humanos enterrados envueltos en pesadas cadenas de hierro que pesan decenas de kilogramos. Se han encontrado dos enterramientos de este tipo en excavaciones realizadas con varias décadas de diferencia.
Un esqueleto encadenado con anillas de hierro fue hallado en Khirbat el-Masani, a unos cuatro kilómetros al noroeste de Jerusalén, junto a la antigua carretera que conduce de Lod a Jerusalén por Nebi Samuel/Nabi Samwil. Los restos arqueológicos de una iglesia de época bizantina con tres ábsides descubiertos aquí probablemente formaban parte de un monasterio con posada para peregrinos. Se ha propuesto identificar la iglesia con la de San Zacarías, construida por el sacerdote Sabino.
En el pasado, el yacimiento se estudió en el Mapa Topográfico de Jerusalén, y la Dra. Gaby Mazor, arqueóloga de la Autoridad de Antigüedades de Israel, realizó una pequeña excavación que dejó al descubierto la parte delantera de dos de los ábsides.
Una amplia excavación llevada a cabo en el sitio en 2017, dirigida por los arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel Zubair Adoi y Kafir Arbiv y financiada por Moriah Jerusalem Development Corporation, descubrió un gran complejo arquitectónico, que comprende el monasterio y la calzada y, lo más destacado, la iglesia, lo que permite comprender el plan, los métodos de construcción y la fecha de la iglesia.
El esqueleto humano, encadenado con anillas de hierro alrededor del cuello, las manos y los pies, fue descubierto en una tumba de cista junto a dos pequeñas celdas cerradas a modo de nicho en el ábside central de la iglesia. El enterrado era probablemente un monje asceta que vivía en el recinto de la iglesia o cerca de él, y que llevaba las cadenas como parte de su devoción.
Aunque el hallazgo de un esqueleto con cadenas es extremadamente raro en la región, la arqueóloga de la Autoridad de Antigüedades de Israel Elena Kogan-Zehavi descubrió un hallazgo similar en 1991 en Khirbat Tabaliya (Givat Ha-Matos), situada entre Jerusalén y Belén.
Los monjes ascetas optaban por practicar la autoprivación viviendo en reclusión y envolviéndose en cadenas dentro de celdas cerradas. Esta forma de ascetismo se originó en Siria en el siglo IV o V d.C. y está bien documentada en fuentes históricas. Las pruebas arqueológicas demuestran que esta práctica se extendió al menos hasta el sur de la región de Jerusalén.
El descubrimiento de los monjes encadenados enterrados plantea interrogantes sobre la psicología humana. ¿Cómo y por qué estos monjes soportaron voluntariamente el peso de las pesadas cadenas durante tantos años? ¿Qué les motivó a emprender un acto tan extremo?
Fuentes
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