La antigua ciudad griega de Enoanda en Licia fue encontrada por arqueólogos británicos en 1841 al oeste de la actual localidad de İncealiler, al suroeste de Turquía. Sus restos se encuentran en la cima de una montaña de difícil acceso que no es accesible a los turistas, y por eso su descubrimiento y exploración fueron tardíos.
Poco a poco fue saliendo a la luz todo el complejo urbano, y en 1847 se publicó el primer plano de la ciudad. Unos 37 años más tarde, entre los restos diseminados por el yacimiento se encontró el fragmento de una inscripción.
En el año 1974 una misión del Instituto Británico de Ankara fue la primera en examinar de cerca el conjunto de la ciudad y los edificios. Encontraron numerosas inscripciones, entre ellas muchos fragmentos que correspondían a la encontrada un siglo antes, de modo que para 1985 se habían encontrado un total de 88 fragmentos.

La inscripción resultó ser obra de un filósofo epicúreo llamado Diógenes de Enoanda. Resulta que este Diógenes, de quien prácticamente no se sabe nada salvo lo revelado por la propia inscripción, debió ser lo suficientemente rico como para adquirir una gran extensión de terreno en su ciudad.
En ese terreno hizo construir una plaza adornada con estatuas y, en ella, una estoa (un edificio porticado y alargado con columnas) de 80 metros de largo, en el cual esculpió un resumen de la filosofía de Epicuro. La inscripción tenía originalmente unas 25.000 palabras y ocupaba 260 metros cuadrados de pared, lo que la convierte en la mayor de toda la Antigüedad.

Diógenes realizó la inscripción ya en su vejez, tal y como él mismo cuenta, con el fin de ayudar a los que vienen detras y poner a su disposición los remedios de la salvación por medio de éste pórtico. Trataba de asegurarse que la filosofía de Epicuro fuera conocida por el mayor número posible de personas, pero también le preocupaba su propia fama póstuma.
Por ello la colocó de forma que los transeúntes pudieran leerla fácilmente, en un intento de hacer la filosofía accesible a todos (los que supieran leer), ya que los libros eran relativamente caros en aquella época.
Se desconoce si Diógenes puede ser la misma persona que un tal Flavianus Diógenes, un ciudadano romano de Enoanda mencionado en otras inscripciones, o incluso si podría ser el conocido historiador Diógenes Laercio.

En 1986 inició sus investigaciones en la ciudad de Enoanda Martin Ferguson Smith, quien encontró 38 nuevos fragmentos. Entre 2007 y 2012 el Instituto Arqueológico Alemán recuperó casi 100 nuevos fragmentos. En la actualidad se han descubierto unos 300 fragmentos, lo que supone menos de un tercio del total de la inscripción. Aun así no deja de ser un hallazgo impresionante.
La inscripción, de unos 80 metros de largo por 2,37 metros de altura, se disponía en 120 columnas de texto, conformando un monumento único en el mundo por su contexto filosófico.

El contenido incluye tres tratados escritos por el propio Diógenes (un tratado sobre la naturaleza, un tratado de Ética, y un tratado sobre la vejez), así como varias cartas y máximas. Comienza con una introducción en la que explica su vocación filosófica y la colocación de la inscripción:
Además, es justo y apropiado ayudar también a las personas que vivirán después de nosotros (pues también nos pertenecen, aunque aún no hayan nacido) y, por último, la humanidad dicta que también se ayude a los forasteros que vienen a nosotros. Puesto que, por lo tanto, la ayuda que esta inscripción pretende prestar concierne a un número considerable de personas, he decidido poner a disposición general los útiles remedios de la enseñanza epicúrea
En una de las cartas, la dirigida a un tal Antípatro, defiende la doctrina epicúrea de que hay un infinito número de mundos, y que ya había sido atacada frecuentemente durante la Antigüedad.

También se incluye una carta a su propia madre, en la que hay una sección sobre el significado de los sueños. Y una carta abierta a sus amigos, en la cual se despide de la vida y vuelve a mencionar la colocación de la inscripción.
De entre las máximas y aforismos de Epicuro que recoge, algunos han sobrevivido en otras fuentes, pero otros solo están atestiguados aquí. Uno de los fragmentos encontrados en 2008 contiene un análisis de las enseñanzas de Platón sobre la creación del mundo y el carácter imperecedero del Cosmos.

Aunque en un principio se pensó que la inscripción (y por tanto la vejez de Diógenes) data de la segunda mitad del siglo II d.C., el análisis de los textos y los nombres incluidos en él, así como la forma de las letras griegas utilizadas, sugiere como más probable el primer cuarto del siglo II d.C. La inscripción atestigua, por tanto, que el epicureísmo seguía siendo un movimiento importante en el siglo II d.C.
El pórtico en el que se encontraba la inscripción fue destruido, probablemente durante un terremoto en 140/141 d.C. o quizá debido al carácter pagano del texto. Los bloques de piedra fueron reutilizados como material de construcción en la propia ciudad, muchos de los cuales se encontraron formando parte del ágora.
Muchos de los fragmentos de la fabulosa inscripción de Diógenes todavía yacen en el lugar donde fueron descubiertos. Otros, unos 177, se guardan en el museo construido junto a las ruinas de Enoanda.
Fuentes
Jürgen Hammerstaedt, Pierre-Marie Morel, Refik Güremen, Diogenes of Oinoanda: Epicureanism and Philosophical Debates | Jürgen Hammerstaedt, Martin Ferguson Smith, New Research at Oinoanda and a new fragment of the epicurean Diogenes (NF 213) | Wim Nijs, “then truly the life of the gods will pass to men”: Contemplating Diogenes of Oenoanda’s Golden Age | Oinoanda und die größte Inschrift der antiken Welt (Deutsches Archäologisches Institut) | Inscripción del Muro de Diógenes de Enoanda (Sociedad de Amigos de Epicuro) | Wikipedia
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