Probablemente el lado malo de hacer las maletas -o la mochila- y evadirse unos días de la rutina sean esas horas muertas que parecen escaparse entre los dedos reduciendo las de por sí siempre escasas vacaciones. Perder el tiempo en salas de espera, aguardando conexiones o soportando retrasos es todavía peor que el que se va en los traslados, especialmente si son largos; cruzar el Atlántico, pongamos, puede constituir toda una tortura si uno lo afronta sin ir preparado. Y si se tienen hijos, la cosa se complica.

En tales situaciones hay que tirar de imaginación, desde los tradicionales pasatiempos a los modernos juegos de supervivencia. Los que prefieran emociones más intensas recurrirán a simuladores de vuelo, estrategia, deportes o los mencionados juegos de supervivencia. En esta úl­ti­ma mo­da­li­dad tam­bién hay don­de ele­gir: mun­dos fan­tás­ti­cos, ci­vi­lizcio­nes del pa­sa­do, pi­ra­tas, gue­rras, is­las de­sier­tas. Los zom­bies tien­den a acapa­rar el pro­ta­go­nis­mo y ha­cer­les fren­te es una for­ma adre­na­lí­ni­ca y adic­ti­va de iniciar unas va­ca­cio­nes.

En los aviones, hace ya bastante que las aerolíneas han puesto solución a eso, pero ¿y los tragamillas de carretera? ¿Cómo hacer para esquivar o al menos amortiguar el aburrimiento de estar sentado viendo cómo las manecillas del reloj aparentan estar inmóviles? La respuesta es una palabra tan vieja como la propia humanidad: juegos. Y además éstos no tienen por qué ir necesariamente asociados a los niños. Se trata de ocupar el tiempo, al fin y al cabo.

Hay recursos que suelen aparecer recomendados en todas partes, como las palabras encadenadas, las categorías, el veo veo, adivinar películas, contar cuentos, contestar preguntas evitando las respuestas «sí», «no», «bien» y «mal», etc. También están los típicos juegos de mesa magnéticos, pensados precisamente para el traqueteo de los viajes, o los naipes de toda la vida (¡esos inmortales solitarios!). No faltará, incluso, quien aproveche para estudiar o terminar algún trabajo pendiente. Ahora bien, aquí estamos hablando en términos más lúdicos.

Una de las ventajas que han traído la nuevas tecnologías a los viajeros es la posibilidad de acceder a un ocio digital para entretenerse durante los desplazamientos largos. Ante la perspectiva de pasarse unas cuantas horas en ruta, ya sea en coche, autobús, ferrocarril, avión o ferry, raro es quien hoy en día no incluye en su equipaje, por mínimo que éste sea, un dispositivo móvil que le permitirá llevar consigo múltiples opciones para distraerse; cada uno, su preferida, bien música, bien libro electrónico, bien alguna película o bien un videojuego.

Por supuesto, una lectura en su formato clásico de papel puede solazar igualmente, del mismo modo que es posible escuchar canciones mediante otros sistemas; la ventaja del teléfono o tablet es la capacidad y diversidad de almacenamiento. Lo cierto es que, según sea el transporte, ni siquiera haría falta proveerse de nada porque a menudo también las compañías operadoras proporcionan un menú de posibilidades para distraerse. Y de un tiempo a esta parte, han cogido fuerza los juegos online.

De hecho seguro que todos conocemos más de una familia -puede que incluso la nuestra- que, al proyectar unas vacaciones con desplazamiento largo, se asegura de que los niños vayan tranquilos jugando. Es cierto que en automóvil, autocar y barco resulta un poco más difícil por el riesgo de mareo, pero aviones y trenes suelen estar libres de ese problema. Y tampoco hay que preocuparse si falta wifi, pues la mayoría de los modelos de móvil vienen con juegos incorporados, si bien suelen ser para mayores, y muchos otros se pueden descargar gratis.

Sea como sea, el abanico disponible es amplio. Hay juegos hasta para los más pequeños -a partir de un año-, muy sencillos, basados en arrastrar un dedo por la pantalla para mover las piezas de un rompecabezas, pasar un laberinto o colorear un dibujo. Con más edad exigirán asimismo una complejidad mayor: reconocer banderas del mundo (Wordle de Banderas), disparar bolas para juntar tres del mismo color (Bubble Shooter), un partido de fútbol uno contra uno (Head Soccer), un dinosaurio corretón (T-Rex Chrome Dino Run)… En un escalón superior estarían cruzar una calle de tráfico denso (Crossy Road) o superar un circuito con obstáculos (Stumble Guys).

Los adultos también tienen derecho a jugar para pasar el tiempo -que a veces parece no transcurrir-, de vuelos inacabables o esperas en las terminales y estaciones. Revistas -incluidas las de pasatiempos-, libros y audiovisuales aparte, los móviles pueden facilitar la evasión a través de clásicos como Tetris y sus derivados (el Blockudocku, por ejemplo, es una combinación de ése con sudokus), el incombustible Pacman (que, por cierto, tiene versiones infantiles para aprender a multiplicar) o los múltiples de ajedrez (Chess, Lichess, Chess Free, etc).

En definitiva, las opciones son múltiples y variadas, solo falta encontrar el juego que más encaja con nosotros y con la distancia del viaje que nos queda por recorrer.


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