En el artículo dedicado a Caral, la primera ciudad de América, decíamos que, a pesar de su importancia ese sitio arqueológico es uno de los grandes desconocidos de Perú para el visitante y muy bien podría incorporarse a un circuito turístico del norte del país que incluyera Chan Chan, las huacas del Sol y la Luna, el Museo del Señor de Sipán, el complejo de El Brujo… A todos esos sitios se puede sumar también el Complejo Arqueoastronómico Chankillo, considerado el observatorio solar más antiguo de América.

Para llegar a Chankillo hay que seguir la Panamericana Norte (el tramo de una carretera que enlaza Lima con la frontera de Ecuador) hasta el kilómetro 361, en el distrito de Casma, región Áncash, a la altura de la parte meridional del valle de San Rafael. Allí, en la ribera izquierda del río Casma y no muy lejos de Caral (centenar y medio de kilómetros), se encontrará este asombroso lugar que la UNESCO incorporó a su lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad hace poco, en 2021.

Enmarcado en el característico paisaje seco del desierto litoral, se trata de un conjunto de ruinas que se extienden por unos cuatro kilómetros cuadrados, compuesto por una serie de estructuras arquitectónicas (edificios, torres, patios y murallas). Chankillo fue construida por la cultura sechín, cuya cronología abarca desde el 3600 a.C. al 200 a.C. aproximadamente, lo que la convertiría en la más antigua de América superando incluso a Caral, con la que probablemente mantuvieron contacto. De hecho, se calcula que Chankillo corresponde a una etapa muy temprana, probablemente en torno al siglo IV a.C.

Ubicación geográfica del Complejo Arqueoastronómico Chankillo en Perú/Imagen: Google Maps

No es el único complejo arqueológico asociado a esa cultura, ya que habría que citar también otros que, salvo los costeros de Las Haldas y Huaynuná, se suceden por el interior a lo largo de los valles del Casma y el Sechín como Mojeque, Taukachi-Konkan, Sechín Alto, Sechín Bajo y Cerro Sechín, por citar sólo los de mayor tamaño.

En alguno de ellos se han hallado restos humanos con datación cronológica todavía más antigua, hacia el 7600 a.C., indicativo de que ya había asentamientos anteriores. En cualquier caso, debían ser alrededor de dos decenas de miles de personas que desarrollaron una civilización de forma independiente, sin influencias externas, regida por un gobierno único con centro administrativo en Sechín Bajo.

Vista general de Chankillo con el templo fortificado en primer término/Imagen: Ewicho en Wikimedia Commons

La periodización establece una fase Lítica entre el 12000 y el 3000 a.C. en la que no se han encontrado restos de cerámica, lo que induce a pensar una dependencia casi exclusiva del mar; una Precerámica (3000 – 1800 a.C.) con asentamientos esencialmente costeros que vivían de la pesca y otros interiores basados en el cultivo de algodón; un período inicial o Formativo (1800 – 900 a.C.) en el que el esplendor se reflejó en la construcción de pirámides y plazas monumentales, ampliando el espectro agrícola; y un Horizonte temprano (900-200 a.C.) en el que se recibió el influjo de la cultura chavín, se redujo la dependencia del mar al introducirse el maíz y los animales domésticos (camélidos, conejillos de Indias).

Volviendo a Chankillo, decíamos que forman el sitio varias partes: un área administrativa, otra residencial, una tercera fortificada con un templo circular de 300 metros de largo circunvalado por murallas concéntricas y protegido en lo alto de una colina (la Fortaleza), un puñado de plazas y patios, y el observatorio.

Este último ha sido bautizado con el nombre de Trece Torres porque, efectivamente, se cuenta ese número de ellas, hechas de mortero de barro y piedra canteada, de planta rectangular unas y romboidal otras, con diferentes alturas (entre 2 y 6 metros) y sucediéndose a espacios regulares (de 4,7 a 5,1 metros) por la cresta de una pequeña loma, las primeras diez con orientación norte-sur y las otras tres cambiando de dirección hacia el suroeste.

Esquela del templo-fortaleza de Chankillo/Imagen: The British Library en Wikimedia Commons

Esa línea de torres forma una especie de horizonte dentado que se prolonga unos 300 metros, de forma coincidente con los puntos de salida y puesta del sol a lo largo del año. En el solsticio de invierno, el sol saldría desde detrás de la torre más al oeste de Chankillo y se ocultaría detrás de cada una de las torres hasta llegar a la torre más a la derecha seis meses después, en el solsticio de verano, marcando el paso del tiempo.

O sea, las Trece Torres servirían para marcar el ciclo solar anual, determinando solsticios y equinoccios, seguramente con fines ceremoniales, en un culto solar dos milenios anterior al inca cuzqueño. Así lo creen los principales investigadores de Chankillo, el arqueólogo peruano Iván Ghezzi y el astrónomo británico Clive Ruggles.

De ese modo, los habitantes de la cultura sechín contarían con un preciso calendario cuyo margen de error sería de no más de un día o dos, gracias tanto a esa línea de horizonte como a las observaciones que se podían realizar desde las propias torres, ya que cada una dispone de una estrecha escalinata empotrada que permite subir a su terraza superior (aunque la mejor vista que hay del sitio para un curioso, aquella que permite contemplar panorámicamente la hilera de torres, quizá sería desde el aire). Lo confirmaría el hecho de que haya sitios parecidos en otras zonas de Perú, caso por ejemplo del observatorio del valle del Chincha, de unos 2.300 años de antigüedad pero correspondiente a la cultura paracas.

Las Trece Torres de Chankillo vistas desde el oeste. El solsticio de junio se situaba en la primera de la izquierda y el de diciembre en la de la derecha/Imagen: Juancupi en Wikimedia Commons

Chankillo, que en su momento de esplendor debía de presentar un aspecto imponente, con sus torres pintadas (hay vestigios de amarillo, blanco y ocre), revocadas y dotadas de decoración incisa, fue abandonado en el siglo I a.C. sin que se sepa la razón. Quizá fuera por la presión de los chavín, que se instalaron en la región y, a su vez, con el paso de los siglos, acabaron de manera similar cediendo sitio a los mochicas; al fin y al cabo, la guerra forma parte de la Humanidad desde siempre y en la parte oeste del observatorio se han desenterrado figurillas de una élite de guerreros armados con lanzas, porras y propulsores. No obstante, hay pocas certezas, teniendo en cuenta que apenas se ha podido estudiar un uno por ciento del total del complejo.


Fuentes

Iván Ghezzi y Clive Ruggles, Las Trece Torres de Chankillo: arqueoastronomía y organización social en el primer observatorio solar de América (en Boletín de Arqueología PUCP) | VVAA, Mapa cultural y educación en el Perú | Jerry D. Moore, A Prehistory of South America | Complejo Arqueoastronómico de Chankillo (UNESCO. World Heritage Convention) | Wikipedia


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