Uno de los engorros con que se encuentra un viajero al llegar a su destino es el check-in en su alojamiento. Si el trayecto se ha demorado por alguna razón o las obligaciones personales -laborales, por ejemplo- le obligan a partir tarde, es probable que llegue fuera del horario de atención. En un hotel puede resultar un fastidio, aunque, al fin y al cabo, siempre habrá un conserje que atienda; pero si se trata de un piso turístico y hay que quedar con el dueño para recoger la llave, la cosa se vuelve más incómoda aún. Por suerte, los tiempos cambian y la tecnología va ideando novedades en ese sentido; una de ellas es la cerradura electrónica con código Vikey.

Vikey es una start up italiana, nacida en 2016 y especializada en la digitalización de la recepción en hoteles y estructuras receptivas, con unos ocho mil establecimientos de nueve países bajo su control. Ofrece, pues, innovadoras soluciones de hardware y software para domótica que, en el campo turístico, permiten gestionar de forma práctica, centralizada y automatizada las fases de reserva de alojamiento, así como la entrada, salida y entrega de llaves, rebajando los trámites burocráticos y optimizando el consumo energético (apagado automático de luces, termostatos, TV).

Un dispositivo en cada puerta de las habitaciones hoteleras, o del alojamiento que sea (hostal, apartamento, casa rural…), facilita la entrada a éste del huésped; no sólo la física sino también todo el proceso que conlleva el check-in, como veremos. ¿Por qué? Pues porque se le habrá asignado automáticamente un código único, asociado a su reserva en exclusiva, de modo que disponga de una llave digital en su propio teléfono móvil. Se acabó la preocupación de cargar con la clásica tarjeta -no digamos ya la llave convencional-, con el riesgo de perderla o de que, como pasa a menudo, se magnetice y haya que pedir otra.

Para ello el anfitrión habrá equipado la cerradura de la puerta con ese dispositivo inteligente, compatible con cualquier cerradura europea de cilindro y con todos los tipos de puerta. Fácil de instalar, funciona con batería (Vikey Lock y Vikey Handle) o red eléctrica y es el que se encarga de autorizar la apertura al recibir el código del cliente que, recordemos, lo tiene en exclusiva mientras dure su estancia. En los portales, portones o acorazadas, conectados al telefonillo, habrá otro dispositivo (Vikey 4) que también permite la apertura digital.

Los usuarios pueden introducirlo de dos formas: pulsando los dígitos correspondientes en el teclado que incorpora o mediante una aplicación web. Para el segundo caso, habrán recibido antes su link en el momento de realizar la reserva, que mantendrán mientras dure ésta. Toda una garantía de seguridad que se suma a la comodidad de prescindir de llaves y además permite al anfitrión llevar un registro de entradas y salidas, así como controlar que no queda una puerta abierta o saber quién entra en cada habitación, pues se pueden hacer códigos específicos para el personal de limpieza.

No hace falta insistir en la flexibilidad e independencia que otorga el sistema Vikey en los mencionados check-in y check-out: hola a las reservas de última hora y a la seguridad; adiós a ceñirse a horarios estrictos, a solicitar en recepción un espacio para cuidar la maleta hasta el momento de la marcha definitiva, a tener que mantener un recepcionista esperando, etc. El código se anula al quedar vació el alojamiento, desactivándose la llave digital… hasta que haya una nueva reserva y se genere otro número para ella.

Todos los alojamientos son susceptibles de adaptarse a esta tecnología personalizada, que mejora la experiencia del huésped a la par que facilita el trabajo del dueño, ya que éste envía el código al primero utilizando la app de Vikey desde cualquier sitio, sin necesidad de verse en persona. Únicamente se requiere que el usuario disponga de un smartphone con conexión a Internet, pero incluso en el cada vez más improbable caso de que haya alguien que carezca hoy de un teléfono de ese tipo, el anfitrión puede abrirle la puerta principal y la puerta de la habitación desde el suyo y luego el teclado físico solucionaría el resto.

De hecho, todo el proceso de check-in se puede gestionar online, tal cual ofrecen desde hace tiempo ya algunas líneas aéreas. Si la reserva se ha realizado a través de alguna plataforma (Booking, Airbnb…) se sincroniza automáticamente con ella enviando un enlace a una intuitiva interfaz, que está disponible en ocho idiomas y avisa hasta tres veces si el proceso no se completa debidamente. Tras rellenar los datos y aportar una foto selfie con el DNI para confirmar la identidad (o, si se prefiere, mediante una videollamada) se crea automáticamente un fichero de alojamiento que se remitirá al Registro de Viajeros Web de la Policía.

Y, evidentemente, si el contrato se hace vía Internet pasa lo mismo con el pago, a gusto del consumidor. Es más, insistimos en que todo puede llevarse a cabo a distancia al cien por cien, incluyendo el envío de indicaciones sobre cómo llegar, mensajes de correo electrónico, contraseña de wifi, fotos y los vídeos del alojamiento, ofertas de servicios adicionales, etc. Toda la información con un solo clic y sin necesidad de descargar una aplicación, ya que se accede a ella al acabar el check-in. El futuro ya está aquí y es rápido, fácil, eficaz y seguro.


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