Giovanni Battista Caviglia era un marinero que había nacido en Génova en 1770, cuando la república era una de las principales potencias comerciales del Mediterráneo. Pasó la mayor parte de su vida en el mar y llegó a ser capitán de navío. Pero rozando ya los 40 años se cansó de navegar.

Dejó su barco amarrado en el puerto de Alejandría y decidió que quería ser arqueólogo, o más bien explorador, pues la arqueología todavía daba sus primeros pasos en aquella época. El caso es que comenzó a ofrecer sus servicios a coleccionistas y a todo aquel que quisiera contratarle. Su principal cliente fue el cónsul general británico en Egipto, Henry Salt, cuyo principal agente era Giovanni Battista Belzoni, extraordinario personaje de quien ya hablamos en un artículo anterior.

Salt tenía la misión de asegurar la obtención de antigüedades y artefactos para enviar al Museo Británico, además de conseguir armar una colección personal, por lo que patrocinó las excavaciones de Tebas y Abu Simbel. Gracias a ello Caviglia fue contratado para explorar la pirámide de Keops en 1816, donde realizó interesantes descubrimientos, como un corredor descendente y una sala subterránea inacabada.

La Esfinge y las Pirámides en 1878, con la estela entre las patas / foto dominio público en Wikimedia Commons

Al año siguiente se le encomendó la misión de excavar la Gran Esfinge de Giza, que a lo largo de los siglos había quedado casi totalmente cubierta por la arena. La última excavación para retirar la arena se había realizado en el año 160 d.C., por orden del emperador romano Marco Aurelio.

Caviglia encontró en torno a la esfinge numerosos artefactos antiguos e inscripciones, tanto en escritura jeroglífica como en griego y latín. Una de esas inscripciones estaba entre las patas delanteras de la esfinge y hoy se la conoce como la Estela del Sueño.

La Estela del Sueño entre las patas de la Esfinge de Giza | foto Chanel Wheeler en Wikimedia CommonsFlickr

Es una estela rectangular de granito de 3,6 metros de altura, 2,18 de ancho y 0,70 de grosor que pesa 15 toneladas y originalmente formaba la pared trasera de una pequeña capilla al aire libre, sin techo, construida por el faraón Tutmosis IV (XVIII dinastía) en 1401 a.C., el primer año de su reinado, entre las patas de la esfinge.

Se sabe que la piedra es un dintel reutilizado procedente de la entrada del templo mortuorio de Kefrén, ya que los zócalos de la parte posterior coinciden con los del umbral del templo.

En la parte superior de la estela se representa al faraón presentando ofrendas a la propia esfinge, que es la personificación del dios Her-em-akhet, una de las formas de Horus.

La Estela del Sueño en una ilustración de 1896 | foto Internet Archive Book Images en Wikimedia Commons

Y en la inscripción se relata como siendo un adolescente y encontrándose de cacería se paró a dormir a la sombra de la esfinge, que ya tenía unos mil años. Durante el sueño Her-em-akhet, la esfinge en persona, se le apareció y le pidió que quitase la arena que la iba enterrando poco a poco.

Uno de esos días sucedió que el Hijo del Rey Tutmosis vino, corriendo a la hora del mediodía, y descansó a la sombra de este Gran Dios. El sueño se apoderó de él a la hora en que el sol estaba en su cenit, y encontró a la Majestad de este Venerado Dios hablando con su propia boca, como un padre habla con su hijo, diciendo: “Mírame, hijo mío, Tutmosis. Yo soy tu padre, Her-em-akhet-Jepri-Ra-Atum; te daré mi Reino sobre la tierra a la cabeza de los vivos. Llevarás la Corona Blanca y la Corona Roja en el Trono de Geb, el Príncipe Heredero. La tierra será tuya, en su extensión y en su aliento, aquella sobre la que brilla el ojo del Todopoderoso. El alimento de las Dos Tierras será tuyo, el gran tributo de todos los países, la duración de un largo período de años. Mi rostro se dirige a ti, mi corazón a ti; tú serás para mí el protector de mis asuntos, porque estoy enfermo en todos mis miembros. Las arenas del Santuario, sobre las que estoy, me han alcanzado; vuélvete hacia mí para hacer lo que deseo. Sé que eres mi hijo, mi protector; he aquí que estoy contigo, soy tu jefe».

La estela tal y como la registró Richard Lepsius en 1849 | foto dominio público en Wikimedia Commons

La promesa de la esfinge es hacer a Tutmosis faraón a cambio de despejar la arena. A primera vista parece que el trato es demasiado generoso, aunque es posible que desenterrar la enorme estructura que llevaba siglos cubriéndose de arena no fuera una tarea tan sencilla como creemos.

Algunos investigadores creen que la estela sirvió para legitimar el ascenso al trono de Tutmosis IV, que no habría sido el príncipe heredero. Por el contrario, podría haber arrebatado el trono a sus hermanos mayores. Esta hipótesis se basa en el hallazgo de otras tres estelas (ahora desgraciadamente perdidas pero publicadas en su día por Selim Hassan y Dorothy Eady) en las que parece que se representaba a otros hijos de Amenhotep II (hermanos de Tutmosis) haciendo ofrendas a la esfinge. En ellas, los nombres de los príncipes habían sido cuidadosamente borrados.

No obstante, en la tumba identificada como TT64 de la necrópolis de Tebas, su tutor Heqarneheh afirma haber instruido al hijo mayor del faraón. No hay razones para pensar que esto pueda ser falso.

La Estela del Sueño asomando por encima de las patas de la Esfinge de Giza | foto Kurohito en Wikimedia Commons

Sin embargo el doctor Hutan Ashrafian, cirujano del Imperial College de Londres, propuso en 2012 una audaz hipótesis basándose en el contenido de la Estela del Sueño. Dado que tanto el propio Tutmosis IV como otros faraones posteriores de su misma dinastía, como Akenatón y Tutankamón, murieron jóvenes, habrían padecido de una enfermedad hereditaria.

Según Ashrafian esta enfermedad sería la epilepsia del lóbulo temporal, un tipo de epilepsia a la que van asociadas visiones espirituales y episodios de intensa religiosidad, tales como la visión descrita en el sueño de Tutmosis. Ello explicaría igualmente el prematuro fallecimiento de todos esos faraones.


Fuentes

Richard William Howard Vyse, Operations Carried on at the Pyramids of Gizeh in 1837 | Samuel Birch, Archibald H. Sayce, Records of the past : being English translations of the Ancient monuments of Egypt and western Asia | Selim Hassan, The Great Sphinx And Its Secrets: Historical Studies In The Light Of Recent Excavations | Hutan Ashrafian, Familial epilepsy in the pharaohs of ancient Egypt’s eighteenth dynasty. Epilepsy & Behavior vol.25 Issue 1, pp.23–31 (2012), DOI:doi.org/10.1016/j.yebeh.2012.06.014 | Normandi Ellis, Gloria Taylor Brown, Invoking the Scribes of Ancient Egypt | Wikipedia


  • Comparte este artículo:

Loading...

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.