Uno de los primeros escritores griegos que escribió sobre el arte de la guerra se llamaba Eneas. Se sabe que vivió en el siglo IV a.C. siendo contemporáneo de Aristóteles y, para distinguirlo de otros con igual nombre a finales de la Edad Media los estudiosos le dieron el apodo de el Táctico.

El erudito de finales del siglo XVI y principios del XVII Isaac Casaubon pensaba que Eneas había sido contemporáneo del historiador Jenofonte, y que se trataba del estratego arcadio Eneas de Estínfalo, quien derrocó al tirano de Sición en 367 a.C. y al que Jenofonte sitúa en la batalla de Mantinea en 362 a.C. Pero esta identificación no es avalada por el consenso de los investigadores. Hoy se considera que pudo ser un general mercenario, de origen arcadio, de los que abundaban en la Grecia del siglo IV a.C.

En cualquier caso fue Casaubon quien le denominó el Táctico, y no es un apodo caprichoso, ya que precisamente escribía sobre cuestiones relacionadas con el combate y el único de sus tratados que ha llegado hasta nuestros días (reconstruido por las menciones de otros autores) lleva el sugerente título de Cómo sobrevivir bajo asedio (Περὶ τοῦ πῶς χρὴ πολιορκουμένους ἀντέχειν). Esta obra, que se considera como el primer tratado conservado de táctica militar en la literatura occidental, ofrece una serie de consejos prácticos para la defensa de una ciudad sitiada, como el uso de códigos secretos, cuestiones sobre gestión de personal, selección de los guardias en murallas y puertas, etc.

El telégrafo hidráulico de Eneas el Táctico en una ilustración de Yan Dargent (1868) | foto dominio público en Biblioteca Nacional de Francia

Polibio, que descubrió la existencia de un capítulo adicional, el número 31 y más largo del tratado de Eneas, dice que estaba dedicado por completo al arte de transmitir mensajes. Eneas menciona en él hasta 24 procedimientos que parece haber elegido por su eficacia, como esconder el mensaje en tiras de plomo enrolladas que una mujer lleva a modo de pendientes.

Entre las cosas que Eneas menciona encontramos, por ejemplo, la invención del buzón (para evitar que emisor y receptor tengan contacto directo), o la práctica de la manipulación psicológica para interceptar un mensaje, la cual consistiría en fingir que se sabe todo para obtener una confesión. Pero también un método de transmisión de mensajes novedoso, por medio de un telégrafo hidráulico.

Ya vimos en un artículo anterior como Polibio se atribuía la mejora de un sistema telegráfico que empleaba señales de humo, y que había sido inventado por Cleóxeno y Democlito en el siglo III a.C. El invento de Eneas sería anterior en casi un siglo, datando aproximadamente de 350 a.C.

Reconstrucción de telégrafo hidráulico en el Museo de Tecnología de Tesalónica | foto Ges-tg en Wikimedia Commons

Se trata de un telégrafo óptico (etimológicamente telégrafo significa escribir a distancia), un sistema al que los griegos llamaban semáforo, del griego sema (signo, señal) y foro (llevar), y que funcionaba utilizando una combinación de fuego y agua.

El sistema consistía en la instalación de contenedores de agua de similar tamaño en torres almenaras o colinas distantes, de modo que desde una pudiese verse la siguiente.

En los contenedores se instalaban unos corchos flotantes con unas varillas verticales que tenían grabados varios mensajes prefijados, como por ejemplo llegó la caballería, llegó la infantería, llegaron los barcos, el enemigo ha entrado en el país, la invasión ha sido repelida, el enemigo está en movimiento, etc.

Dice que los que van a [comunicar] noticias urgentes entre sí por medio de una señal de fuego deben procurarse dos vasijas de barro de la misma anchura y profundidad, siendo la profundidad de unos tres codos y la anchura de uno. Luego deberían tener corchos hechos un poco más estrechos que las bocas de las vasijas [para que el corcho se deslice a través del cuello y caiga fácilmente en la vasija] y por el medio de cada corcho debería pasar una varilla graduada en secciones iguales de tres dedos de ancho, cada una claramente marcada de la siguiente. En cada sección deben escribirse los sucesos más evidentes y ordinarios que ocurren en la guerra, por ejemplo, en la primera, “La caballería llegó al país”, en la segunda “La infantería pesada”, en la tercera “La infantería ligera”, en la siguiente “La infantería y la caballería”, en la siguiente “Los barcos”, en la siguiente “El grano”, y así sucesivamente hasta que hayamos introducido en todas las secciones las principales contingencias de las que, en el momento actual, existe una probabilidad razonable en tiempo de guerra. A continuación, nos dice que hagamos agujeros en ambos recipientes de exactamente el mismo tamaño, de modo que permitan exactamente el mismo escape.

Polibio, Historias, 10.44
Otra vista de la reconstrucción del modelo en el Museo de Tecnología de Tesalónica | foto Gts-tg en Wikimedia Commons

La estación que quería transmitir el mensaje utilizaba una antorcha, cuyo encendido avisaba a la siguiente de que quería transmitir. Cuando la estación receptora confirmaba que estaba a la escucha encendiendo otra antorcha, ambas abrían las espitas de los recipientes y el agua comenzaba a fluir al exterior, bajando el nivel y haciendo descender los corchos.

Una vez que el agua llegaba al borde del mensaje inscrito en la varilla que se quería transmitir, el emisor apagaba su antorcha para indicar la finalización y ambas estaciones cerraban las espitas de forma simultánea.

Si, como debía prepararse con antelación, ambos recipientes cumplían el requisito de ser exactamente iguales y evacuar el agua a la misma velocidad, el mensaje que se podía leer en ambas debía ser el mismo. La sincronización era la clave del sistema.

Luego debemos llenar los recipientes con agua y colocar los corchos con las varillas en ellos y dejar que el agua fluya a través de las dos aberturas. Cuando se hace esto, es evidente que, siendo las condiciones exactamente similares, en la medida en que el agua se escapa, los dos corchos se hundirán y las varillas desaparecerán en los vasos. Cuando por el experimento se vea que la rapidez de la fuga es en ambos casos la misma, se llevarán los recipientes a los lugares en los que ambas partes han de cuidar las señales y se depositarán allí. Ahora bien, cada vez que se produzca alguna de las contingencias escritas en las varillas nos dice que levantemos una antorcha y esperemos hasta que la parte correspondiente levante otra. Cuando las dos antorchas sean claramente visibles, el señalero debe bajar su antorcha y dejar que el agua salga de inmediato por la abertura. Cuando, a medida que los corchos se hunden, la contingencia que se desea comunicar llega a la boca del vaso, se le dice al señalero que levante su antorcha y los receptores de la señal deben detener la abertura de inmediato y anotar cuál de los mensajes escritos en las varillas está en la boca del vaso. Este será el mensaje entregado, si el aparato funciona al mismo ritmo en ambos casos.

Polibio, Historias, 10.44
Explicación del funcionamiento del telégrafo hidráulico de Eneas en el Museo de Tecnología de Tesalónica | foto Kostas Limitsios en Flickr

Siempre según Polibio, el telégrafo hidráulico de Eneas habría sido utilizado durante la Primera Guerra Púnica (264–241 a.C.) para enviar mensajes entre Sicilia y Cartago. Es posible que el propio Eneas, si era el estratego arcadio con el que se le suele identificar, lo pusiera también en práctica en la propia Grecia.

En cualquier caso, hasta finales del siglo XVII no se desarrollaría en Europa otro sistema de telegrafía óptica más avanzado y versátil.


Fuentes

Aeneas Tacticus, How to Survive Under Siege | Maria Pretzler, Nick Barley, eds., Brill’s Companion to Aineias Tacticus | Taliaferro Preston Shaffner, The Telegraph Manual | Polybius, Histories | Wikipedia


  • Comparte este artículo:

Descubre más desde La Brújula Verde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.