El origen de cada pueblo de la Antigüedad suele suponer un quebradero de cabeza para los historiadores, que a menudo se ven obligados a elaborar hipótesis a partir de las inciertas fuentes documentales para después comprobar, con asombro o decepción, que la arqueología no las refrenda del todo.
Algo así es lo que ocurre con los parisii, una tribu celta del este de Gran Bretaña que probablemente proceda de otra de nombre similar, la de los parisios, que habitaba en la Galia y de la que un grupo, acaso, cruzó el Canal de la Mancha. Sin embargo, más allá de similitudes en algunos aspectos -por otra parte comunes en casi toda Europa-, el registro arqueológico parece indicar que no.
Los parisios también eran celtas, pero vivían a orillas del río Sena, cerca de la actual capital francesa -a la que evidentemente dan nombre- durante la Edad del Hierro (siglo III a.C.) y la época romana. En latín, tanto Julio César como Estrabón y otros autores (Ptolomeo, Plinio…) se los llamaba parisii, etnónimo cuyo significado se desconoce debido a la insuficiencia de conocimientos sobre la lengua celta antigua. Los expertos han sugerido diversas posibilidades y unos apuntan a una relación con el término «caldero» mientras que otros lo hacen con «comandante», «lanza», etc.
La propuesta que relaciona a los parisios con Isis, muy difundida siglos atrás y presuntamente «demostrada» gracias al descubrimiento de una estatua de la diosa en la iglesia de Saint-Germain-des-Prés, se considera hoy obsoleta porque el culto a esa divinidad se introdujo en la Galia con posterioridad a la conquista romana. Tampoco se tienen en consideración ya la que se refiere a Paris (el príncipe troyano, que en realidad sería hijo del rey galo Romus XVII) o la que vincula ese pueblo con los parrasianos, que habrían llegado con Hércules desde una región de Grecia.
En cualquier caso, sabemos por La guerra de las Galias que hacia el año 250 a.C. tenían su oppidum (ciudad fortificada, generalmente sobre una colina) en Lutetia Parisiorum, la París primigenia, abarcando sus dominios un territorio delimitado por grandes bosques: Montmorency, Saint-Germain-en-Laye, Marly, La Juvennerie, Trappes, Chevreuse, Verrières, Sénart, Armainvillier y el ya desaparecido Bondy. En el 52 a.C., los parisios se alinearon con Vercingétorix contra César, aportando ocho mil guerreros que finalmente fueron derrotados por el lugarteniente del general romano, Tito Labieno.
Su ciudad pasó a rebautizarse Lutetia a secas, siendo incorporada a la provincia de la Galia Lugdunense y perdiendo así el esplendor de que había gozado (que era tal que incluso acuñaba monedas de oro -en 1950 se encontró en Nanterre el denominado Tesoro de Puteaux, compuesto por ciento veinte estáteros de oro-), en parte porque los propios parisios prefirieron destruir sus posesiones antes de que cayeran en manos del enemigo.
Fue perdiendo importancia progresivamente en época bajoimperial, hasta el punto de que su existencia misma cayó en un semiolvido y su recuerdo únicamente se conservó en algunas fuentes, como las citadas antes o la Notitia Dignitatum del siglo V d.C.
Lo que nos interesa aquí es que, en algún momento, un grupo de parisios emigró hacia el norte. Tras cruzar el Canal de la Mancha, desembarcaron en lo que hoy es Inglaterra, estableciéndose en su extremo nordeste, el East Riding, la parte oriental del actual condado de Yorkshire. Es difícil hablar de fechas con certeza, ya que no hay precisamente abundancia de fuentes documentales y menos aún coetáneas. La principal es la Geografía de Ptolomeo, quien los ubica cerca de Opportunum Sinus (Buen Puerto), probablemente en la bahía de Bridlington, en la costa de Holderness, aunque también se ha propuesto Spurn.
No está claro, insistimos, porque Ptolomeo nunca pisó las Islas Británicas y además escribió su obra mucho después de ese viaje, en torno al año 150 d.C., informándose a partir de otros textos. Tampoco arroja luz la referencia que hace a los parisios el De situ Britannae, un manuscrito del siglo XIV que se atribuía al clérigo Richard de Cirencester (un benedictino cronista de la Abadía de Westminster) hasta que en 1846 se demostró que era una falsificación urdida en 1757. De situ Britanniae menciona la misma capital que Ptolomeo, Petuaria, y añade otra urbe destacada llamada Portus Felix, sin que conste a ciencia cierta cuánto hay de verdad y cuanto de fabulación.
Lo que sabemos de Petuaria Parisorum es posterior, ya que fue convertida por los romanos en un fuerte hacia el 70 d.C. y sólo duró hasta el 125 d.C. aproximadamente, en que el sitio fue abandonado. Hoy es Brough, y allí empezaba lo que ahora se denomina la Cade’s Road, una calzada que construyeron los legionarios y que se extendía unos ciento sesenta y un kilómetros hasta Pons Aelius, un campamento en el Muro de Adriano que devino en población estable, origen de la actual ciudad de Newcastle. Otra calzada, Ermine Street, enlazaba Petuaria con un segundo fuerte, el de Eboracum (York).
Respecto a Portus Felix, también conocido como Sinus Salutaris, era un pequeño asentamiento costero sobre el que se cree que se alza la ciudad inglesa de Filey, aunque no faltan alternativas como Sewerby o la citada Bridlington. Aparece reseñado en diversos mapas y documentos, como los ya mencionados de Ptolomeo (quien lo llama Portuosus Sinus) y De situ Britanniae, o la Cosmografía de Rávena (una lista de topónimos del siglo VIII d.C.). En 1857 se descubrieron ruinas arqueológicas romanas al borde de un acantilado (un faro, seguramente) datadas en el siglo IV d.C.
Lo cierto es que Ptolomeo emplea topónimos que no concuerdan con los de otras fuentes (Opportunum Sinus, Portuosus Sinus) y hasta aporta algunos únicos (Promontarium Ocellum), no localizados, todo lo cual no hace sino confundir a los historiadores y generar multitud de hipótesis.
Lo que sí parece probable, aunque sin demostración posible por ahora, es que el significado de Petuaria, «cuarto» (en el sentido numérico, es decir, cuarta parte), haría referencia a que los parisii originarios estaban divididos en cuatro tribus y la que se estableció en Britania fue una de ellas.
En ese sentido, se suelen resaltar las semejanzas culturales de ese pueblo con la cultura Arras, una cultura arqueológica de la Edad del Hierro que toma su nombre de la necrópolis de Arras Farm, en Yorkshire, y fue descubierta en el siglo XIX. Lo más característico que tiene son sus poco comunes prácticas funerarias, que incluyen una doble modalidad de enterramientos, unos en recintos cuadrados tumulares y otros en carros con ajuar y caballos (también los hay de ambos tipos a la vez), lo que contrasta con la mayoría de las inhumaciones coetáneas británicas -que suelen carecer de ajuar-, pero sí mantiene parecido con las de la cultura La Tène, particularmente en Champaña e Île-de-France.
Por contra, las casas, la cerámica y los adornos personales no presentan diferencias con lo que habitualmente alumbra el registro arqueológico en el archipiélago británico, sin importaciones continentales. Al respecto, cabe añadir que el territorio de los parisii de Yorkshire lindaba al norte y oeste con el de los brigantes (celtas, posiblemente originarios de los Alpes, que habrían llegado a Gran Bretaña con las migraciones Halstatt, pasando primero por la Gallaecia hispana y después por Irlanda) y al sur, en la otra ribera del estuario del Humber, con el los coritanos (también celtas, pero disgregados en pequeñas tribus federadas).
Los parisii, decíamos, se sumaron a la resistencia contra los romanos junto a los brigantes y coritanos, siendo derrotados tras una guerra que se prolongó veinticinco largos años, entre el 50 y el 75 a.C. Los coritanos, por cierto, tuvieron que buscar refugio con sus vecinos septentrionales -mantenían una buena relación-, después de que su territorio resultase partido por el gobernador Publio Ostorio Escápula (célebre por haber capturado al caudillo catuvellano Carataco) cuando éste mandó construir allí una trinchera defensiva que hoy se conoce como Fosse Way y es la base de la carretera que une Exeter con Lincoln. Sin embargo, no se sumaron al levantamiento de Boudica.
Siglos más tarde, en el V, tras la retirada de los romanos, los parisii constituyeron un pequeño reino al sur del Yr Hen Ogledd (término gaélico traducible como «El Viejo Norte»), cuyo nombre era Deira y que mantenía la capital en Petuaria Parisiourum (Brough-on-Humber) por ser un nudo de comunicaciones, como vimos antes. Pero sólo reaprovecharon las ciudades romanas de ladrillo y piedra para instalar fortalezas, prefiriendo para vivir pequeños poblados de madera en colinas boscosas.
Las fuentes documentales, que fluctúan entre lo real y lo legendario, hablan del primigenio rey Coel Hen y los Coelings (sus sucesores), que tuvieron que enfrentarse a las incursiones de pictos, frisones, sajones y escandinavos, terminando por aceptar a otros invasores, los anglos, como foederati. Éstos terminaron enfrentándose a los britanos hasta que el rey Aella, el primero del que hay referencias históricas propiamente dichas, consiguió conquistar la región y fundar Deira hacia el 580 d.C. En menos de un siglo, ese reino se uniría al anglosajón de Bernicia para formar el de Northumbria, allá por el 655 d.C. Era el principio del fin de la Edad Oscura.
Fuentes
Plinio el Viejo, Historia natural | Ptolomeo, Geografía | Julio César, La guerra de las Galias | Estrabón, Geografía | Richard of Cirencester, The description of Britain | Martin J. Dougherty, Celts. The history and legacy of one of the oldest cultures in Europe | Peter Halkon, The Parisi. Britains and romans in Eastern Yorkshire | Peter Halkon, The Arras Culture of Eastern Yorkshire – Celebrating the Iron Age | Wikipedia
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