Sejemra-Herhormaat Intef (al que se conoce como Intef VII) fue un faraón que reinó durante el Segundo período intermedio del Antiguo Egipto, entre los años 1593 y 1588 a.C., pero solo sobre el Alto Egipto con capital en Tebas.

Perteneciente a la XVII dinastía, tuvo que convivir con el dominio hicso del Bajo Egipto, gobernado por Apofis I, faraón de la XV dinastía. Serían sus sucesores los que vencerían a los hicsos, dando comienzo al Imperio Nuevo.

A su muerte fue enterrado en la necrópolis de Dra Abu el-Naga. Sin embargo, en su corto reinado de apenas cinco años (solo unos meses según otros investigadores) no le dio tiempo a preparar ni su sarcófago ni su tumba, por lo que hubo que usar un sarcófago común, no de los utilizados habitualmente para la realeza. Tampoco hubo tiempo a preparar para él un ureo, el emblema protector en forma de cobra usado por los faraones.

El sarcófago «prestado» del faraón Intef (a la izquierda en la imagen) | foto Gary Todd en Wikimedia Commons

Cuando los arqueólogos encontraron en Amarna la tumba de Paatenemheb, un alto funcionario de la época de Akenatón (1353-1336 a.C.), encontraron grabado en sus paredes un hermoso y extraño poema junto a un dibujo de un arpista ciego.

Se le conoce por ello como el Canto del Arpista, y en su primera línea se afirma que el texto está copiado de la tumba, dos siglos anterior, del rey Intef.

Detalle del arpista ciego | foto Rob Koopman en Flickr

La mayoría de los estudiosos opina que el Intef a quien se refiere el texto es precisamente el breve Intef VII, y el poema sería por tanto una copia de un texto genuino del Segundo Período Intermedio.

Es por tanto el texto más antiguo de un tipo de composiciones que aparecen en tumbas, estelas y papiros, siempre junto a dibujos de arpistas ciegos, por lo que se cree que eran cantados con acompañamiento musical en los rituales funerarios y otras ocasiones.

Son poemas y canciones que intentan tranquilizar al dueño de la tumba sobre su destino después de la muerte, a modo de alabanza. Sin embargo, el Canto del Arpista en la tumba del faraón Intef es extrañamente escéptico y pesimista.

Necropolis de Amarna
La necrópolis de Amarna donde se encontró la tumba de Paatenemheb | foto Olaf Tausch en Wikimedia Commons

Al contrario que el resto de este tipo de poemas el Canto del Arpista expresa dudas sobre la existencia de una vida después de la muerte, lamenta el fallecimiento y aconseja a quien lo lea u oiga que disfrute de la vida mientras pueda.

Es totalmente insólito que un faraón permitiese que en su tumba se inscribiera un texto que cuestiona la vida eterna.

Detalle del ‘Canto del Arpista’ | foto Rob Koopman en Flickr

Una de las muchas traducciones del Canto del Arpista dice así:

Las generaciones se desvanecen y desaparecen, otras ocupan su lugar en el tiempo de los ancestros. / Los dioses que vivieron antaño reposan en sus pirámides. / Los nobles y los bienaventurados están enterrados en sus tumbas. / Habían construido casas cuyo emplazamiento no existe ya. / ¿Qué ha sido también de ellos? / He oído las palabras de Imhotep y de Hardedef que se citan en proverbios y han sobrevivido a todo. / ¿Qué ha sucedido con sus posesiones? / Sus muros se han desplomado, sus dignidades han desaparecido como si no hubieran existido nunca. / Ninguno vuelve de allá abajo que nos cuente cuál es su suerte, que nos cuente lo que necesitan, y tranquilice nuestro corazón hasta que nosotros lleguemos a ese lugar donde ellos ya han llegado. / Que tu corazón, pues se apacigüe. El olvido te es favorable. / Obedece a tu espíritu por tanto tiempo como te sea posible. / Unge tu frente con mirra, vístete con lino fino, perfúmate con las maravillas verdaderas que forman parte de la ofrenda divina. / Aumenta tu contento para que tu corazón no languidezca. / Sigue tu deseo y tu felicidad, colma tu destino sobre la tierra. / No expongas tu corazón a la inquietud hasta el día en que te alcance la lamentación fúnebre. / Aquel cuyo corazón está hastiado no oye su grito. Y su grito no salva a nadie de la tumba. / Haz, pues, del día una fiesta, y no te sientas harto. / Mira, nadie lleva consigo sus bienes. / Mira, ninguno vuelve de los que se han ido.

En el el poema se menciona a Imhotep, el ingeniero y arquitecto que ya era un personaje mítico en aquella época, y también a Hardedef (Hordyedef), cuyas Instrucciones o Admoniciones son las más antiguas conocidas y están datadas en el siglo XXV a.C. Ambos eran recordados como sabios diez siglos más tarde en el Canto del Arpista.

El ‘Canto del Arpista’ en el Papiro Harris 500 del Museo Británico | foto Trustees of the British Museum

Una versión del poema se conserva también el Papiro Harris 500, en el Museo Británico, que está compuesto por una colección de canciones de amor.


Fuentes

Miriam Lichtheim, Ancient Egyptian literature : a book of readings | Papiro Harris 500 (Museo Británico) | James P. Allen, Middle Egyptian: An Introduction to the Language and Culture of Hieroglyphs | Carl S. Ehrlich, From an Antique Land: An Introduction to Ancient Near Eastern Literature | Wikipedia


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