En la ciudad japonesa de Kyoto hay un curioso monumento formado por una serie de figuras geométricas sobre un montículo o túmulo. Tiene un aspecto casi antropoide, dando la sensación de que representa una figura humana. Su nombre también es, en cierto modo, confuso ya que se llama Mimizuka (lo que significa montículo de orejas).

Y es que en realidad no tiene nada que ver con orejas y sí con narices. Parece que su nombre original era Hanazuka (montículo de narices), lo que hace referencia a las más de 35.000 narices que están enterradas allí. Pertenecían a soldados y civiles coreanos así como a tropas de la China Ming que hacían frente a las invasiones japonesas de la península de Corea entre 1592 y 1598.

Lo habitual entre los guerreros japoneses era llevarse las cabezas de sus enemigos vencidos. Estas eran contadas y registradas minuciosamente por los comandantes, empaquetadas y enviadas a Japón como prueba de que la campaña iba bien. Cuantas más cabezas conseguía, más dinero recibía como remuneración el soldado.

La flota japonesa | foto dominio público en Wikimedia Commons

Sin embargo, durante las invasiones de Corea llegó un momento en que había tantas cabezas que enviar con destino a Japón que resultaba casi imposible encontrarles sitio entre los barcos que transportaban tropas, ya en bastantes malas condiciones de hacinamiento. De modo que el regente japonés Toyotomo Hideyoshi insistió entonces en recibir narices en su lugar, como prueba de que sus hombres estaban realmente progresando en Corea.

Lo que había desatado el conflicto en un primer momento era la intención de Hideyoshi de conquistar China. Para ello solicitó a los coreanos que le permitieran libertad de paso, a lo que estos, que eran vasallos de la dinastía china Ming, se negaron. Entonces Hideyoshi inició la invasión de la península coreana.

El Mimizuka de cerca | foto KENPEI en Wikimedia Commons

En 1592 Hideyoshi envió una flota de 1.700 naves de diversos tamaños con las que transportó un colosal ejército de 160.000 hombres que desembarcaron en Busan. Tomaron Seúl, Hanseong y Pyongyang con cierta facilidad, disponiéndose a cruzar el cauce del río Yalu para entrar en territorio chino.

Pero entonces tuvieron la mala suerte de que enfrente se encontraron la flota del almirante coreano Yi Sun-sin, a quien ya dedicamos un artículo, que los frenó en seco. Seis años después del comienzo de la invasión, en 1598 las tropas japonesas tuvieron que abandonar en retirada, tras la muerte de Hideyoshi.

Este había dado órdenes claras, después de lanzar la segunda oleada de invasión en 1594:

Cortar a todos universalmente, sin discriminar entre jóvenes y mayores, hombres y mujeres, el clero y los laicos, soldados de alto rango en el campo de batalla, no hace falta decirlo, pero también la gente de las colinas, hasta los más pobres y mezquinos, y enviar las cabezas a Japón

Toyotomi Hideyoshi | foto dominio público en Wikimedia Commons

Según algunas fuentes el total de cabezas y narices enviadas, en barriles con sal, habría sido de 214.752, la mayor parte de ellas de soldados y civiles coreanos.

Pero antes de que finalizase la guerra el propio Hideyoshi mandó construir en terrenos del Templo Hokoji un santuario para sepultar todo lo enviado por sus soldados (en los propios barriles de transporte). También ordenó que los monjes budistas rezasen por el descanso de las almas de los miles de coreanos muertos. El santuario, con el túmulo y el monumento, se inauguraron el 28 de septiembre de 1597.

En un principio al santuario se le conoció por el nombre antes reseñado de Hanazuka (montículo de narices), pero varias décadas más tarde, pensando que se trataba de un nombre demasiado explícito y de mal gusto, se le cambió a Mimizuka (montículo de orejas), que es como se le conoce hoy en día. No se trata, ni mucho menos, de la única tumba de ese tipo que hay en Japón.

Otra vista del Mimizuka | foto Daderot en Wikimedia Commons

El monumento apenas tiene interés para los propios japoneses y la mayoría de visitas que recibe son de turistas coreanos. Hasta mediados de la década de 1980 apenas se lo mencionaba en los libros de texto de historia de Japón.

En la década de 1990 hubo intentos para excavar el montículo y devolver los restos a Corea, pero el gobierno japonés no autorizó los trabajos por tratarse de un monumento histórico.

Curiosamente el Mimizuka se encuentra al oeste del Museo Nacional de Kyoto y del santuario sintoísta Toyokuni dedicado a Toyotomi Hideyoshi, que fue deificado como kami después de su muerte.


Fuentes

Stephen R. Turnbull, Samurai invasion : Japan’s Korean War, 1592-98 | George Bailey Sansom, A history of Japan, 1334-1615 | John H. Martin, Phyllis G. Martin, Kyoto a Cultural Guide: Revised Edition | Kenneth M. Swope, A Dragon’s Head and a Serpent’s Tail | Wikipedia


  • Comparte este artículo:

Loading...

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.