En la catedral de Monza en Italia se guarda una curiosa corona que no es de hierro pero a la que se conoce, desde principios de la Edad Media, como la Corona de Hierro. El nombre deriva de la creencia de que una lámina interior que mantiene unidas las placas estaba hecha de ese metal, aunque en realidad es de plata.

Está formada por seis placas de una aleación que es 84 por ciento oro y el resto plata, unidas por bisagras (salvo una que parece haberse perdido). Cada placa tiene dos secciones, la primera más grande y con una piedra preciosa en el centro rodeada por cuatro rosetas de oro de siete pétalos, además de esmaltes de color con motivos florales en las esquinas. La segunda sección de cada placa es estrecha y contiene tres gemas (salvo una de las placas que solo tiene una gema y dos rosetas de oro).

La corona tiene forma circular irregular con un diámetro interior de solo 15 centímetros y una circunferencia de 48 centímetros. En total lleva 26 rosetas de oro, siete zafiros, siete granates y cuatro amatistas. El resto de elementos son simple vidrio coloreado. Las placas tienen 53 milímetros de altura y están fijadas con una lámina interior de plata de un centímetro de altura y un milímetro de grosor.

Medallón de Constantino con la diadema | foto Dietrich.Klose en Wikimedia Commons

Es esta lámina interior la que dio nombre a la corona cuando se pensaba que era de hierro y no de plata. Según la tradición, cuando en el año 324 d.C. Elena, la madre del emperador Constantino, hizo excavar el Gólgota encontró la cruz en la que todavía estaban los clavos. Dejó la cruz en Jerusalén pero se llevó los clavos a Roma. Con uno de ellos hizo crear un bocado de caballo y usó el otro en el yelmo de su hijo, con lo cual tanto el emperador como su caballo estarían protegidos en la batalla.

Durante la Edad Media se identificó el clavo de la leyenda con la mencionada lámina interior de la corona, creencia que perduró hasta los recientes análisis que confirmaron la equivocación. No obstante, la corona sí que podría haber formado parte del yelmo del emperador. Es lo que asegura la historiadora Valeriana Maspero, una de las principales estudiosas de la pieza.

Según Maspero lo que se conoce como Corona de Hierro no es más que la diadema que iba montada sobre el yelmo de Constantino. El monarca ostrogodo Teodorico el Grande habría reclamado a Constantinopla el yelmo y el bocado como parte de su derecho por ser rey de Italia. Los bizantinos accedieron, pero el emperador Anastasio I le envió solo la diadema, quedándose con el resto del yelmo (que estuvo expuesto en la catedral de Santa Sofía hasta la toma de la ciudad por los cruzados en 1204, cuando desapareció). Teodorico habría adoptado la diadema como corona, que posteriormente habría sido transmitida por los ostrogodos a los lombardos. Por ello, fue utilizada por Carlomagno en su coronación como rey de los Lombardos.

La Corona de Hierro | foto Sailko en Wikimedia Commons

Los expertos datan su fabricación en torno a los siglo IV-V, aunque algunos elementos son posteriores, de entre 445 y 565 los más antiguos y de entre 690 y 975 los más modernos. Evidencias de que la corona fue modificada o reparada durante siglos. Incluso algunos estudiosos creen que originalmente estaba formada por 8 placas, en lugar de 6, que se habrían reducido en Constantinopla con el fin de entregar una corona más pequeña a un rey bárbaro como Teodorico.

Otros son de la opinión de que fue Carlomagno quien la modificó, para poder usarla en la coronación de su hijo Pipino como rey de Italia en 781. Tras Pipino, la corona fue utilizada en la coronación de al menos otros cinco reyes: Otón III en el año 966, Conrado II en 1026, Conrado de Lorena en 1093, Conrado III en 1128 y Federico Barbarroja en 1155. No obstante, el historiador Bartolomeo Zucchi escribió hacia el año 1600 que la corona había sido usada en 34 ocasiones desde el siglo IX al XVII.

Una de esas ocasiones pudo ser la coronación de Carlos I de España (el emperador Carlos V) en febrero de 1530, simultáneamente a su coronación imperial en Bolonia.

Napoleón con la corona de Hierro | foto dominio público en Wikimedia Commons

El 26 de mayo de 1804 Napoleón Bonaparte fue coronado rey de Italia en la catedral de Milán. Él mismo se coloco la Corona de Hierro sobre la cabeza, al tiempo que decía Dios me la ha dado, ay de los que me la quiten.

Tras la caída de Napoleón y la creación del Reino lombardo-véneto en 1815, la corona se convirtió en su insignia real. Luego sufrió numerosos avatares, siendo llevada a Viena, después a Venecia y a Turín. Durante la Primera Guerra Mundial se guardó brevemente en Roma, y en la Segunda fue custodiada en el Vaticano, donde permaneció hasta el fin del conflicto. Los dos últimos reyes de Italia, Victor Manuel III y Humberto II, no quisieron ninguna ceremonia de coronación y por tanto no la utilizaron.

Hoy la Corona de Hierro se guarda en el altar de la capilla de Teodolinda, en la catedral de Monza, a la que originalmente la habría donado el rey Berengario I de Italia en el año 874.


Fuentes

Alessandro Silvano Picchi, Royal Crowns | Museo e Tesoro del Duomo di Monza | Francesco Antolini, Dei Re d’Italia inaugurati o no con la Corona Ferrea da Odoacre fino al regnante Imperatore Ferdinando I | Encyclopaedia Britannica | Wikipedia


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