Quien haya visto la famosa película Karate Kid, quizá recuerde una escena en la que el señor Miyagi evoca el recuerdo de su difunta esposa, fallecida al dar a luz a su hijo mientras él estaba en el frente, durante la Segunda Guerra Mundial. Lo curioso es que no combatía en el ejército japonés sino en el de EEUU, cosa en principio sorprendente porque los nisei (estadounidenses de origen nipón) fueron internados en campos de concentración en 1942. Pero es que el señor Miyagi, como se muestra en El nuevo Karate Kid (el cuarto film de la saga), formaba parte del 442º Regimiento de Infantería, un cuerpo creado precisamente con soldados nisei voluntarios, que se convirtió en el más laureado de la historia militar del país.

El 19 de febrero de 1942, menos de tres meses después del ataque a Pearl Harbor y la consiguiente entrada de EEUU en la contienda global, el presidente Roosevelt autorizó a su Departamento de Guerra la creación de campos de concentración para los cerca de ciento veinte mil habitantes de ancestros orientales registrados en el censo nacional por considerarlos sospechosos potenciales de colaborar con el enemigo. Para ello, se construyeron instalaciones en varios puntos de la costa Oeste y, siguiendo la orden ejecutiva 9006, el FBI procedió a detener a los miembros de la comunidad japonesa; al principio únicamente a sus dirigentes, pero una nueva orden, la 9102, amplió esas reclusiones a todos.

Eran unas ciento doce mil personas que tuvieron que dejar sus hogares y malvender tanto sus propiedades como sus negocios para trasladarse a los centros indicados, a pesar de que dos tercios habían nacido ya en EEUU. El proceso se completó en apenas dos semanas excepto en un lugar donde resultaba prácticamente imposible ponerlo en práctica: Hawái. Eso se debía a que una cuarta parte de la población era nisei y muchos ciudadanos de esa categoría constituían no sólo una mano de obra fundamental, tal como advirtieron los empresarios insulares, sino que también ocupaban puestos funcionariales importantes. Prescindir de ellos hubiera supuesto una catástrofe económica.

Japoneses siendo trasladados a un centro de internamiento/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Lo que sí se hizo fue dar de baja a todos los integrantes de la Hawaii Territorial Guard , una versión local de la Guardia Nacional integrada por estudiantes y reservistas del ROTC (Reserve Officer’s Training Corps), organizada poco después del ataque y destinada a vigilar instalaciones. No obstante, solicitaron colaborar en la defensa y se les concedió, organizándolos en la Varsity Victory Volunteers, una unidad de zapadores asignada a la base de Schofield Barracks y que, teniendo vetado combatir, recibió como misión realizar labores de ingeniería: construcción de calzadas, vallado, levantamiento de estructuras arquitectónicas militares, etc. No recibían ningún salario y, aunque fueron alojados separados del resto de tropas, no tardaron en ganarse su confianza.

En cambio, se permitió permanecer en filas a los miembros orientales de la Guardia Nacional propiamente dicha, unos mil trescientos soldados que estaban encuadrados en los regimientos de infantería 289º y 299º, dado que, de lo contrario, las fuerzas disponibles en el archipiélago se habrían visto peligrosamente mermadas. Eso sí, se optó por reunirlos a todos en un mismo cuerpo, exclusivamente compuesto por nisei, al que se bautizó como Hawaiian Provisional Battalion (Batallón Provisional Hawaiano). El 5 de junio se embarcó hacia el continente, para recibir el correspondiente adiestramiento en Camp McCoy (Wisconsin); diez días más tarde recibía su nuevo nombre oficial: 100º Batallón de Infantería, popularmente apodado One Puka Puka.

Soldados del 100º Batallón en una charla de instrucción/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Algunos de sus integrantes ganaron las primeras medallas ya en ese período seminal, al rescatar a civiles de un lago helado. Se les veía decididos a responder a la confianza y a borrar cualquier suspicacia, hasta el punto de que adoptaron como lema Remember Pearl Harbor. Seis meses después, en enero de 1943, completaron su entrenamiento en Camp Shelby (Mississippi) y Camp Clairborne (Louisiana), y entonces pasó a formar parte de un regimiento de nuevo cuño al que se incorporaron otros ochocientos nisei continentales. Era junio de 1943 y acababa de nacer el 442º de Infantería, a cuyo mando se puso al veterano coronel Charles W. Pence.

El reclutamiento no estuvo exento de incidentes, de los que el más significativo fue la doble negativa a contestar que una cuarta parte de los candidatos a entrar dio a unas preguntas previas sobre su lealtad a EEUU y su compromiso de renunciar a cualquier obediencia a un gobierno extranjero. En realidad, esas negativas sólo pretendían manifestar el rechazo a la duda, que consideraban ofensiva, pero muchos acabaron en la cárcel. No obstante, pronto el servicio de reclutamiento se vio desbordado por diez mil solicitudes, principalmente de hawaianos; los nisei continentales eran más reacios, al tener a sus familias recluidas.

De hecho, ingresar en el ejército no implicaba ninguna ventaja para sus familias, que debían permanecer recluidas. Por otra parte, pese a que Roosevelt declaró que «el americanismo no es, y nunca fue, una cuestión de raza o ascendencia«, lo cierto es que la idea inicial del alto mando era reservar esa fuerza para labores meramente policiales y de vigilancia a retaguardia, sin poder entrar en batalla -y menos contra los japoneses-, algo que sí se había permitido a los estadounidenses de origen italiano y alemán (que además no fueron internados en campos). Como mucho, se pensaba usarlos como fuerza de choque en acciones de riesgo especial, en las que previeran muchas bajas, a manera de carne de cañón.

Soldados del 442º en una marcha hacia el frente/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Al final se impondrían la realidad y las necesidades de la guerra, como veremos. El regimiento se completó definitivamente con tres mil hombres de Hawái y ochocientos del continente, que fueron repartidos entre el 442º y los otros dos cuerpos que se le adjuntaron para formar un grupo de combate, el 522º Field Artillery Battalion (Batallón de Artillería de Campaña) y el 232º Engineer Combat Company (Compañía de Ingenieros de Combate). Mientras el 442º aún estaba acabando el adiestramiento, el 100º Batallón se embarcó para Europa el 21 de agosto de 1943.

En principio se vetaba su presencia en el Pacífico, si bien algunos soldados fueron reclamados como intérpretes y espías por el MIS (Military Inteligence Service), de ahí que desembarcaran en Orán para reforzar a Eisenhower. Pero el que por entonces era comandante del Teatro de Operaciones del Norte de África no los quiso y se los transfirió al teniente general Clark, que los incorporó a su Quinto Ejército, integrándolos en la 34ª División de Infantería, que partió para Italia. Su bautismo de fuego fue el 29 de septiembre, en Salerno, avanzando veinticuatro kilómetros en sólo un día pese a la resistencia de los granaderos alemanes en la Línea Volturno.

La compañía F, del 2º Batallón del 442º, en St., Die (Francia)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Después luchó en Montecassino, donde la dura defensa germana de la Línea Gustav les produjo grandes bajas, y en Anzio. Eso hizo ganarse a los soldados nisei el apodo de Pequeños hombres de hierro y a su unidad el Batallón del Corazón Púrpura, esto último en referencia a la condecoración que ganaron varios de ellos. Montecassino cayó el 12 de mayo y entonces llegaron los primeros reemplazos, adiestrados por el Primer Batallón del 442º, que se había quedado en EEUU con esa misión; por cierto, cambiaría su nombre por el de 171º Batallón de Infantería, ya que 100º pasó a ser el Primer Batallón del 442º, que también fue enviado al viejo continente, reuniéndose ambos en Civitavecchia el 11 de junio de 1944.

Ya juntos combatieron en la Toscana, donde volvieron a protagonizar gestas meritorias, y en esa misma tónica continuaron avanzando hacia el Arno, lugar en el que llevaron a cabo una de sus acciones más destacadas, la de Castellina Marittima. Eso les permitió cruzar el río y continuar su marcha hacia Roma, ciudad por la que no les permitieron desfilar victoriosos junto al resto de las tropas pese a que su labor resultó fundamental para la derrota alemana final en Lanuvia y La Torretto, como dejaba patente que en ello hubieran sufrido casi mil trescientas bajas.

Con la captura de la capital italiana se hicieron algunas remodelaciones estructurales, ya que el frente se reorientaba al norte. La Compañía Antitanques fue incorporada al 517º Regimiento de Infantería Paracaidista, que iba a ser destinado a la Operación Dragón (la invasión del sur de Francia), campaña en la que brilló con luz propia. Entretanto, el 442º fue separado del Quinto Ejército para incluirlo en el Séptimo, y desembarcó en Marsella en septiembre para desplazarse hacia el Ródano. En octubre volvieron a entrar en batalla en los bosques de Los Vosgos, en difíciles condiciones meteorológicas y orográficas, tomando Bruyères y Biffontaine pese a la dura defensa germana.

Go for broke, pintura que representa los combates en Los Vosgos/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Fue en esa región donde realizaron otra de sus mayores proezas, la localización y el rescate del llamado Batallón perdido. Se trataba del 1.er Batallón del 141º Regimiento de Infantería de la 36º División de Texas, que al mando del teniente coronel Willian Bird había quedado aislado dos kilómetros más allá de las líneas enemigas y tuvo que resistir a la desesperada una semana hasta que los nisei lograron romper el cerco cargando con sus bayonetas al grito de «¡Banzai!». Aquella heroicidad estuvo a punto de desintegrar al regimiento, que se quedó con sólo ochocientos efectivos.

Ese elevado número de bajas generó duras críticas contra John E. Dahlquist, general de la 36ª División, al que se acusó de usar a sus soldados de origen japonés como carne de cañón, mandándolos a conquistar posiciones de discutible valor estratégico y sin el debido apoyo artillero. De hecho, el teniente nisei Allan M. Ohata fue apercibido de un consejo de guerra por negarse en una ocasión a hacer un ataque a una colina, al considerarlo suicida, y no faltaron otras muestras de discutible empatía del mando hacia sus hombres. Una vez se organizó una ceremonia en memoria de los caídos y, al ver que apenas se presentaban unos cientos del 442º, el general preguntó malhumorado por qué no estaban todos; el coronel le respondió que aquéllos eran todo lo que quedaba del regimiento.

El presidente Truman pasando revista al 442º Regimiento en 1946/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

En cualquier caso, la guerra seguía. El 522º Batallón de Artillería de Campaña fue destinado a reforzar la ofensiva de la 63ª División contra la Línea Sigfrido y luego continuó en esa misión itinerante de apoyo, cambiando de escenario con frecuencia. Ello llevó a sus soldados a ser los únicos nisei que combatieron en suelo alemán y a liberar a los tres mil prisioneros supervivientes del Kaufering IV Hurlach, uno de los ciento sesenta y nueve campos de concentración satélites del de Dachau, descubriendo a continuación otros campos. Los soldados del 522º se encargarían de buscar y detener a los criminales nazis de la zona tras la rendición de Alemania.

Mientras, el 442º regresó a territorio italiano para ayudar al Quinto Ejército a romper la Línea Gótica (la serie de fortificaciones creada por los germanos en los Apeninos, desde el mar de Liguria hasta el río Po, para proteger su retirada), que llevaba seis meses obstaculizando a los Aliados. Fue una batalla realmente cosmopolita, puesto que junto a los nisei estaban también los afroamericanos de la 92ª División de Infantería, así como tropas coloniales británicas y francesas, y la Fuerza Expedicionaria Brasileña. Las cosas habían cambiado y ahora Eisenhower los reclamaba para Las Ardenas, aunque al final fue Clark quien logró llevárselos a Italia.

El ataque del 442º fue tan contundente que la línea cedió y los teutones tuvieron que replegarse al norte del valle del Po con considerables apuros para, finalmente, rendirse en masa. Aquella victoria constituyó la última acción del regimiento en la guerra. Contra todo pronóstico, pasó a ser el más condecorado de la historia de EEUU con dieciocho mil ciento cuarenta y tres medallas, entre ellas veintiuna de Honor, la de máxima categoría, en menos de dos años. En 2011 se le añadiría una distinción conjunta, la Medalla de Oro del Congreso, a manera de homenaje póstumo.

El presidente Obama con varios veteranos nisei tras la concesión de la Medalla de Oro del congreso al 442º regimiento, en 2010/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Gajes de que sus abundantes bajas obligaran a recibir reemplazos más de dos veces, sumando un total de catorce mil combatientes que pasaron por sus filas. Entre ellos los hubo de todas las clases sociales, incluyendo dos senadores por Hawái, varios artistas, profesores universitarios y campeones deportivos. Todo lo cual no sirvió para evitar que, a su regreso a EEUU, fueran tratados como ciudadanos de segunda: en Hawái sí les aclamaron como héroes, pero en otros sitios nadie les quería contratar, no podían acceder a restaurantes e incluso la American Legion (la organización de veteranos de guerra) se negó a admitirlos hasta que intercedieron los oficiales blancos del regimiento.

Asimismo, la mayoría de los nisei encontraron sus hogares destruidos u ocupados cuando volvieron para reinstalarse, por lo que tuvieron que recurrir a la GI Bill (Servicemen’s Readjustment Act), una ley que pensionaba a los excombatientes y les favorecía la financiación de créditos para estudios, adquisición de vivienda o apertura de negocio. Gracias a ello, en la década de los sesenta aquellos estadounidenses de ascendencia japonesa habían ganado su última batalla: se convirtieron en reputados profesionales e hicieron olvidar el recelo latente contra ellos. Y, en el caso hawaiano, lograron que el archipiélago se incorporara a EEUU como su quincuagésimo estado. Lógico, teniendo en cuenta que su lema regimental era «Go for broke!» (¡Ir a por todas!).


Fuentes

James M. McCaffrey, Going for Broke. Japanese American soldiers in the War against Nazi Germany | Masayo Umezawa Duus, Unlikely liberators. The men of the 100th and 442nd | Alexander M. Bielakowski, Ethnic and racial minorities in the U.S. Military. An encyclopedia | 442nd Regimental Combat Team Legacy Website | 100th Infantry Battalion Veterans | National Veterans Network | Wikipedia


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