Los antiguos restos humanos desenterrados en la cueva de Bacho Kiro (en la actual Bulgaria) y descritos recientemente desde el punto de vista genético resultaron estar más emparentados con los asiáticos orientales contemporáneos que con los europeos actuales. Se propusieron varias hipótesis para explicar el hallazgo, pero este desconcertante resultado ha suscitado hasta ahora más preguntas que respuestas sobre los antiguos movimientos de población subyacentes que podrían explicar la presencia de individuos genéticamente asiáticos en Europa hace unos 45.000 años.

Un estudio publicado en Genome Biology and Evolution intentó resolver este misterio, situando a esos individuos en el contexto más amplio de los genomas humanos del Paleolítico euroasiático y coanalizando la genética y las pruebas arqueológicas. El estudio fue dirigido por Leonardo Vallini y por el profesor Luca Pagani, de la Universidad de Padua, en colaboración con la doctora Giulia Marciani y el profesor Stefano Benazzi, de la Universidad de Bolonia.

En el escenario planteado por los autores, la colonización de Eurasia oriental y occidental se caracterizó por varios eventos de expansión y extinción local a partir de un hub o núcleo poblacional, en el que prosperaron los ancestros de todos los euroasiáticos tras aventurarse a salir de África hace entre 70 y 60 mil años.

Situación de la cueva de Bacho Kiro | foto Hajdinjak, M., Mafessoni, F., Skov, L. et al. en Wikimedia Commons

Una expansión temprana y fallida del Homo sapiens tuvo lugar en algún momento anterior a hace 45 mil años. El único representante de esa migración, que no está relacionado ni con los europeos modernos ni con los asiáticos modernos, se ha recuperado en Zlatý kůň, en la actual República Checa, y aún no está claro su alcance.

Después, alrededor de hace 45 mil años, una nueva expansión emanó del hub y colonizó una amplia zona que abarcaba desde Europa hasta el este de Asia y Oceanía, y está asociada a un modo de producción de herramientas de piedra conocido como Paleolítico Superior Inicial, afirma Leonardo Vallini, primer autor del estudio.

Representación esquemática del poblamiento de Eurasia a través de repetidas oleadas de expansión a partir de un núcleo de población de fuera de África (zona sombreada en gris, no se conoce la ubicación exacta); las flechas rojas representan la expansión asociada a la cultura material del Paleolítico Superior Inicial y las flechas azules la expansión asociada a los conjuntos del Paleolítico Superior | foto Leronardo Vallini, Giulia Marciani

El destino de estos pobladores fue diferente en Asia Oriental y en Europa: mientras que en la primera perduraron y acabaron por dar lugar a la formación de las poblaciones modernas de Asia Oriental, los representantes europeos de esta expansión declinaron y desaparecieron en gran medida, dejando a los individuos de Bacho Kiro, el esquivo individuo Oase de Rumanía y algunos otros restos como únicos testigos de este poblamiento temprano de Europa.

Es curioso observar que, por la misma época, también se extinguieron los últimos neandertales, afirma Giulia Marciani, de la Universidad de Bolonia y coautora del estudio.

Finalmente, una última expansión se produjo en algún momento anterior a hace 38 mil años y recolonizó Europa desde el mismo núcleo poblacional, cuya localización está aún por aclarar, resume Luca Pagani, autor principal del estudio. Aunque incluso en Europa se produjeron interacciones ocasionales con los supervivientes de la oleada anterior, una mezcla extensa y generalizada entre las dos oleadas sólo tuvo lugar en Siberia, donde dio lugar a una peculiar ascendencia conocida como Euroasiáticos del norte antiguos, que acabó contribuyendo a la ascendencia de los nativos americanos.

Cueva de Bacho Kiro | foto Nenko Lazarov en Wikimedia Commons

Esta migración está asociada a un conjunto cultural diferente, denominado Paleolítico Superior, que caracteriza a los principales yacimientos paleolíticos europeos. Es digno de mención que, desde una perspectiva cultural, estas nuevas herramientas de piedra se han descrito a menudo como un ensamblaje independiente y no como un desarrollo local de tecnologías preexistentes en Europa: es refrescante ver que la información genética y cultural puede reconciliarse en un escenario global, concluye Telmo Pievani, de la Universidad de Padua y coautor del estudio.

Los autores concluyen que hay que dedicar más esfuerzos a aclarar el paradero geográfico del hub y a identificar las causas internas y externas que subyacen a estos antiguos movimientos de población, así como la dinámica cultural asociada.


Fuentes

Universitá di Bologna | Leonardo Vallini, Giulia Marciani, Serena Aneli, Eugenio Bortolini, Stefano Benazzi, Telmo Pievani, Luca Pagani, Genetics and material culture support repeated expansions into Paleolithic Eurasia from a population Hub out of Africa, Genome Biology and Evolution, 2022;, evac045, doi.org/10.1093/gbe/evac045


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