En septiembre de 2021, el arqueólogo voluntario Daniel Lüdin encontró una vasija que contenía 1.290 monedas del siglo IV d.C. cerca de Bubendorf, en una zona boscosa junto al castillo de Wildenstein, en el norte de Suiza.
El descubrimiento y la inspección inicial del hallazgo por parte de Archäologie Baselland fueron doblemente sorprendentes: por un lado, por un trozo de cuero que dividía las monedas en dos porciones, y por otro, por la inusual datación del hallazgo, ya que apenas se conocen tesoros de monedas de alrededor del 332-335 d.C.
La ventaja de recuperar hallazgos de este tipo en bloque es que las monedas pueden documentarse y descubrirse en condiciones de laboratorio. En este caso, también se examinó previamente la composición del hallazgo mediante una tomografía computarizada en los Laboratorios Federales Suizos de Ensayo e Investigación de Materiales (EMPA) de Dübendorf.
La EMPA dispone de un equipo de rayos X lo suficientemente potente como para poder penetrar en el contenido en capas milimétricas. Estas imágenes ya mostraban una zona libre entre dos porciones de monedas. El posterior análisis en el laboratorio reveló que se trataba de un simple trozo de piel de vaca, que separaba las monedas en dos partes.
Sólo podemos especular sobre el propósito de esta división. ¿Había dos propietarios diferentes en este caso? Lo único que se puede asegurar por el momento es que las monedas se reunieron en poco tiempo y la olla se llenó con todas las monedas al mismo tiempo.
Las monedas están hechas de una aleación de cobre con un contenido muy bajo de plata. En consecuencia, son una gran cantidad de calderilla con un modesto poder adquisitivo. El valor de todas las monedas juntas equivale probablemente a un sólido de oro de 4,5 gramos, lo que equivale a la paga de unos dos meses de un soldado de la época.
Todas las 1.290 monedas fueron acuñadas durante el reinado del emperador Constantino el Grande (306-337 d.C.). Los ejemplares más recientes datan de los años 332-335 d.C.
En el período romano tardío (siglos III y IV) abundan los enterramientos de este tipo: en tiempos difíciles -provocados por guerras civiles, invasiones de grupos étnicos vecinos o crisis económicas-, muchas personas enterraban sus objetos de valor para protegerlos del acceso de los extranjeros.
Sin embargo, para el periodo en el que fue enterrada la vasija de Bubendorf, apenas existen atesoramientos comparables en todo el Imperio Romano. Estos años se caracterizan más por su estabilidad política y una cierta recuperación económica. Por un lado, esto hace que el hallazgo sea muy especial, pero por otro lado, plantea más enigmas.
¿Por qué razones se enterraron las monedas y por qué no se volvieron a desenterrar? Aparte de los motivos personales que ya no se pueden rastrear, el lugar donde se encontraron las monedas podría dar pistas para una explicación: se encuentra en la zona limítrofe entre tres fincas romanas. Quién sabe, quizás las monedas se guardaban aquí en una especie de santuario fronterizo o se ofrecían a los dioses.
Fuentes
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