Thomas Stamford Raffles ha pasado a la historia principalmente por haber sido el artífice del dominio británico en el Extremo Oriente, y por ser el fundador del puerto de Singapur y por consiguiente de la propia ciudad.
Pero en el campo de la ciencia se le recordará por haber sido, junto al médico Joseph Arnold, quien en 1818 se encontró con la flor más grande del mundo.
Lo hizo mientras era vicegobernador de Bencoolen (actual Bengkulu), un territorio de la Compañía Británica de las Indias Orientales en la isla de Sumatra. Y por eso la planta que desarrolla esa flor toma su nombre de los propios Raffles y Arnold : Rafflesia arnoldii.
Raffles y Arnold ignoraban que un explorador francés llamado Louis Auguste Deschamps había encontrado un ejemplar ya en 1797 en la isla de Java. No podían saberlo puesto que el barco en el que regresaba a Europa fue interceptado por los británicos, y sus documentos y notas fueron confiscados. No aparecerían hasta 1954, cuando alguien los encontró en el Museo Británico.
Se trata de una planta que solo crece en los bosques húmedos de Indonesia, principalmente en la isla de Sumatra y en Borneo, y en las selvas del Sudeste asiático.
No tiene hojas, tallos ni raíces, ni siquiera clorofila y vive como parásito de enredaderas del género Tetrastigma (las propias enredaderas Tetrastigma son también en sí mismas una especie de parásitos, que utilizan la fuerza y el crecimiento vertical de los árboles circundantes para trepar hacia la luz.).
La Rafflesia crece como una masa de hilos de tejido completamente incrustados en el huésped, del que obtiene los nutrientes y el agua (hay pruebas científicas que sugieren que la Rafflesia ha robado el ADN de su especie huésped mediante un proceso llamado transferencia horizontal de genes).
Por ello solo es posible identificarla como una planta cuando ha desarrollado la flor, que puede llegar a tener un metro de diámetro y a pesar 11 kilogramos. Tiene color marrón rojizo y desprende un fuerte y desagradable olor a carne en descomposición.
Las flores emergen de una especie de capullos parecidos a repollos granates o marrón oscuro, que suelen tener una anchura de unos 30 centímetros. Tardan aproximadamente uno o dos años en desarrollarse y luego solo duran unos cinco o seis días.
Las flores pueden ser masculinas o femeninas, y se necesitan ambas para que la polinización tenga éxito, de ahí que utilice el fuerte olor para atraer a moscas y escarabajos (que deben visitar tanto las masculinas como las femeninas para que se produzca la polinización). Para ayudar a propagar este aroma también produce calor.
El polen de la Rafflesia, a diferencia de muchos otros, es un líquido espeso y pegajoso que se adhiere al lomo de los insectos, y puede ser transportado varios kilómetros antes de polinizar otra flor.
Hoy está en peligro debido a la deforestación y principalmente al turismo, aunque de momento no ha sido incluida en la Lista Roja de Especies Amenazadas. Su compleja fisiología dificulta las medidas de conservación y, por el momento, ningún jardín botánico ha conseguido cultivar una Rafflesia fuera de su entorno natural.
La flor es uno de los símbolos de Indonesia, y ha aparecido en numerosas emisiones de sellos. Se suele utilizar en la medicina tradicional como ayuda para el embarazo, aunque no hay pruebas científicas de su eficacia.
Fuentes
Encyclopaedia Britannica | Peter K. Endress, Diversity and Evolutionary Biology of Tropical Flowers | Royal Botanic Gardens, Kew | The Plant List | Harvard Magazine | Wikipedia
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