En el año 1833 trabajadores de una cantera en el monte Bryn yr Ellyllon (literalmente colina de las Hadas) en Mold, una localidad del condado de Flintshire en el norte de Gales, encontraron un túmulo prehistórico en el interior del cual había una sencilla tumba revestida de piedra. Contenía los restos de un individuo sobre la cual había sido colocado un objeto dorado.

Al ser retirado, el objeto se rompió en varios trozos. En un primer momento por su forma creyeron que se trataba de parte del ornamento pectoral de un caballo, hecha con finas láminas de oro de 0,11 milímetros de grosor.

Tenía unas 200 o 300 cuentas de ámbar distribuidas en varias hileras, restos de una tela gruesa en la parte interior, y 16 fragmentos de láminas de bronce que servían de soporte al oro. Además, en algunas partes las láminas de oro estaban unidas a las de bronce con remaches de éste mismo material.

La capa de oro de Mold | foto David Monniaux en Wikimedia Commons

Tres años más tarde, en 1836, el Museo Británico adquirió la mayoría de los fragmentos y poco a poco fue haciéndose con el resto hasta volver a recomponer la pieza casi en su totalidad.

En la década de 1950 el profesor de la Universidad de Liverpool Terence Powell sugirió que se trataba de una capa. La restauración iniciada en 1954 reveló, efectivamente, que su forma era la de una especie de capa ovalada que el individuo cuyos restos contenía la tumba debía haber llevado puesta en el momento de la inhumación.

Se la ha datado entre los años 1950 y 1550 a.C., esto es, en la Edad del Bronce europea, y posiblemente formaba parte de un atuendo ceremonial relacionado con alguno de los cultos prehistóricos de la parte de Gales en que se halló. De las casi 300 cuentas de ámbar (probablemente procedentes del Báltico) en hileras que tenía originalmente y se hallaron con ella solo una se conserva en la actualidad (la única que llegó al Museo Británico).

La capa tiene una anchura de apenas 45,8 centímetros, lo que indica que estaba diseñada para alguien de complexión muy delgada. Mide 23,5 centímetros de alto y pesa 560 gramos. Una vez puesta debía cubrir los hombros y la parte superior de los brazos y el pecho de la persona que la llevase.

Por detrás es más alta, y más baja en la parte delantera. Presenta perforaciones a lo largo de los bordes superior e inferior, lo que podría indicar que estuvo unida a un forro de cuero u otro tejido.

Otra vista de la capa de oro de Mold | foto Andreas Praefcke en Wikimedia Commons

Según Jon Gower, los últimos trabajos de investigación han desmontado la idea de que la capa fue inicialmente diseñada para ser usada por un hombre. También se habría ajustado a cualquier mujer de complexión delgada y atlética. Sin dura, era una prenda impresionante que tenía una función ceremonial. Limitaba el movimiento de los brazos, lo que sugiere que el portador podría haber sido requerido para hacer nada más que dirigir una ceremonia o participar en ella.

Está considerada uno de los más espectaculares trabajos prehistóricos de orfebrería con laminas de oro, y tanto su forma como su diseño no tienen equivalente entre los objetos de la Edad del Bronce encontrados por los arqueólogos.

Minas de cobre prehistóricas de Great Orme, cerca de las que se encontró la capa | foto Richard Hoare en Wikimedia Commons

Se elaboró a partir de un único lingote de oro y luego se decoró repujándola con motivos de diferentes tipos en bandas concéntricas: salientes abovedados y protuberancias piramidales, lentoides y cónicas, todo ello alternado con crestas, que parecen imitar hilos de cuentas entre los pliegues de una tela.

Los investigadores creen que la calidad de la pieza indica que fue creada por una cultura rica, y que por ello es posible que tanto el orfebre que la creó como su propietario estarían asociados con la mina prehistórica de Great Orme en el norte de Gales, que en aquella época era la mayor mina de cobre del noroeste de Europa.

Se calcula que a lo largo de su historia produjo el suficiente cobre como para fabricar unas 2.000 toneladas de bronce.


Fuentes

The British Museum | Giulio Morteani, Jeremy P. Northover, eds., Prehistoric Gold in Europe: Mines, Metallurgy and Manufacture | Jon Gower, The Story of Wales | Neil MacGregor, A History of the World in 100 Objects | Wikipedia


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