Los más jóvenes probablemente nunca habrán oido hablar de ello, pero sus padres o abuelos recordarán seguramente cómo en su infancia el maestro esgrimía constantemente una vara de madera, cuya sola presencia servía de elemento disuasorio a la hora de hablar en el aula o realizar alguna trastada.

No era algo nuevo ni moderno. En realidad tenía un origen muy antiguo y se puede rastrear en el vitis (báculo o bastón), la vara que confería a los centuriones romanos su autoridad, y con la que la ejercían de manera efectiva sobre sus subordinados.

Era una vara de madera de viña de aproximadamente un metro de longitud, que se usaba tanto en el ejército como en la marina romana.

Estela funeraria del siglo II d.C., de un centurión romano con el vitis | foto IKAI en Wikimedia Commons

Portarla distinguía a los centuriones y a algunos rangos superiores, como los evocati, que la utilizaban como instrumento de dirección en la instrucción y como elemento punitivo en caso de necesidad.

Todos los centuriones la llevaban en su lado derecho, y era, junto con el casco con cresta transversal (crista transversa), el principal signo de su rango. Además, llevaban la espada en el lado izquierdo, al contrario que los legionarios, con el pugio en la derecha.

Casco de centurión con la crista transversa | foto MatthiasKabel en Wikimedia Commons

Ser golpeado con la vitis no era motivo de vergüenza, al contrario, se trataba de la única manera en que un ciudadano romano podía ser castigado, y en ese sentido era respetable.

Tácito en sus Anales habla de un centurión llamado Lucilio al que sus legionarios apodaban cedo alteram (dame otra o venga, otra) por su tendencia a romper el vitis sobre ellos en repetidos ataques de furia.

Sería uno de los primeros en perder la vida (a manos de sus subordinados) durante la gran revuelta ilírica en el año 6 d.C., cuando se rebelaron dálmatas y panonios.

Con todo, hicieron huir a los tribunos y al prefecto del campamento, saquearon los bagajes de los fugitivos y mataron al centurión Lucilio, a quien, según las bromas al uso en la milicia, le habían puesto el nombre de “¡venga, otra!”, porque, cuando rompía una vara en la espalda de un soldado, iba pidiendo con voz enérgica otra más, y luego otra.

Tácito, Anales I.23
Otro centurión con el vitis | foto HJunghans en Wikimedia Commons

Según C.E. Brand, la autoridad disciplinaria del centurión y su uso del vitis para imponerla se basaba en el derecho consuetudinario que estaba firmemente arraigado en la organización legionaria. El escritor y político del siglo I a.C., Cayo Licinio Macro da cuenta de la autoridad que los centuriones tenían sobre los legionarios:

El soldado insubordinado debe ser disciplinado no sólo por el tribuno o el centurión, sino también por el oficial subalterno; pues los antiguos tachaban con la infamia a quien se resiste a un centurión que va a castigarlo. Si se apodera del vitis, se le cambia de servicio. Si lo rompe a propósito o levanta la mano contra el centurión, se le castiga con la muerte

Patton con su bastón de oficial | foto dominio público en Wikimedia Commons

La vara suele aparecer en las representaciones escultóricas y en relieves de centuriones, principalmente en tumbas de los siglos I al IV d.C., ya que indica el estatus del representado. Gracias a ello se sabe que su forma era variada, y que fue evolucionando con el tiempo.

En los primeros años del Imperio era una vara recta, como un bastón, con la parte superior redondeada. Esta parte poco a poco fue aumentando de tamaño hasta que en tiempos del Imperio Bizantino tenía forma de seta. Se ha encontrado incluso una estela en la que el extremo del vitis tiene la forma de una flor de loto egipcia. En ocasiones podía tener nudos, más o menos gruesos, y una forma sinuosa en lugar de recta.

El vitis evolucionaría a una especie de maza durante la Edad Media, hasta llegar al actual Bastón de oficial presente en muchos ejércitos del mundo, consistente en una vara corta más parecida a una fusta que a un bastón que llevan algunos oficiales. Quizá uno de los casos más señalados de uso sería el del general Patton, quien utilizaba uno durante la Segunda Guerra Mundial, pero con la peculiaridad de llevar un estoque oculto en su interior.


Fuentes

Tácito, Anales | Raffaele D’Amato, Roman Centurions 31 BC–AD 500: The Classical and Late Empire | Sara Elise Phang, Roman Military Service | C. E. Brand, Roman Military Law | Wikipedia


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