Los seres humanos son criaturas sociales, pero se sabe poco sobre cuándo, cómo y por qué se relacionaban las distintas poblaciones en el pasado. Responder a estas preguntas es crucial para interpretar la diversidad biológica y cultural que vemos en las poblaciones humanas actuales. El ADN es una poderosa herramienta para estudiar las interacciones genéticas entre poblaciones, pero no puede abordar los intercambios culturales dentro de estos antiguos encuentros. Ahora, científicos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana han recurrido a una fuente de información inesperada -las cuentas de cáscara de huevo de avestruz- para arrojar luz sobre las antiguas redes sociales. En un estudio publicado en Nature, las doctoras Jennifer Miller y Yiming Wang informan de 50.000 años de conexión y aislamiento de la población, impulsados por los cambios en los patrones de lluvia, en el sur y el este de África.
Las cuentas de cáscara de huevo de avestruz son artefactos ideales para comprender las antiguas relaciones sociales. Son los adornos más antiguos del mundo fabricados íntegramente, lo que significa que, en lugar de basarse en el tamaño o la forma natural de un artículo, los humanos transformaron completamente las cáscaras para producir cuentas. Esta amplia transformación crea amplias posibilidades de variación de estilo. Dado que diferentes culturas producían cuentas de diferentes estilos, los accesorios prehistóricos proporcionan a los investigadores una forma de rastrear las conexiones culturales.
Es como seguir un rastro de migas de pan, dice Miller, autora principal del estudio. Los abalorios son pistas, esparcidas a través del tiempo y el espacio, esperando a ser descubiertas.
Para buscar indicios de conectividad de la población, Miller y Wang reunieron la mayor base de datos de cuentas de cáscara de huevo de avestruz. Incluye datos de más de 1.500 cuentas individuales desenterradas en 31 lugares del sur y el este de África, que abarcan los últimos 50.000 años. La recopilación de estos datos fue un proceso minuciosamente lento que duró más de una década.
Al comparar las características de las cuentas, como el diámetro total, el diámetro de la abertura y el grosor de la cáscara, Miller y Wang descubrieron que, entre 50.000 y 33.000 años atrás, los habitantes de África oriental y meridional utilizaban cuentas casi idénticas. El hallazgo sugiere que una red social de larga distancia que abarcaba más de 3.000 kilómetros conectó en su día a los habitantes de las dos regiones.
El resultado es sorprendente, pero el patrón es claro, afirma Wang, coautora del estudio. A lo largo de los 50.000 años que examinamos, éste es el único periodo de tiempo en el que las características de las cuentas son las mismas.
Esta conexión este-sur de hace 50-33.000 años es la red social más antigua jamás identificada, y coincide con un periodo especialmente húmedo en el este de África. Sin embargo, los signos de la red regional desaparecen hace 33.000 años, probablemente provocados por un cambio importante en el clima global. Alrededor de la misma época en que se rompe la red social, el este de África experimentó una drástica reducción de las precipitaciones a medida que el cinturón de lluvias tropicales se desplazaba hacia el sur. Esto aumentó las lluvias en la gran zona que conecta el este y el sur de África (la cuenca del río Zambeze), inundando periódicamente las riberas de los ríos, y quizás creando una barrera geográfica que interrumpió las redes sociales regionales.
A través de esta combinación de barreras paleoambientales, modelos climáticos y datos arqueológicos, podemos ver la conexión entre el cambio climático y el comportamiento cultural, dice Wang.
En conjunto, los resultados de este trabajo documentan una historia de 50.000 años sobre las conexiones humanas y los dramáticos cambios climáticos que separaron a los pueblos. Los datos proporcionan incluso una nueva visión de las estrategias sociales variables entre el este y el sur de África al documentar diferentes trayectorias de uso de las cuentas a lo largo del tiempo. Estas respuestas regionales ponen de manifiesto la flexibilidad del comportamiento humano y muestran que hay más de un camino para el éxito de nuestra especie.
Estas pequeñas cuentas tienen el poder de revelar grandes historias sobre nuestro pasado, dice Miller. Animamos a otros investigadores a aprovechar esta base de datos y a seguir explorando las pruebas de conexión cultural en nuevas regiones.
Fuentes
Max Planck Institute for the Science of Human History | Miller, J.M., Wang, Y.V. Ostrich eggshell beads reveal 50,000-year-old social network in Africa. Nature (2021). doi.org/10.1038/s41586-021-04227-2
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