Hoy estamos acostumbrados a las segundas partes, en el cine, en la literatura, incluso a veces en la música. Cuando una obra tiene éxito enseguida llega la segunda parte para seguir explotando el filón. Pero eso no siempre fue así. Hubo alguien que inventó las segundas partes, antes del cual nunca había habido una. Era un dramaturgo griego y se llamaba Frínico.

De su vida se sabe muy poco. Nació en Atenas a finales del siglo VI a.C. (hacia 540 a.C.) y en algún momento entra en contacto con Tespis, el primer actor de la historia cuyo hombre se conoce, inventor de la tragedia griega y de las giras teatrales, que lo toma como alumno. De hecho algunos estudiosos consideran que Frínico también tuvo algo que ver en la invención de la tragedia.

Lo que sí se sabe es que en el año 511 o 510 a.C. ganó su primer certamen dramático con una obra de la que no conocemos el título. Quizá fue con una de sus composiciones más famosas, como Acteón, Alcestis, Altea o Las mujeres de Pleurón, Anteo o Los libios, Las danaides, Los egipcios, y Tántalo, todas ellas de temática mitológica.

El teatro de Dionisos en Atenas | foto dronepicr en Wikimedia Commons

También que introdujo en sus obras un actor independiente distinto al líder del coro, sentando las bases del diálogo teatral, así como el verso yámbico. Igualmente se le atribuye la invención del prólogo, la parte que precedía a la entrada del coro (algunas tragedias de su contemporáneo Esquilo, como Las Suplicantes y Los persas, no tenían prólogo).

En el año 494 a.C. presentó su obra maestra, la tragedia de temática histórica La toma de Mileto. Esta obra es importante por varias razones. En primer lugar, se trata de la primera tragedia que tenía un argumento basado en hechos históricos reales. En segundo lugar, porque en ella aparecía por primera vez en la tragedia griega un personaje femenino (aunque interpretado por un hombre en el escenario) en un papel importante. Y además, porque por primera vez se multó a un autor por poner en escena hechos excesivamente reales.

Muy diferentemente obraron en este punto los de Atenas, quienes, además de otras muchas pruebas de dolor que les causaba la pérdida de Mileto, dieron una muy particular en la representación de un drama compuesto por Frínico, cuyo asunto y título era la toma de Mileto; pues no sólo prorrumpió en un llanto general todo el teatro, sino que el público multó al poeta en mil dracmas por haberle renovado la memoria de sus males propios, prohibiendo al mismo tiempo que nadie en adelante reprodujera semejante drama

Heródoto, Historia VI.21
Ruinas de Mileto | foto mountainpix en depositphotos.com

Y es que todavía estaba muy reciente la toma de la ciudad de Mileto por los persas durante la Revuelta Jónica en ese mismo año, con la deportación de todos sus pobladores a un lugar llamado Ampé en la costa del Golfo Pérsico, cerca de la desembocadura del Tigris. De toda la Grecia continental solo Atenas y Eretria habían apoyado la sublevación de las ciudades jonias de Asia Menor, y para los atenienses la pérdida de Mileto había sido un golpe muy duro.

La reacción de los ciudadanos, cuando aun no habían pasado más que unos pocos meses de la caída de la ciudad, demostraba que los atenienses se sentían de algún modo responsables por aquel hecho. Durante la representación, como cuenta Heródoto, todo el teatro rompió a llorar y la representación de la obra fue prohibida.

Actores de teatro en una pintura griega sobre cerámica | foto dominio público en Wikimedia Commons

Sin embargo Frínico supo sacar partido de aquella mala experiencia. Considerando, efectivamente, que haber bañado en lágrimas al público era señal de que su tragedia histórica había sido todo un éxito, preparó una segunda parte 18 años después.

Nunca antes una obra teatral había tenido una secuela, así que se puede decir que Frínico fue el primero a quien se le ocurrió hacerlo.

Se tituló Las Fenicias y con ella ganó el premio en el concurso del año 476 a.C. Claro que esta vez el tema era la victoria de los griegos sobre los persas en la batalla de Salamina, un tema mucho más agradable para sus conciudadanos atenienses.

La batalla de Salamina, cuadro de Wilhelm von Kaulbach (1868) | foto dominio público en Wikimedia Commons

Si Frínico había destapado la caja de las segundas partes, su contemporáneo Esquilo no se quiso quedar atrás y, cuatro años más tarde trató el mismo tema en su obra Los Persas, donde no solo imitó el comienzo de Las Fenicias (según afirma Glauco de Regio hacia 400 a.C.), sino que con ella desarrolló su propia aportación al mundo de las secuelas, inventando la trilogía.

Frínico murió en Sicilia en el año 470 a.C., a donde había acudido, como otros poetas de la época, atraído por el mecenazgo del tirano Hierón. Ninguna de sus obras ha llegado hasta nuestros días, aunque algunos fragmentos pueden rastrearse en escritores posteriores. Según Francisco Miguel del Rincón, todavía le habría dado tiempo a escribir un tercer drama histórico, cuyo título sería Los justos, Los persas o Los compañeros de Consejo.


Fuentes

Alexis Pierron, Historia de la literatura griega | Philip Wentworth Buckham, The Theatre of the Greeks | Encyclopaedia Britannica | The New International Encyclopædia | Francisco Miguel del Rincón, Frínico o la primera etapa de la tragedia griega | Wikipedia


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