En 2020 el Centro Polaco de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia unió fuerzas con colegas libaneses y españoles que llevaban investigando el yacimiento de Tiro desde 1997 para formar la Expedición Arqueológica hispano-polaco-libanesa en Tiro.
La expedición está dirigida conjuntamente por la profesora María Eugenia Aubet de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, el Dr. Ali Badawi de la Dirección General de Antigüedades del Líbano y el Dr. Francisco J. Núñez de la Universidad de Varsovia. En el proyecto participan arqueólogos y especialistas de Líbano, España, Polonia, Italia, Portugal, Francia y Grecia.
La ciudad de Tiro fue uno de los centros económicos más importantes del mundo mediterráneo durante gran parte de la Antigüedad. Asentada desde la Edad de Bronce (III milenio a.C.), estaba situada en una isla de la costa, que acabó unida a ella por una calzada construida por Alejandro Magno.
En las Edades del Bronce y del Hierro fue un próspero centro de comercio, industria y artesanía fenicios. En las fuentes escritas (incluida la Biblia) aparece como uno de los centros económicos y políticos cruciales con los que debían contar las potencias de la época, ya fueran los asirios, los egipcios o los reyes de Israel y Judea.
De Tiro partieron principalmente los colonos fenicios hacia el Mediterráneo occidental, fundando el centro comercial de Cádiz, o la renombrada Cartago que desafió a los romanos en las guerras púnicas. Tiro conservó su importancia durante la mayor parte de los periodos posteriores, y sigue siendo una de las mayores ciudades del Líbano.
Desde el punto de vista arqueológico, los casi cinco milenios de ocupación ininterrumpida hacen de Tiro un objeto de estudio tan fascinante como difícil. Los restos arquitectónicos superpuestos, junto con las catástrofes naturales, la subida del nivel del mar y el dinamismo de la ordenación del territorio y las obras públicas en las últimas décadas oscurecieron eficazmente el carácter de la arquitectura antigua – admite el Dr. Francisco J. Núñez.
Aunque las excavaciones libanesas en Tiro se iniciaron en la década de 1960, la mayor parte de la documentación desapareció entre la agitación de la guerra civil que estalló en 1975. Además, gran parte de esos trabajos se concentraron en los niveles clásico y medieval.
Dada la importancia histórica de Tiro en las Edades del Bronce y del Hierro, realmente tenemos muy pocas evidencias arqueológicas de esos periodos -explica el Dr. Núñez, y añade- De hecho, nuestro conocimiento de la ciudad antigua se limita en gran medida a los atisbos de restos romanos y bizantinos que ahora se concentran en dos parques arqueológicos: en los yacimientos de al-Bass y las Basílicas.
Uno de los objetivos del proyecto actual es arrojar luz sobre la naturaleza, la historia y la evolución del urbanismo en la isla antigua. La zona actualmente excavada se encuentra en la Acrópolis de Tiro, presumiblemente el punto más alto de la antigua isla. Las excavaciones realizadas allí en la década de 1970 revelaron estructuras de todas las épocas que aún necesitan ser interpretadas, pero también dejaron tras de sí profundos sondeos que arrojaron secuencias estratigráficas cruciales.
El equipo ha analizado los restos excavados y ha comprobado que presentan una serie de rasgos arquitectónicos y hallazgos, como inscripciones griegas y fenicias, que apuntan a un carácter sacral de la zona investigada. Según el Dr. Núñez, el carácter cultual de esta zona se manifiesta sobre todo a partir de la época romana, hasta su destrucción a principios de la época bizantina. En cuanto a la Edad del Hierro, este carácter aún no está totalmente confirmado, pero las estructuras de la Edad del Hierro que hemos encontrado hasta ahora parecen estar asentadas sobre una plataforma, lo que es un claro distintivo de los edificios sacrales – añade.
Los investigadores concentraron sus esfuerzos en la zona excavada anteriormente por el emir Chehab. Volvieron a estudiar los restos y evaluaron su importancia para la reconstrucción de la estratigrafía del yacimiento.
Las investigaciones se centraron en una enorme estructura construida en la época romana, identificada como un templo. Presenta dos fases principales: una que data de su construcción en la época romana temprana y otra de una modificación importante en el periodo romano tardío.
El edificio presenta una planta rectangular con orientación este-oeste, un vestíbulo flanqueado por dos columnas (encontradas tiradas) y un podio al otro lado de la cella. Los muros del edificio estaban originalmente cubiertos por bloques de arenisca y es posible que al sur de la entrada hubiera una cámara subterránea. El edificio se alzaba sobre una plataforma de enormes bloques de piedra caliza y arenisca que soportaba la pesada carga de la fachada y, en particular, de las columnas de ocho metros de altura de granito rosa egipcio.
Una calle porticada con orientación este-oeste conducía a la entrada escalonada del edificio, decorada con losas grabadas con motivos geométricos. La calle parte perpendicularmente de otra más estrecha, donde se identificó un santuario esta temporada. Se trataba de una estructura compuesta, según parece ahora, por dos salas y un patio alineados en un eje norte-sur, uno de ellos adornado con un relieve egipcio que representa a Isis amamantando a Horus de niño.
El templo y la zona urbana vinculada a él sufrieron grandes daños y cambios a principios de la época bizantina. El templo fue desmantelado y cubierto por una plataforma que sostenía una basílica monumental, destruida, junto con gran parte de la ciudad, por un tsunami en el siglo VI d.C. También se han reconocido restos posteriores de los periodos fatimí, cruzado y otomano.
Fuentes
Polish Centre of Mediterranean Archaeology, University of Warsaw
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