Primer Imperio Búlgaro es el nombre con que se engloban dos períodos medievales transcurridos a lo largo de algo más de tres siglos en los Balcanes, en los que se sucedieron primero el kanato búlgaro del Danubio (681-864) y después el zarato búlgaro (864-1018). Durante ese tiempo, los avatares históricos fueron diversos y terminaron con la derrota y anexión por parte del Imperio Bizantino. Pero lo que vamos a ver hoy aquí no es el final sino sus comienzos, que tuvieron como protagonista indiscutible al que se considera su fundador, Asparukh.
Como todos sabemos, los romanos llamaban Tracia a la estratégica región balcánica que se extendía desde Macedonia hasta el mar Negro y desde el Egeo hasta el río Danubio. Aunque hoy se identifica con Bulgaria, en realidad sólo abarcaba de ésta la mitad sureste (la norocidental era Moesia), comprendiendo también la parte europea de Turquía y el nordeste de Grecia.
Sin embargo, los pueblos que habitaban esas provincias más otras limítrofes como Dacia o Dardania, por ejemplo, eran una mezcla de tracios y getas que posteriormente, tras las invasiones hunas, recibieron un aporte túrquido extra: el de los búlgaros.
Llegaron hacia el siglo VII d.C. pero se mezclaron con los locales tan profundamente que resulta imposible determinar la cronología con precisión y por eso se suele hablar también de protobúlgaros. Si se da por válido que el primer gobernante histórico conocido fue Avitohol, que vivió en el siglo V, es posible que se pueda identificarlo con Atila, ya que su hijo Ernak se llamaría igual que el vástago menor del famoso caudillo huno. Al menos, así lo indica el Nominalia de los kanes de Bulgaria, un manuscrito hallado en 1861 que, como indica su título, es una lista de los primeros mandatarios búlgaros con su correspondiente cronología.
El problema del Nominalia es que su contenido es semifantástico y, por ejemplo, a Avitohol le atribuye un reinado de trescientos años y a su sucesor otro de ciento cincuenta, lo que dificulta las cosas. En cualquier caso, después les siguieron Gostun, Kubrat (o Kurt) y Bezmer, tras los cuales subió al poder Asparukh. Dado que el kanato era hereditario, todos los anteriores pertenecían al clan Dulo -presuntamente originado por Atila- excepto Gostun, que era del Ermi porque sólo ejerció la regencia mientras Kubrat estuvo ausente en Constantinopla, como rehén.
Asparukh también era un Dulo, hijo pequeño de Kubrat. Su tribu vino desde Onugaria (a la que los cronistas bizantinos llamaban Gran Bulgaria), territorio que había ocupado su padre y estaba situado en las estepas que separaban los ríos Dniéster y Volga (en su curso bajo), extendiéndose hasta el norte del Cáucaso. En esta nueva emigración, se asentaron entre lo que hoy es el sur Besarabia (la antigua república soviética de Moldavia excepto Transnistria y parte de Ucrania) y el norte de Dobruja (que abarcaba un territorio que actualmente ocupan el delta del Danubio, la costa de Rumanía y el litoral de Bulgaria en el mar Negro).
Eran una confederación de dos tribus, los onoguros y los utriguros (aunque algunos incluyen también a los ávaros), que sumaban un numero considerable, entre treinta y cincuenta mil personas. Se pusieron en marcha en el 670, guiadas por Asparukh, tras el fallecimiento de su padre, junto al cual aprendió la labor de gobernar y el oficio de las armas.
El óbito de Kubrat había tenido lugar en torno al año 665 d.C. y la sucesión recayó inicialmente en el primogénito, Batbayan, también conocido como Bayan o Bezmer. Sin embargo, éste sólo reinó tres años porque se enzarzó en una guerra con los jázaros del Este y cayó prisionero junto con su hermana Huba; el estado se desintegró.
Consecuentemente, una parte de los búlgaros (o protobúlgaros), liderada por Kotrag (otro hijo de Kubrat), dejó atrás su antiguo país para establecerse en la llamada Bulgaria del Volga, en la confluencia de los ríos Volga y Kama, en las actuales repúblicas rusas de Tartaristán y Chuvasia. El otro grupo fue el liderado por Asparukh, que continuó hacia occidente aprovechando el estado de indefensión de las fronteras bizantinas, debido a que en esos momentos Constantinopla estaba sitiada por Muawiya I, el califa de Damasco, fundador de la dinastía Omeya.
Esa vez los musulmanes se estrellarían contra las murallas de la ciudad y el fuego griego, debiendo retirarse. Pero la acumulación de tropas que el emperador Constantino IV se vio obligado a hacer para repelerlos, permitió a los recién llegados instalarse en aquella nueva tierra, a la que denominaron Ongala. Por supuesto, los bizantinos no estaban dispuestos a aceptar aquella intrusión, entre otras cosas porque a los búlgaros se les habían unido los siverios (las tradicionales siete tribus eslavas) y el número de forasteros se disparó hasta el medio millón-ochocientas mil personas.
Así pues, una vez alejado el peligro omeya, el emperador emprendió una campaña contra ellos en el 680, obligándolos a refugiarse en Peuce, una isla del delta danubiano que ya no existe (despareció en la alta Edad Media, al cambiar su curso los afluentes del Danubio), pero que entonces se ubicaba en Escitia Menor (lo que hoy es el condado rumano de Tulcea) y alcanzaba un tamaño similar al de Rodas. Era un buen sitio porque la corriente del río corría tan rápida y las riberas resultaban tan escarpadas que constituía una fortaleza natural; de hecho, fue allí donde el rey tribalo Sirmio se atrincheró en la primera mitad del siglo IV a.C. para defenderse del ejército macedonio de Alejandro Magno, logrando rechazar su ataque.
Constantino IV se presentó al mando de una gran escuadra mientras su caballería, traída de Asia Menor a través de Tracia, cruzaba el Danubio. Pero el emperador estaba enfermo de una pierna y tuvo que abandonar el frente para ir al mar Negro a recuperarse, según una versión a Anchialo (la actual localidad turística bulgara de Pomorie) y según otra a Mesembria (hoy Nesebar), algo que influyó negativamente en el ánimo de su ejército al correrse el rumor de que huía. Consecuentemente, varias unidades montadas desertaron en plena operación, mermando las fuerzas disponibles. En realidad, la hostilidad imperial no era porque sí. Asparukh había llevado a cabo ataques sobre algunas fortalezas fronterizas bizantinas de la zona meridional, así que realmente había una amenaza potencial, máxime después de la alianza entre búlgaros y eslavos.
Éstos construyeron una serie de bastiones de madera en la orilla septentrional del Danubio cerca de la citada Peuce; se trataba de una zona de marismas que facilitaba su defensa y reducía la fuerza de los cincuenta mil hombres de Constantino, al obligarlos a dividirse en contingentes más pequeños, algo que emperoraba las mencionadas deserciones. Los diversos grupos bizantinos, obstaculizados además por el terreno pantanoso, se vieron impotentes para superar las empalizadas y cuando el enemigo se percató de su situación lanzó su caballería a través de las puertas, sembrando el caos al no encontrar oposición. Presa del desánimo, los soldados imperiales emprendieron una desordenada retirada que, como suele ocurrir, acabó en desastre.
Así lo narró Nicéforo I, patriarca de Constantinopla y autor de una historia del período titulada Chronographikon syntomon:
La infantería se movió en líneas de batalla hacia el llamado Ongal en el Danubio y la flota recibió la orden de anclar cerca. Los búlgaros, al ver las densas y numerosas filas, se desesperaron, huyeron en la mencionada fortificación y se prepararon para la defensa. En los siguientes 3-4 días ninguno de ellos se atrevió a aparecer y los romanos no buscaron una batalla debido a los pantanos. La gente inmunda, al ver la debilidad romana, se recuperó y se volvió más audaz. El emperador sufrió un ataque de gota y tuvo que regresar a Messembria para tomar baños, dejando que sus generales comenzaran la lucha y los obligaran a entablar batalla si abandonaban sus fortificaciones. De lo contrario, ponerlos bajo asedio y controlar sus avances. La caballería, sin embargo, difundió el rumor de que el emperador los abandonaba y huyó por su cuenta, sin ser perseguida por nadie. Los búlgaros, al ver esto, los atacaron y persiguieron y mataron a la mayoría de ellos con espadas, y muchos resultaron heridos. Y después de perseguirlos hasta el Danubio, lo cruzaron.
Fue, en suma, la batalla de Ongal, que abrió definitivamente a los búlgaros la puerta de las montañosas tierras situadas al norte de Stara Planina, la cordillera de los Balcanes (extensión de los Cárpatos), permitiéndoles asentarse en Moesia, el centro de Bulgaria. Se considera que allí se sentaron las bases del primer estado eslavo, puesto que las tribus aliadas, al ser muy superiores numéricamente, asimilaron a los búlgaros y para el siglo X éstos ya habían perdido el bulgárico, su lengua túrquida ogur, en beneficio de la danubiana (aunque, en cambio, sí la conservaron los de Bulgaria del Norte).
El caso es que, al año siguiente, los búlgaros se extenderieron por toda la Tracia y volvieron a derrotar a los bizantinos. Constantino IV tuvo que ceder y firmar un tratado por el que pagaba un tributo anual por mantener la paz e incluso reconocía el estado creado por Asparukh. A éste se le atribuye tradicionalmente la fundación de las dos ciudades más importantes; una fue Pliska, que tuvo la capitalidad hasta el año 893 (en que pasó a la vecina Preslav, si bien algunos autores opinan que la capital era Varna) y acabó destruida en el 972; y Drastar, que en realidad se alzó sobre la Durostporum romana y que hoy recibe el nombre de Silistra.
También se considera que Asparukh fue el impulsor de las murallas de un limes entre el Danubio y el Mar Negro ¿La razón? La presión que estaban ejerciendo los jázaros, contra los que los búlgaros seguían en guerra; de hecho, consiguieron apoderarse de las tierras al oeste del Dniéster, poniendo a Asparukh en una situación difícil y obligándole a firmar una nueva alianza con los eslavos por la que él frenaría al enemigo oriental mientras que ellos se ocuparían de los ávaros, quienes se habían establecido al norte de los Cárpatos, en Panonia (también dejaron la estepa póntica ante la presión jázara) y amenazaban con originar un doble frente.
Asparukh falleció en el 701 combatiendo precisamente a los jázaros en el entorno del Dniéper, donde algunos historiadores sitúan su tumba (concretamente cerca de Voznesenka, en Ucrania). Le sucedió su hijo Tervel, que tras ayudar a Justiniano II a recuperar el trono bizantino en el 705 y acudir en su auxilio en el nuevo asedio musulmán del 718, por lo que fue aclamado como Salvador de Europa, recibió Zagore (el norte de Tracia), el título de César (algo a lo que seguramente ayudó el que fuera cristiano, como su abuelo Krubat) y, posiblemente, la mano de la princesa Anastasia (la hija del emperador y su esposa Eudoxia).
De este modo, al ganarse la confianza de Constantinopla, se cimentó definitivamente el Primer Imperio Búlgaro, convirtiéndose en la gran potencia continental durante los siglos siguientes junto a los imperios bizantino y franco.
Fuentes
Georg Ostrogorsky, Historia del Estado Bizantino | John V.A. Fine, The Early Medieval Balkans. A critical survey from the Sixth to the late Twelfh century | Steven Runciman, A history of the First Bulgarian Empire | Harry Turtledove, ed., The Chronicle of Theophanes: Anni Mundi 6095-6305 (A.D. 602-813) | Wikipedia
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