Puede parecer sorprendente que de uno de los más grandes escultores griegos no hayan sobrevivido ni siquiera copias romanas de sus obras. Pero eso es lo que sucede, si hacemos caso a Plinio el Viejo, a Pausanias y otros, con un escultor cuya vida y obra está envuelta, por si fuera poco, en varios misterios.
Para empezar se llamaba Pitágoras y, aunque Plinio se esfuerza en distinguirlo de otro Pitágoras (un samio) que antes fue pintor, también dice que tenía un notable parecido personal con él hasta el punto de ser indistinguibles:
Hubo también otro Pitágoras, un samio, que empezó como pintor; se habla mucho de sus siete estatuas desnudas que ahora están en el templo de la Fortuna y de una de un anciano. Se dice que se parecía tanto al citado Pitágoras que incluso sus rasgos eran indistinguibles
Plinio el Viejo, Historia natural XXXIV.19
Actualmente los estudiosos como J.J. Pollitt y otros, opinan que ambos eran la misma persona. Pitágoras habría nacido en la isla de Samos y en el año 496 a.C. emigró con los samios que tomaron Zankle (la moderna Mesina) estableciéndose finalmente en Regio, en el sur de la península Itálica.
Mientras vivió en su ciudad natal en Samos fue pintor, sin que sepamos exactamente cuando decidió pasarse a la escultura. Habría estado en activo desde algunos años antes de 496 a.C. hasta el 440 a.C., y de nuevo Plinio lo cita entre los más importantes escultores griegos.
Una multitud casi innumerable de artistas se han hecho famosos por estatuas y figuras de menor tamaño; pero antes de todos ellos destaca el ateniense Fidias, célebre por la estatua de Zeus Olímpico, que de hecho fue realizada en marfil y oro, aunque también hizo figuras de bronce. Floreció en la 83ª Olimpiada, aproximadamente en el año 300 de nuestra ciudad, y en ese mismo periodo sus rivales fueron Alcamenes, Critias, Nesiotes y Hegias; y más tarde, en la 87ª Olimpiada fueron Ageladas, Calón y el espartano Gorgias, y de nuevo en la 90ª Olimpiada Policleto, Fradmón, Mirón, Pitágoras, Escopas y Perelo
Plinio el Viejo, Historia natural XXXIV.19
No solo eso, asegura que venció en un concurso al famoso Mirón, el del Discóbolo, con una escultura de un pancraciasta que estaba ubicada en el santuario de Delfos. Y que fue el primer escultor que representó con cuidado y precisión los músculos, las venas y los detalles del cabello.
Diógenes Laercio afirma incluso que fue el primero en prestar especial atención al orden y la proporción de su arte, al ritmo y la simetría. Todo lo cual lleva a considerarlo el principal representante de la escuela escultórica de la Magna Grecia, precedente de las posteriores escuelas de Atenas y Argos, que culminarían en la perfección de Fidias y Policleto.
Mirón fue derrotado por el italiano Pitágoras de Regio con su Pancracista que se encuentra en Delfos (…); Pitágoras también hizo el corredor Astilo que se exhibe en Olimpia; y, en el mismo lugar, el Libio como niño sosteniendo una tabla; y el Hombre desnudo sosteniendo manzanas, mientras que en Siracusa está su Hombre cojo, que realmente hace que la gente que lo mira sienta un dolor por su úlcera en su propia pierna, y también Apolo disparando a la Pitón con sus flechas, un Hombre tocando el arpa, que tiene el nombre griego de El hombre honesto dado porque cuando Alejandro tomó Tebas un fugitivo escondió con éxito en su seno una suma de oro. Pitágoras de Regio fue el primer escultor que mostró los tendones y las venas, y que representó el cabello con más cuidado.
Plinio el Viejo, Historia natural XXXIV.19
Plinio menciona algunas de las esculturas más célebres de Pitágoras, como la del atleta Astilo de Crotona, vencedor en tres olimpiadas sucesivas, o la del hombre tocando el arpa. Pero por desgracia no ha llegado hasta nuestros días ni una sola copia, mucho menos un original, que se pueda confirmar como obra suya. En algunos casos, como el Astilo, pudieron ser destruidas a propósito. En otros, fundidas al ser bronces o trasladadas a otros lugares, cosa que solían hacer los romanos.
Todo lo que tenemos de este gran escultor son posibles identificaciones basadas en las descripciones que nos proporcionan las fuentes. Por ejemplo, uno de los magníficos bronces de Riace, a los que ya dedicamos un artículo, podría ser de su autoría.
Otras esculturas que se le atribuyen son la de Eutimo de Locros (famoso púgil que en la 75ª Olimpiada en 480 a.C. fue vencido por el no menos célebre Teágenes de Tasos), la de Zeus como el buey que transporta a Europa, la cabeza de Perseo que se conserva en el Museo Británico, e incluso el Auriga de Delfos.
Pausanias cita también entre las obras de Pitágoras la del luchador Leontisco de Mesina, la de Protolao de Mantinea, la de Dromeo de Estinfelo, la de Mnaseas de Cirene, y la de Cratístenes de Cirene (montado en un carro con una Nike o victoria), todos ellos vencedores olímpicos en diferentes disciplinas e inmortalizados en bronce. En mármol se le atribuyen el auriga de Mozia y un guerrero caído del frontón de templo de Heracles en Agrigento.
Respecto a la citada estatua de Eutimo, cuenta el historiador del arte J.J.Pollitt que sorprendentemente se ha encontrado su basa en el santuario de Olimpia, con una inscripción que dice que fue hecha por Pitágoras de Samos. Si como todo parece indicar es el mismo escultor que Pitágoras de Regio, tendríamos la confirmación de al menos la autoría de una obra. Lamentablemente no conocemos como era la escultura para saber si existen o no copias.
Charles Waldstein y algunos otros investigadores opinan que el Apolo Cloiseul-Gouffier que se encuentra en el Museo Británico es en realidad una copia del Eutimo de Pitágoras. El consenso de los especialistas es que la identificación es tan probable y consistente que se podría dar por válida, aunque no deja de ser una conjetura.
Lo que dicen las fuentes puede ser suficiente para conocer la variedad y la calidad del trabajo de Pitágoras, y para justificar su merecida fama, aunque nos dicen bien poco acerca de su estilo y el tratamiento que daba a sus obras. Según Ernest A. Gardner, ciertamente, a juzgar por los escasos criticismos de su obra que poseemos, parece haber sido un artista de marcada originalidad. Las mejores técnicas que se le atribuyen parecen indicar que fue él mas que ningún otro quien eliminó los últimos vestigios de rigidez y las convenciones arcaicas, y preparó el camino para la perfección de la escultura griega.
Hasta que se pueda confirmar su autoría de alguna de las pocas estatuas de bronce que nos han llegado de la antigua Grecia, o en copias romanas, seguiremos sin poder apreciar el arte de quien fue uno de los más grandes escultores de la historia.
Fuentes
William Smith, ed., A Dictionary of Greek and Roman biography and mythology | Pausanias, Descripción de Grecia | J. J. Pollitt, The Art of Ancient Greece: Sources and Documents | Plinio el Viejo, Historia Natural | Ernest Arthur Gardner, A Handbook of Greek Sculpture | Wikipedia
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