Mientras realizaba trabajos de excavación en su propiedad de la calle Stampstraat en la aldea de Simpelveld en los Países Bajos, Andreas J. Wierts encontró tres sarcófagos de piedra arenisca el 11 de diciembre de 1930. Dos de ellos habían sido saqueados, pero el tercero estaba intacto, aunque tenía la tapa rota.

Al contemplar su interior, el arqueólogo Jan Hendrik Holwerda, que fue notificado del hallazgo, se llevó una gran sorpresa. Todo estaba decorado con un detallado altorrelieve, que lo hace único entre los sarcófagos romanos encontrados hasta ahora.

Se conocen muchos sarcófagos romanos con decoración en su exterior, pero nunca se había visto uno con tallas interiores. Inmediatamente solicitó a la Fundación Rembrandt apoyo financiero para poder adquirirlo, cosa que hizo para el Rijksmuseum van Oudheden de Leiden, donde se encuentra expuesto en la actualidad.

Vista del Sarcófago de Simpelveld / foto Rijksmuseum van Oudheden, Leiden

Está datado en el siglo III d.C. y a pesar de su tamaño (mide 2,40 por 1,05 metros), no llegó a contener el cuerpo del fallecido, sino tan solo sus cenizas. Su propietaria, una mujer de la que se desconoce el nombre (y a la que se ha bautizado como la Dama de Simpelveld), fue incinerada según el rito romano de la época y sus cenizas depositadas en el interior, donde todavía estaban cuando se abrió.

Por ello técnicamente no es un sarcófago, sino un askist, urna o caja de cenizas. Se le denominó sarcófago dado su inusual tamaño, y es el nombre por el que hoy se le conoce.

El interior con algunos de los objetos que contenía / foto Sailko en Wikimedia Commons

En el interior se encontraron también un espejo de mano de plata, una jarra de vidrio negro, un frasco de cerámica y joyas, entre ellas un collar, un pendiente, y tres anillos, todo de oro.

Además dos de los anillos llevan piedras preciosas, y uno de ellos una inscripción. Pero, como decíamos, lo más interesante es todo el altorrelieve que recorre las paredes interiores del sarcófago.

Representa una habitación decorada con muebles y objetos cotidianos, con la imagen de la difunta descansando sobre un reclinatorio. En la habitación hay una silla de mimbre, un armario, un arcón para la ropa, una mesa adornada con cabezas y garras de león, estantes con botellas y recipientes rectangulares, así como utensilios de aseo.

Otra vista del interior del sarcófago expuesto en el museo / foto Sailko en Wikimedia Commons

Dado que no han sobrevivido muebles de época romana (por estar hechos de madera, un material perecedero), este relieve nos permite hacernos una idea de como pudieron ser.

A los pies del reclinatorio hay una réplica de un horreum (almacén o granero), lo que indicaría que la difunta procedía de un entorno rural y agrícola. De hecho, siete años más tarde, en 1937, se descubrieron los restos de una villa romana a apenas 150 metros del lugar donde apareció el sarcófago.

Las restauradoras Renske Dooijes y Niké Haverkamp en el proceso de restauración de la pieza / foto Rijksmuseum van Oudheden, Leiden

El examen de los restos de la mujer en 2016 determinó que debía tener entre 35 y 49 años en el momento de su fallecimiento, y que nunca había realizado trabajos físicos pesados, por lo que debió llevar una vida lujosa o al menos acomodada.

En septiembre de 2020 el museo inició los trabajos de restauración del sarcófago, que los visitantes pueden seguir en directo en el propio museo hasta agosto de 2021.


Fuentes

Rijksmuseum van Oudheden, Leiden, De sarcofaag van Simpelveld | Archeologie Online | Waters-Rist, Andrea & Jeneson, Karen & Halbertsma, Ruurd. (2017). The Lady of the Simpelveld Sarcophagus: an Osteo-Archaeological Approach. BABESCH Annual Papers on Mediterranean Archaeology. 92. 187-208. 10.2143/BAB.92.0.3242694 | Wikipedia


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