Pequeños y coloridos discos que se deslizan sobre el suave tapete de cualquier mesa de juego a la espera de que una magistral jugada los envíe directamente al montón del más afortunado o ingenioso jugador y que, en ocasiones, se convierten en objeto de deseo de cualquier coleccionista. Son las fichas de casino, unas piezas que a primera vista se presentan como un simple sustituto del dinero, pero que tras de sí encierran una historia mucho más compleja.
A pesar de que los casinos se remontan a una época al menos doscientos años anterior (Casino de Venecia en 1638), estos objetos no comenzaron a formar parte de ellos hasta el siglo XIX. Anteriormente, las apuestas en el juego se contabilizaban mediante piedras o legumbres, alcanzando en ocasiones cotas mayores para dar paso a las monedas y joyas.
Ya con el transcurrir del tiempo, las fichas se han ido consolidando como una parte imprescindible del juego, incorporando poco a poco novedades que proporcionan mayor comodidad para el mismo, a la vez que refuerzan la seguridad en lo relativo a su valor.
Los materiales en que se fabrican varían en función del uso que se les va a dar. Actualmente van desde el plástico (material que en algunos países también se utiliza en billetes) de las más baratas, hasta la arcilla de que se componen las que están destinadas a los establecimientos más lujosos, pasando por la resina con que se fabrican las de un término medio, que en muchas ocasiones incorporan un corazón de metal.
Por otro lado, no solo el tamaño y el peso importan a la hora elegir los materiales, ya que su característico sonido, así como su tacto en manos de los jugadores, es muy tenido en cuenta por los fabricantes.
Pese a que lo virtual marca hoy el devenir de gran parte de los juegos de casino, el hecho de sentir el tacto de estas piezas durante una partida de póker o contemplar ese singular baile que a menudo realizan entre los dedos de un jugador profesional mientras se concentra para tomar “su gran decisión” en medio de alguno de los más grandes campeonatos en vivo, se comenta que es una sensación inigualable para quien la ha experimentado.
El porqué de sus colores
Si bien la estética es uno de los motivos de que las fichas se presenten en llamativos colores, lo cierto es que la seguridad tiene mucho más que ver con esta cuestión. Los fabricantes llegan a inyectarle a las fichas hasta cincuenta colores distintos para conseguir que cada una de sus series de estos objetos tenga un diseño único, permitiendo de este modo que los casinos se puedan asegurar que jamás dos fichas con idéntico patrón de colores tengan un valor diferente.
El blanco, rojo, azul, verde y negro son los colores predominantes, aunque actualmente la gama de se ha ido ampliando progresivamente. Su valor puede cambiar en función del fabricante o establecimiento, aunque se ha convertido en algo habitual que a los colores con menos tradición se les asignen unos valores más elevados.
Seguridad
Teniendo en cuenta que una ficha de casino es a todas luces equivalente al dinero, la cuestión en su seguridad es imprescindible, y es por ello por lo que que los fabricantes más reconocidos se afanan por dotar a estos objetos de las últimas innovaciones en dicha materia.
Siendo así, es habitual que las fichas contengan en su diseño unos materiales característicos que bajo la luz ultravioleta de un dispositivo que porta el personal del casino revelen unas marcas o colores similares a las de los billetes, confirmando así que son de curso legal en el establecimiento.
En los últimos tiempos cada vez es más habitual que las fichas alberguen incrustado en su interior un microchip para identificar por radio frecuencia una serie de datos como su valor, procedencia o el casino al que ha sido destinada cada ficha.
Destrucción de las fichas
El cuidado del medio ambiente no es exclusivo de los casinos online en este sector y es por ello por lo que, una vez que las fichas cubren su ciclo de vida y son retiradas, han de ser destruidas de manera controlada por empresas que tienen la aprobación de la junta de control de juegos. De este modo se evita que terminen enterradas en el desierto y en los cimientos de un edificio, o que sean arrojadas al fondo de un lago. Prácticas que eran habituales no mucho tiempo atrás.
A la vez, también se evita a los amigos de lo ajeno la tentación de hacer un mal uso de estas fichas fuera de curso en algún establecimiento. Una circunstancia que con las medidas de seguridad actuales tendría pocas posibilidades de éxito.
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.