No hay nada relacionado con el petróleo que no tenga un impacto ecológico más o menos grande, pero es que igualmente no hay actividad humana, animal, geológica o meteorológica que no deje así mismo su impronta en nuestro mundo, como corresponde a un sistema tan increíblemente complejo que baste decir una de las actividades más importantes de los superordenadores es la de tratar de de predecir el comportamiento del clima.
El problema es que el impacto de la humanidad en general y de la industria del petróleo en particular es especialmente significativo, tanto por su intensidad como por la rapidez con la que ese impacto se produce, algo que es necesariamente pernicioso para nuestro mundo y por ende para todos los seres vivos que en él habitamos, aunque por supuesto no todo lo relacionado con el petróleo tiene el mismo impacto ambiental.
¿Una industria altamente contaminante?
Aunque de cara al gran público la relación entre industria petrolera y la contaminación puede reducirse al humo que sale de los tubos de escape de cientos de millones de automóviles en decenas de miles de ciudades de todo el mundo, lo cierto es que el impacto medioambiental comienza desde el mismo momento del inicio de las exploraciones, aunque la extracción y la separación de los distintos subproductos del petróleo sin duda son más problemáticos en este respecto.
Luego tenemos las grandes catástrofes ecológicas que implican a superpetroleros en forma de derrames petrolíferos que se producen cada cierto número de años y dejan imágenes de playas y vida marina anegada de un repulsivo cieno negro que ahoga todo a su paso y además tienen un impacto no tan visible en la salud humana, aunque los pequeños accidentes y derrames en oleoductos son más habituales que estas grandes y noticiosas catástrofes.
¿La inversión contamina?
Todo aquel mínimamente interesado en el mundo de las inversiones habrá escuchado alguna vez de la enorme huella de carbono que tiene incluso la minería de un activo digital como es el bitcoin, criptomoneda completamente virtual, debido al gigantesco gasto energético que conlleva tener funcionando los equipos energéticos que se encargan de dicha actividad, si un activo sin avatar físico contamina tanto, ¿es posible invertir en una industria como la petrolífera sin aumentar el daño al planeta? Se puede, utilizando el precio del petróleo en Plus500 u otros creadores de mercado adecuadamente regulados para abrir posiciones en largo o en corto sin influir en dicho mercado, ya que no se compran ni venden activos, futuros, ETFs ni ningún activo financiero relacionado con el petróleo, de este modo no se inyectará más capital en una industria de tanto impacto medioambiental, sólo se leerá la tendencia y se negociará en consecuencia, sin más impacto que el resto de nuestras actividades online. Eso sí, este tipo de operaciones están siempre apalancadas y esto supone un alto riesgo para el capital del trader, así que es muy aconsejable informarse bien de todas las implicaciones para el capital invertido.
Monitorización de todas las etapas
Como conclusión final se debe ser consciente de que incluso en el medio plazo la desaparición del petróleo de nuestro mundo es algo imposible (su uso abarca prácticamente cada faceta de nuestras sociedades), pero se pueden minimizar los riesgos e impactos negativos mediante una correcta legislación y monitorización de todas las etapas, desde la calidad y seguridad de las instalaciones de extracción y transporte, hasta la fabricación de coches cada vez más eficientes y menos contaminantes.
Y como muestra de que esto es posible tenemos la historia de cómo el tetraetil plomo fue paulatinamente desapareciendo de la gasolina, por los evidentes y nocivos efectos sobre el medio ambiente y los seres humanos de este producto químico (no eran raros los casos de trabajadores de las productoras de gasolina con plomo que padecían graves enfermedades neurológicas con parálisis, temblores, demencia e incluso la muerte, precisamente por el envenenamiento con plomo que venían sufriendo). Como anécdota para finalizar cabe señalar que Thomas Midgley, el mismo químico que desarrolló el tetraetil plomo para añadir a la gasolina, fue asimismo el creador de los CFCs, unos gases usados en refrigeración y que a pesar de no causar ningún mal en humanos finalmente se demostraron terriblemente dañinos para la capa de ozono y acabaron igualmente prohibidos, aunque es de justicia señalar que su labor en la industria química fue mucho más allá de estos dos ejemplos y que era un científico brillante.
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