Al noreste de Sudáfrica hay una sierra baja de unos 56 kilómetros de longitud, justo al norte de Johannesburgo y Pretoria, llamada Witwatersrand. Su nombre en afrikáans significa cresta de aguas blancas y es famosa por la cantidad de cascadas que alberga, formadas por numerosos ríos que fluyen hacia el norte convirtiéndola en uno de los paisajes más espectaculares del país.

La sierra, sobre la que se encuentran algunos suburbios de Johannesburgo, tiene una anchura de entre 7 y 10 kilómetros y se eleva unos 200 metros por encima de las llanuras que la rodean, formando una amplia meseta que alcanza los 1.800 metros sobre el nivel del mar.

En 1886 George Harrison y George Walker descubrieron oro en una granja llamada Langlaagte, situada sobre esta sierra y a 5 kilómetros al oeste de lo que sería Johannesburgo. Primero pensaron que se trataba de oro aluvial, procedente del antiguo lecho de un río que había aflorado por los movimientos de la tierra.

La sierra de Witwatersrand al norte de Johannesburgo y Pretoria, en Google Maps

Pero pronto se comprobó que la veta continuaba en profundidad y se extendía a este y oeste hasta alcanzar una distancia continua de 50 kilómetros. Habían encontrado lo que hoy se conoce como Central Rand Gold Field, el principal campo aurífero del mundo.

Harrison reclamó su concesión al gobierno bóer, que declaró el lugar abierto a las excavaciones. Miles de mineros de todo el mundo comenzaron a llegar y a reclamar sus parcelas para abrir minas. La mayor fiebre del oro del mundo había comenzado y los mineros, británicos en su mayoría, acabarían por provocar la Segunda guerra Anglo-boer.

La granja Langlaagte / foto dominio público en Wikimedia Commons

El asentamiento donde construyeron sus casas, llamado Campo de Ferreira, fue creciendo poco a poco y en 10 años se había convertido en la ciudad más grande del país, Johannesburgo.

Y es que la abundancia de oro en Witwatersrand no tiene parangón natural en ningún otro lugar del mundo. Según indica Nick Norman en su libro sobre geología sudafricana Geological Journeys, allí se habían extraído hasta 2002 unas 50.000 toneladas, posiblemente la mitad de todo el oro extraído en la Tierra.

Sin embargo, en los últimos años la producción ha descendido, se han cerrado minas y las que siguen abiertas han tenido que profundizar más de 4 kilómetros, desarrollando una minería de profundidad extrema que además tiene consecuencias ecológicas muy acentuadas.

Mineros en la década de 1890 / foto dominio público en Wikimedia Commons

Se calcula que los más de 100 kilómetros del filón de Witwatersrand todavía contienen el 40 por ciento de todos los recursos de oro identificados en el mundo, aunque solo la extracción de una pequeña parte es rentable a los precios actuales.

Además de oro, la zona produce plata, uranio e iridio, que se recuperan como subproductos de la refinación del oro.

El parque Harrison, donde estuvo la primera mina / foto Steamhunter en Wikimedia Commons

Por algo los zulúes llaman a Johannesburgo Igoli (literalmente lugar de oro). Y la moneda sudafricana se llama rand por las grandes cantidades de oro extraídas de las rocas de Witwatersrand.

Curiosamente su descubridor, George Harrison, vendió la concesión de su mina incluso casi antes de empezar a explotarla, se cree que por menos de 10 libras, y luego desapareció para siempre.

Su mina original, llamada Zoekers e identificada oficialmente como Reclamación número 19, fue declarada monumento nacional en 1944 y renombrada Harrison’s Park.


Fuentes

Geological Journeys: A traveller’s guide to South Africa’s rocks and landforms (Nick Norman) / South African Mines / The Rand (West Gippsland Gazette, 1904) / South African History / Wikipedia


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