Una curia era una de las subdivisiones del pueblo en la antigua Roma, y por extensión también se llamó así al lugar donde el Senado se reunía para discutir sus asuntos. El mejor ejemplo es, por supuesto, la Curia Hostilia de Roma, construida en el Foro según la tradición por el tercer rey de Roma, Tulio Hostilio, y cuyos restos hoy están bajo la iglesia de los santos Lucas y Martina.
En el foro queda el ejemplo de la Curia Julia, que ha sobrevivido hasta nuestros días con numerosas reformas, la tercera en desempeñar ese papel, cuya construcción fue iniciada por Julio César y terminada por Augusto.
De su factura original no sobrevivió el pórtico sostenido por columnas que presentaba en la zona frontal del edificio, y que se conoce por una representación de la Curia en un denario de 28 a.C. del emperador Augusto.
Pero curiosamente no queda en pie ningún pórtico de curia en todo el antiguo mundo romano (y eso que cada ciudad tenía una curia, al menos los municipium y las colonias) excepto uno: el pórtico de la curia de Augustóbriga en Hispania. Y éste de milagro.
Augustóbriga era un municipium, la segunda clase más alta de ciudad romana, que estaba situada a orillas del río Tajo y al este de la actual provincia de Cáceres. Se encontraba en la calzada que iba de Emerita Augusta (Mérida) a Caesarobriga (Talavera de la Reina) y era uno de los antiguos asentamientos de los vettones, romanizado a partir del siglo I a.C.
En el año 74 d.C. Vespasiano le otorgó la ciudadanía, al tiempo que al resto de Hispania, y se convirtió en municipium, alcanzando su máximo desarrollo urbanístico durante el siglo II d.C., en época de Trajano.
La ciudad, que no hay que confundir con la otra Augustóbriga de tierras sorianas, fue identificada a finales del siglo XIX, cuando se encontró en Talavera la Vieja una inscripción de principios del siglo I d.C. dedicada a Cayo Julio Glabro por el Senado y el pueblo de Augustóbriga (senatui populoque augustobrigensi).
Las ruinas romanas de Talavera la Vieja ya habían sido inventariadas y catalogadas por Ambrosio de Morales en 1577, y en 1931 fueron declaradas Monumento Histórico Artístico. Sin embargo, nunca se hicieron excavaciones arqueológicas, ni siquiera con motivo de la aparición de la inscripción, hasta 1962.
Y es que al año siguiente Talavera la Vieja y las ruinas de Augustóbriga iban a quedar sumergidas bajo las aguas del embalse de Valdecañas. Los vecinos fueron realojados en pueblos de nueva creación, y algunas estructuras antiguas desmontadas piedra por piedra y vueltas a levantar en las orillas. Entre ellos están los restos de un templo (principalmente columnas), y el pórtico de la curia, que se convirtió así en el único que ha llegado a nuestros días.
El pórtico, popularmente conocido como los mármoles, puede verse hoy a unos 6 kilómetros y medio de su ubicación original, junto a la carretera que va de Navalmoral de la Mata a Guadalupe, en el término municipal de Bohonal de Ibor. Es de granito, y data del siglo II d.C. A primera vista se diría que se trata de un pequeño templo tetrástilo, y efectivamente ese es el esquema que sigue.
De él se conservan las seis columnas estriadas con capiteles corintios, con el podio completo, el arquitrabe y el arco central, así como el basamento del edificio, que tiene 20,43 metros de largo por 11,55 de ancho y el pavimento de losas, habiendo desaparecido sus muros y techumbre.
En Augustóbriga, antes de quedar inundada, se encontraron hasta 31 inscripciones romanas. Otros restos no pudieron ser rescatados a tiempo y quedaron sumergidos para siempre, como el mosaico que hay en el edificio de las termas.
Solo en ocasiones, cuando el nivel del embalse desciende en época estival o de sequía, pueden verse los restos de Talavera la Vieja, escondiendo todavía seguramente tesoros antiguos bajo sus piedras.
Fuentes
Los romanos en Hispania (Rafael Fontán Barreiro) / Diccionario de los dioses de Hispania (Julián Rubén Jiménez) / Lugares con historia / Wikipedia
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.