Todo el mundo sabe que Liberia es un país creado en la costa atlántica de África a mediados del siglo XIX para acoger a los esclavos liberados que desearan emigrar desde Estados Unidos. Lo que ya no resulta tan conocido es que hubo otra república más, fundada pocos años después, con el mismo objetivo y que terminó integrándose en la anterior. Dado que fue impulsada por el estado norteamericano de Maryland, recibió ese nombre; de hecho, ninguno de los dos casos era una novedad porque fueron precedidos de varios más.

El origen de todo ello se remontaba a 1786, cuando el Committee for the Relief of the Black Poor (Comité para el Alivio de los Negros Pobres), una organización benéfica británica dedicada a socorrer a gente desamparada de origen africano y asiático, concibió la fundación de una colonia en Sierra Leona. Era la época en que la Primera Revolución Industrial demandaba una nueva clase trabajadora, el proletariado, que proporcionase personal especializado y con salario para gastar e incentivar la economía; de modo que, junto con el creciente abolicionismo, se empezó una dura campaña contra el negocio esclavista.

La colonia africana se presentaba como una forma de facilitar una nueva vida a esa gente y Londres, con el ministro William Pitt al frente, se implicó al máximo fletando tres barcos y registrando a muchas personas para el traslado, aunque a la hora de la verdad sólo se presentaron cuatrocientas: esclavos liberados por la Royal Navy, mulatos, cimarrones jamaicanos capturados, los Black Loyalist (soldados negros que habían tenido que abandonar América por mantenerse leales frente a los revolucionarios), etc. Casi un centenar fallecieron durante la singladura; los demás se establecieron en lo que hoy es Cline Town, un barrio de Freetown (capital de Sierra Leona). Como anécdota, cabe señalar que en 1792 las autoridades concedieron el voto a las mujeres, adelantándose a la propia metrópoli.

Mapa de Maryland in Africa, también conocida como Maryland in Liberia y Republic of Maryland (1853)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Siguiendo ese ejemplo nació The Society for the Colonization of Free People of Color of America (Sociedad Americana para la Colonización del Pueblo Libre de Color de América), generalmente abreviado como American Colonization Society. Se trataba de una entidad fundada en EEUU en 1816 por Robert Finley, un clérigo presbiteriano y pedagogo natural de Nueva Jersey que, tras enseñar un tiempo en Carolina del Sur, tomó conciencia abolicionista y tuvo la idea de fundar una colonia en África occidental con libertos. Él falleció de una enfermedad al poco, en 1817, pero la idea siguió adelante.

El gobierno la apoyó para dar salida a los numerosos esclavos o descendientes de ellos que había en los estados del Norte -donde se manumitió a una cuarta parte tras la Revolución Americana- y constituían un riesgo de estallido social, pues en la práctica continuaban marginados y su número se había disparado, sumando muchas decenas de miles. Por esa razón se descartó asentarlos en territorio estadounidense -incluyendo el Sur, donde se temía que alentasen rebeliones de los todavía esclavos-, optándose por el que hoy ocupa la citada Liberia, aunque entonces no abarcaba el total, ya que la operación se llevó a cabo en varias fases.

Las colonias que se unirían para formar Liberia, en 1830/Imagen: Fred van der Kraaij en Wikimedia Commons

El Congreso donó cien mil dólares a la causa y el 6 de febrero de 1820 zarpó el primer barco, el Elizabeth, con ochenta y ocho emigrantes. Sin embargo, la futura colonia no era tal en sentido estricto, ya que carecía de estatuto y no dependía de EEUU sino de la American Colonization Society. De hecho, el territorio elegido en África, una franja marítima conocida como Costa de la Pimienta, se consiguió a punta de pistola (literalmente, con el militar enviado amenazando con su arma a Zolu Duma, el rey de los gola, que habitaban el noroeste de la actual Liberia), si bien luego se pagó con mercancías diversas. A lo largo de una década, se instalaron allí dos millares y medio de personas.

Entonces se abrieron filiales de la sociedad en varios estados y fueron las encargadas de poner en práctica el proyecto de forma descentralizada. Así, la de Kentucky, abierta en 1828, adquirió un terreno de cien kilómetros cuadrados alrededor del río Saint Paul (el curso bajo del Niandi), lo bautizó como Kentucky in Africa, situó la capital en Clay-Ashland (a unos dieciséis kilómetros de la actual Monrovia) y envió a los primeros colonos. Otros estados siguieron su ejemplo, de manera que poco después también hubo un Mississipi in Africa, Georgia in Africa, Pensilvania in Africa y Luisiana in Africa. Maryland se sumó por varias razones.

Una de ellas fue que en 1831 se produjo en Virginia la rebelión de Nat Turner, un esclavo ilustrado, visionario y muy carismático, al que sus compañeros tenían por profeta porque había interpretado un eclipse como una señal para iniciar una lucha por la liberación. Él y sus adeptos fueron de casa en casa, matando a cuanto blanco encontraron -mujeres y niños incluidos- e incorporando a los esclavos que liberaban al grupo, siguiendo en cierta forma lo realizado por Espartaco dos milenios antes. El movimiento apenas duró dos días antes de ser reprimido, pero se había cobrado más de medio centenar de víctimas y eso sembró la desconfianza hacia los negros en todo el país.

John Brown Russwurm hacia 1850/Imagen: Cliff de Arlington en Wikimedia Commons

Otra razón para que Maryland crease su colonia fue que en ese estado vivía una ingente cantidad de negros libres, casi cincuenta y tres mil, la mayor parte concentrada en la mitad septentrional y en la capital, Baltimore. En diciembre de 1831, un mes después de ponerse fin a la revuelta de Turner, la asamblea legislativa del estado asignó a la recién creada Maryland State Colonization Society un presupuesto de diez mil dólares en veintiséis años, con el objetivo de que financiara el traslado de diez mil esclavos libres y cuatrocientos caribeños a una nueva colonia africana.

El lugar escogido estaba en el estuario del río Hoffman, al sur de Liberia, lindando prácticamente con Costa de Marfil: Cape Palmas (Cabo Palmas), una pequeña península rocosa que se conectaba al continente mediante un istmo de arena y que, siguiendo los precedentes mencionados, el 12 de febrero de 1834 fue rebautizada con el nombre de Maryland in Africa. Por tanto, una parte considerable del litoral del golfo de Guinea quedó ocupado por colonias estadounidenses pobladas con negros libres o ex-esclavos.

En teoría, aquella emigración debía llevarse a cabo sólo con voluntarios; en la práctica, resultó que pocos querían marcharse porque ya no pertenecían a la generación de africanos importados sino que habían nacido en EEUU y sentían el país como propio. Consecuentemente, la mayoría de los que se fueron lo hicieron bajo presión o manumitidos con la condición de trasladarse. Una dramática paradoja, ya que sus ancestros habían sido arrancados de su hogar para ahora vivir ellos la misma experiencia a la inversa, aunque se presentaba oficialmente como una repatriación.

Bandera de la República de Maryland/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Aún así, el plan resultó un fracaso porque en el tiempo de aplicación, entre 1821 y 1847, apenas se fueron unos pocos miles en total. Si en la primera década llegaron dos millares y medio, la cifra apenas se dobló hasta 1847, con el agravante de que las enfermedades tropicales hicieron estragos en los colonos, matando casi a la mitad de ellos. Por supuesto, Maryland no fue una excepción en esas exiguas cifras, ni siquiera cuando en 1836 se nombró gobernador de la colonia a un mulato, John Brown Russwurm, que hizo cuanto pudo para alentar la inmigración durante los doce años en que estuvo en el cargo.

Russwurm, hijo de un comerciante inglés y una esclava jamaicana, fue uno de los primeros graduados universitarios no blancos de EEUU. Editor de un periódico abolicionista, había sido secretario de la American Colonization Society, que le encargó la gobernación de Maryland in Africa porque él creía que una colonia negra tendría más posibilidades de éxito en aquel continente que en América, donde veía que persistía el racismo. Algo en lo que muchos no estaban de acuerdo, tanto negros y abolicionistas, que consideraban que sólo se quería hacer desaparecer un problema, como esclavistas, que veían un peligroso estímulo para las evasiones.

Daguerrotipo de Joseph Jenkins Roberts entre 1840 y 1860/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Los colonos nunca se llegaron a integrar en el continente africano. Se veían a sí mismos como estadounidenses y ésa era ya, en realidad, su cultura, de ahí que apenas tuvieran relación con sus vecinos, excepción hecha de los de Sierra Leona, que al fin y al cabo estaban en circunstancias parecidas por su pasado británico. Mantuvieron pues su idioma, su religión y sus costumbres, chocando a menudo con los pueblos locales del interior, los kru y los grebo, con los que, irónicamente, reproducían los mismos comportamientos racistas que habían sufrido en América: les negaron el derecho a voto, prohibieron los matrimonios mixtos y vetaron su acceso a los puestos gubernamentales.

En 1838, se inició un movimiento en las colonias africanas para unirse, algo que cristalizó en 1842 para formar Liberia, que en 1947 proclamó su independencia. Reino Unido la reconoció inmediatamente, pero EEUU se negaría a hacerlo hasta 1862, poco después de que los estados del Sur se separasen de la Unión. Únicamente Maryland in Africa permaneció al margen de esa maniobra, continuando por su cuenta. Eso se debió a que contaba con la protección de la metrópoli, que mantenía con ella un monopolio comercial en la zona y le concedió una constitución, estatutos y hasta bandera, haciendo de ella la colonia más desarrollada de todas.

Ahora bien, la emancipación era inevitable tarde o temprano y llegó en 1854, pasando a llamarse Maryland in Liberia (o República de Maryland) y situando su capital en Harper (Cape Palmas). Eso sí, no pudo resistir más de tres años. Los kru, los grebo y otras etnias aprovecharon la nueva situación, presuntamente más débil al carecer ahora del respaldo estadounidense, para rebelarse; la causa era el veto gubernamental a su tradicional actividad económica, el tráfico de esclavos. Incapaz de hacerles frente, el ejecutivo tuvo que pedir ayuda a Joseph Jenkins Roberts, presidente de Liberia.

El escudo de Liberia (dominio público en Wikimedia Commons) alude a su peculiar origen histórico y la bandera (dominio público en Wikimedia Commons) es una versión de la estadounidense

Roberts era un comerciante mulato, natural de Virginia pero libre, hijo de un galés y la esclava de éste -también mulata- posteriormente manumitida, que había emigrado durante su juventud, en 1829, con su madre, hermanos, esposa e hijo. Acomodado y con cierta educación, logró ser elegido gobernador primero y presidente después. Atendiendo la petición de sus vecinos, envió un cuerpo militar que apoyó a la milicia local en una campaña conjunta, fruto de la cual consiguieron poner fin a la insurrección. Sin embargo, había quedado patente la incapacidad de la República de Maryland para salir adelante por sí sola y por eso al año siguiente, en 1857, aceptó ser anexionada por Liberia.

Ésta continuó recibiendo emigrantes enviados por la American Colonization Society y trató de expandirse a costa de sus vecinos, el África Occidental Británica (en la que estaba integrada Sierra Leona) y la Guinea Francesa, lo que llevó a Reino Unido y Francia a tener que pararle los pies. La experiencia liberiana, no obstante, brillaba lo suficiente como para inducir a Abraham Lincoln a plantear una nueva versión en Chiriquí (Panamá); el reclutamiento y empleo de tropas negras en la Guerra de Secesión le disuadió y prefirió apoyar el voto para ese sector de la población, lo que supondría su asesinato. Pese a todo, la American Colonization Society continuó en activo, aunque cada vez con menos actividad y más oposición, hasta su disolución oficial en 1964.


Fuentes

Maryland in Liberia (John Hazlehurst Boneval Latrobe)/Peculiar rhetoric: slavery, freedom, and the African colonization movement (Bjorn F. Stillion Southard)/The American Colonization Society: an avenue to freedom? (Allan Yarema)/Another America: the story of Liberia and the former slaves who ruled it (James Ciment)/African American settlements in West Africa: John Brown Russwurm and the American civilizing efforts (Amos J. Beyan)/Wikipedia


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