En la ciudad italiana de Barletta, situada a orillas del mar Adriático en la región de Apulia, y frente a la basílica del Santo Sepulcro hay una colosal estatua de más de 5 metros de altura que representa a un emperador romano. No se sabe como llegó a la ciudad ni de dónde vino, ni siquiera qué emperador es el que está retratado en ella. Pero, por supuesto, hay leyendas y opiniones varias al respecto.

Representa a un emperador barbado, de unos 50 años, con la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda, la cara asimétrica (más ancha y redonda en la derecha), levantando la mano derecha en la que originalmente pudo llevar un cetro, una lanza o un lábaro pero a la que se colocó una cruz posteriormente. En la mano izquierda, con el brazo doblado por el codo y oculto por la capa, sostiene un orbe.

Lleva dos túnicas, siendo la inferior visible en el hombro derecho y el codo izquierdo, y una coraza de cuero ajustada con un cinturón en el que se representan gorgonas y se ata con un nudo de Hércules (nudo de rizo).

Vista lateral del Coloso / foto dominio público en Wikimedia Commons

La diadema imperial tiene unos 15 centímetros de anchura, con los bordes repletos de perlas en forma de pera, unas 50 en la parte inferior y 48 en la superior. En el centro tiene un hueco cuadrangular para una piedra preciosa, y otras 17 cavidades para gemas a cada lado en la parte media.

La leyenda dice que la estatua apareció en la arena de una playa, después de que un barco veneciano que volvía tras saquear Constantinopla en 1204 naufragase. Pero los análisis no encontraron rastro de que alguna vez estuviera en el mar. También se sabe que en 1231 se encontró en Rávena una estatua colosal, que el emperador Federico II pudo enviar a sus tierras de la Apulia. Pero las primeras menciones al coloso de Barletta, que es como se la conoce actualmente, datan de 1309, cuando Carlos II de Anjou autorizó a los monjes dominicos utilizar la estatua para construir campanas.

El coloso fue reconstruido en 1491 por el escultor Fabio Alfano, restaurando las partes que faltaban y que eran principalmente las piernas, fragmentos de los antebrazos y la cabeza por encima de la diadema.

Detalle del Coloso / foto Marcok of it.wiki en Wikimedia Commons

Estudios de la Universidad de Palermo dataron el coloso en la primera mitad del siglo V d.C. Se cree que toda la estatua estuvo dorada originalmente, salvo los pliegues de la ropa, el borde de la diadema y la túnica, que dieron estar recubiertas de bronce. Se sabe que el blanco de los ojos estaba plateado porque se han encontrado restos de sulfuro de plata debajo de los párpados.

La tradición afirma que el emperador representado en ella es Heraclio, que gobernó el imperio de Oriente entre 610 y 641, y de hecho los italianos la llaman Eraclio. Se da incluso el nombre de Polifobo como su escultor. Es lo que opinaban a principios del siglo XX algunos investigadores como F.P. Johnson, que data la estatua hacia el año 625 d.C. y concluye que no hay razones para no creer en la tradición.

Pero lo cierto es que no se sabe con certeza a quien representa, barajándose como posibilidades Honorio, Valentiniano I, Teodosio II, Marciano, o León I el Tracio. Todos ellos gobernaron antes que Heraclio, entre los siglos IV y V d.C.

La opción de Valentiniano I se basa en la similitud de la cabeza con la representada en las monedas de ese emperador. En cuanto a Teodosio II, se ha encontrado parecido con una cabeza de mármol fechada en 440 d.C. y, además, una joya perteneciente a su madre ha sido identificada en la diadema del coloso.

En el caso de León I el Tracio, que fue emperador de Oriente entre 457 y 474 d.C., podría ser la estatua que coronaba su columna honorífica, erigida entre esos años en Constantinopla, y fragmentos de la cual se han encontrado en excavaciones cerca del Palacio Topkapi. Así lo pensaba el arqueólogo Urs Peschlow, que publicó una reconstrucción de la columna y afirmaba que el tamaño del coloso encajaba con las dimensiones de aquella. Además, la estatua sigue el mismo modelo que la de Constantino, que coronaba su propia columna en la ciudad, sosteniendo una lanza con la mano derecha y un orbe con la izquierda.


Fuentes

Johnson, F. P. “The Colossus of Barletta.” American Journal of Archaeology, vol. 29, no. 1, 1925, pp. 20–25. JSTOR, www.jstor.org/stable/497716 / Il Colosso di Barletta ed il codice di Teodosio II (Gianfranco Purpura) / Demougeot É. Le Colosse de Barletta. Mélanges de l’Ecole française de Rome. Antiquité. — 1992. Vol. 94, no. 2. P. 951—978. doi:10.3406/mefr.1982.1349 / Bente Kiilerich, The Barletta Colossus Revisited: The Methodological Challenges of an Enigmatic Statue, Acta ad archaeologiam et artium historiam pertinentia XXVIII, n.s. 14, 2015 / Wikipedia


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