En 1968, cuando George Harrison convenció a sus compañeros de los Beatles para asistir a una sesión de meditación trascendental en Rishikesh (India) con Maharishi Mahesh Yogi, al que habían designado su gurú, no hacían sino seguir una moda iniciada la década anterior y que se prolongaría hasta los setenta, consistente en viajar a ese país y/o a Nepal en busca de una experiencia exótica y alternativa. La mayoría de los que probaron, lo hicieron siguiendo una ruta que atravesaba Europa, Oriente Próximo y Medio y Asia central hasta terminar en el Sudeste asiático: el luego denominado Hippie Trail.

De aquel episodio , los Beatles sacaron una treintena de canciones, parte de las cuales integrarían su White Album (como la exitosa Ob-La-Di, Ob-La-Da), pero, evidentemente, ellos no recurrieron al Hippie Trail para trasladarse a la India. Sí lo hicieron, en cambio, muchos jóvenes -y no tan jóvenes- que veían interés en el acto mismo de viajar y además de la forma más barata posible, lo que alargaba el trayecto y permitía tanto interactuar con las gentes locales que se iban conociendo como permanecer más tiempo alejado del mundo occidental, considerado decadente.

Y es que era la época del hippismo, movimiento contracultural nacido a principios de los años sesenta a partir de los beatniks de la segunda mitad de los cincuenta. Estos últimos asumían frente a la sociedad una actitud rompedora que no se reflejaba en un posicionamiento politico sino que afectaba a la vida cotidiana, desde la forma de vestir a la conducta pública, pasando por la apertura sexual y, en suma un incorformismo rebelde, retador. Generalmente se considera que los beatniks tuvieron su biblia en la novela On the road (En el camino), de Jack Kerouac, publicada en 1957.

Tres ediciones de On the road (En el camino), de Jack Kerouac/Imagen: Prosopee en Wikimedia Commons

On the road, como resulta fácil deducir, es un libro de viajes en clave autobiográfica que su autor escribió basándose en las notas que tomó entre 1947 y 1950, durante las correrías que llevó a cabo con unos amigos por EEUU y México de manera improvisada, sin planificación previa. La literatura de Kerouac se consagró como manifiesto beatnik junto a otras variantes artísticas, de las que la música también tuvo su importancia, junto al consumo de drogas bajo el apadrinamiento de ilustres escritores (Timothy Leary, Allen Ginsberg, William Burroughs…) y la búsqueda de una espiritualidad exótica (budismo, taoísmo…).

Los hippies tomaron el relevo a los beatniks con un carácter igualmente libertario pero dándole una pátina pacifista. El amor libre, el folk, el ecologismo y otra vez las drogas fueron algunas de sus referencias y el Festival de Woodstock, su apoteosis. Tampoco faltaba el interés por las religiones orientales y sus técnicas (el yoga, por ejemplo), así que visitar sus lugares de origen pasó a ser un objetivo; al fin y al cabo, la experiencia de viajar seguía conservando su carácter iniciático, evasivo y transformador, y no en vano a las experiencias alucinógenas con psicotrópicos se las denominaba también viajes.

El Festival de Woodstock, apoteosis hippie/Imagen: James L. Shelley en Wikimedia Commons

Así fue cómo se fue formando el Hippie Trail (Sendero Hippie), conocido asimismo como The Overland (Por Tierra). El punto de partida era cualquier ciudad europea occidental, con preferencia por Londres, Ámsterdam, Copenhague, París o Berlín, que eran los principales centros hippies continentales por su cosmopolitismo. Otras salidas se hacían desde urbes meridionales, como Milán o Atenas, siendo Estambul el eje irradiador final para empezar el trayecto propiamente dicho con varios posibles itinerarios.

Por supuesto, muchos viajeros procedían de EEUU y solían recurrir a la ruta que cubría entre ese país y Luxemburgo la compañía Icelandic Airlines. Esta aerolínea privada islandesa, especializada en trayectos transatlánticos, supo ver el potencial que tenía aquella corriente contracultural y se convirtió en una de las pioneras de los vuelos low cost; de hecho, se la apodaba Hippie Express y uno de sus usuarios más célebres, con melena y pantalón de pata de elefante, fue Bill Clinton.

El caso es que en Estambul se podían tomar dos direcciones, ambas atravesando Turquía. Una se desviaba hacia el sur para visitar la franja sirio-palestina y desde allí pasar por Irak e Irán; la otra seguía rumbo este para alcanzar también ese último país.

Itinerario básico del Hippie Trail/Imagen: NordNordWest en Wikimedia Commons

Teherán constituía una segunda gran escala desde la que se continuaba por Afganistán (Herat, Kandahar, Kabul) y Pakistán (Peshawar, Lahore), debiendo cruzar por el Ganda Singh Wala, en el Punjab, y un lugar tan histórico como el Paso del Khyber (utilizado por Alejandro Magno y donde se produjo el desastre militar británico de 1842), para entrar en la India.

Una vez en el subcontinente, nadie se sustraía a conocer Delhi, Benarés, Bombay o Goa (donde las características casas hippies han dejado paso a grandes hoteles). En algunos casos, se podía hacer una escapada hasta el sur del subcontinente, a Tivandrum (capital del estado de Kerala), pues allí estaba el precioso conjunto de playas de Kovalam (hoy en día un destino turístico de cierto nivel, con resorts, balnearios y centros ayurvédicos), saltar a Ceilán (actual Sri Lanka) y terminar en Bangkok (la capital de Tailandia); incluso había quien aprovechaba para ir a Australia, como hicieron en 1972 Maureen y Tony Wheeler (los fundadores de Lonely Planet).

Freak Street en la actualidad, sin centros de hachís y ya pocos comercios/Imagen: Chris Servey en Wikimedia Commons

Pero lo más habitual, casi lo preceptivo, era acercarse a Katmandú, la capital de Nepal, donde la antigua y céntrica calle en la que solían concentrarse los hippies, la Jhochhen Tole, ha sido rebautizada con un mote alusivo a ellos: Freak Street.

Ubicada en el centro mismo, junto a la plaza Durbar, se levitaba gracias al hachís -se vendía legalmente en tiendas- y los reverberantes ecos de la música de Janis Joplin o Jimmy Hendrix. Hoy, tan pintorescos usuarios han sido sustituidos por otra subespecie viajera, los mochileros, que sin embargo tienden a acomodarse en el turístico barrio de Thamel.

En cierta forma, son una continuación, pues el hippismo implicaba viajar ligero de equipaje y lo más barato posible, ya fuera en la clásica furgoneta Volkswagen, en desvencijados autobuses de línea (aunque llegó a crearse una compañía ad hoc, la Indiaman), en viejos ferrocarriles transcontinentales o haciendo autostop, cuando no en verdaderas casas rodantes improvisadas sobre chasis de camiones o buses de tercera mano, que permitían llevar a toda la familia o comunidad y vivir en la carretera.

Camiones adaptados como vivienda por hippies/Imagen: Mombas en Wikimedia Commons

La alternativa era alojarse en albergues y hoteles modestos, donde intercambiar relatos de vivencias con otros compañeros de camino. Los nombres de algunos de esos sitios han pervivido en el tiempo, caso de The Pudding Shop (apodo del Restaurante Lale de Estambul, que prosperó gracias a esa peculiar clientela y hasta apareció en el cine, en la película El Expreso de Medianoche) o los hoteles Amir Kabir (Teherán) y Sigi’s (Kabul).

Eso fue bastantes años antes de que esos dos últimos países se vieran envueltos en conflictos: la Revolución Islámica iraní y la invasión de Afganistán por la URSS, que se sumaron a la guerra civil libanesa, la contienda entre India y Pakistán por Cachemira y la Guerra de Yom Kippur. El estallido de las hostilidades entre Irán e Irak fue una paletada más de tierra en la tumba virtual, que quedó lista para el responso fúnebre en 1998.

El Restaurante Lale, apodado antaño The Pudding Shop, en 2013/Imagen: Maksym Kozlenko en Wikimedia Commons

Una desgracia para sus habitantes aún mayor que para los hippies, que vieron cerrado o limitado el paso por numerosas fronteras. Incluso lo fue también para cualquier viajero potencial, ya que hoy en día el Hippie Trail seguiría resultando muy interesante, habida cuenta que coincidía en muchos tramos con ramificaciones de la Ruta de la Seda. De hecho, se resistió a morir y se buscaron alternativas que pasaran por regiones más tranquilas, como Baluchistán.

Para entonces ya era imposible la resurrección porque el hippismo había desaparecido, el gobierno nepalí perseguía a todo lo que pareciese hippie en favor de un nuevo tipo de turismo (el de trekking) y la eclosión del transporte aéreo facilitaba viajar por todo el mundo a un coste cada vez menor.

No obstante, la idea del Hippie Trail pervive de alguna manera gracias a algunas agencias y touroperadores de viajes de aventura, que ofertan reproducirla evitando las zonas calientes.


Fuentes

The hippie trail. A history (Sharif Gemie y Brian Ireland)/Magic Bus. On the Hippie Trail from Istanbul to India (Rory MacLean)/A brief history of the Hippie Trail. Overland from Europe to Asia in search of hashish (Richard Gregory)/The Hippie Trail – The road to Paradise (Erik Pontoppidan)/Overland on the Hippie Trail (Larry Farmer)/Wikipedia


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