El 13 de diciembre del año 115 d.C. pudo cambiar completamente el curso de la historia del Imperio Romano. Ese día hubo un terremoto en la ciudad de Antioquía del Orontes (hoy Antakya en la costa sureste de Turquía), cuya intensidad máxima en la escala de Mercalli se ha estimado como XI o extrema. Ese día, atrapados en medio del terremoto, estaban allí el emperador Trajano y su sucesor Adriano.
Mientras el emperador se quedaba en Antioquía ocurrió un terrible terremoto; muchas ciudades sufrieron daños, pero Antioquía fue la más desafortunada de todas. Como Trajano pasaba allí el invierno y muchos soldados y civiles habían acudido allí de todas partes en relación con pleitos, embajadas, negocios o visitas turísticas, no hubo ninguna nación que saliera indemne; y así, en Antioquía, todo el mundo bajo la influencia romana sufrió un desastre. Hubo muchas tormentas y vientos portentosos, pero nadie hubiera esperado que tantos males resultaran de ellos
Dión Casio, Historia Romana 68.24
En la escala de magnitud de ondas de superficie alcanzó un 7,5 y la ciudad quedó prácticamente destruida, y con ella la mayor avenida columnada de la Antigüedad que tenía nada menos que 2 kilómetros y 275 metros de longitud flanqueando el cardo de la urbe.
La ciudad, en aquel momento, estaba repleta de tropas romanas, pero también de muchos civiles, debido a que Trajano estaba invernando allí, preparándose para culminar su guerra contra los partos, recién llegado de una campaña en Armenia, y la corte imperial le acompañaba. Adriano se encontraba en Antioquía desde enero de 114 d.C., ciudad en la que había fijado su residencia como legado imperial.
A pesar de que tanto Trajano como Adriano pudieron escapar solo con heridas leves, no tuvo tanta suerte el cónsul Marco Pedón Vergiliano, que resultó muerto.
Sin embargo, muchos de ellos se salvaron, como era de esperar en una multitud tan numerosa; sin embargo, no todos escaparon ilesos. Muchos perdieron piernas o brazos, a algunos les rompieron la cabeza y otros vomitaron sangre; el cónsul Pedón fue uno de ellos, y murió de inmediato. En una palabra, no hubo ningún tipo de experiencia violenta que esas personas no sufrieran en ese momento.
Dión Casio, Historia Romana 68.25
Todo comenzó en las primeras horas de la mañana, con un gran estruendo, mientras la mayoría de los habitantes de Antioquía estaban todavía durmiendo, incluyendo posiblemente al emperador. Quienes se encontraban al aire libre pudieron sentir inmediatamente una violenta sacudida, y vieron como los árboles eran súbitamente arrancados y derribados, mientras todo comenzaba a temblar con gran fuerza.
Trajano, al que posiblemente despertó el estruendo inicial, tuvo el tiempo justo para salir por una ventana de la habitación de su dormitorio cuando las paredes y el techo ya comenzaban a colapsar bajo las embestidas del terremoto, sufriendo heridas en la caída.
Trajano salió por una ventana de la habitación en la que se alojaba. Algún ser, de estatura superior a la humana, se había acercado a él y le había guiado adelante, de modo que escapó con sólo unas pocas heridas leves; y como los choques se prolongaron durante varios días, vivió a la intemperie en el hipódromo. El mismo monte Casio se estremeció tanto que sus picos parecían inclinarse y romperse y caer sobre la misma ciudad. Otras colinas también se asentaron, y mucha agua que no existía anteriormente salió a la luz, mientras que muchos arroyos desaparecieron
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Adriano, que se encontraba seguramente en su residencia oficial, consiguió salir de forma parecida e igualmente con pequeñas heridas causadas, o bien por el derrumbe del edificio, o por haber tenido que saltar desde un piso alto. En cualquier caso, ambos se dirigieron en dirección al circo, el único lugar abierto donde no había peligro de derrumbes.
Allí en el circo se estableció un campamento temporal, donde todos incluido el emperador, permanecieron durante el tiempo que duró el seísmo y sus réplicas. Duración, que según Dión Casio fue de varios días y noches.
Y mientras los dioses continuaban el terremoto durante varios días y noches, la gente estaba en una situación desesperada e indefensa, algunos de ellos aplastados y pereciendo bajo el peso de los edificios que les apretaban, y otros muriendo de hambre, siempre que se daba la casualidad de que quedaban vivos, ya sea en un espacio despejado, estando las maderas tan inclinadas como para salir de tal espacio, o en una columnata abovedada
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Tres cuartos de la ciudad quedaron destruidos, y prácticamente todas las estructuras sufrieron algún tipo de daño. Una vez que la tierra dejó de temblar, fue el momento de buscar supervivientes entre las ruinas y los escombros.
Las escenas del horror, descritas con gran realismo por el historiador Dión Casio, dan cuenta de la gran desolación producida por el temblor.
Cuando por fin el mal se había calmado, alguien que se aventuró a escudriñar las ruinas vio a una mujer todavía viva. No estaba sola, sino que tenía un bebé; y había sobrevivido alimentándose a sí misma y a su hijo con su leche. La desenterraron y la resucitaron junto con su bebé, y después buscaron en los otros montículos, pero no pudieron encontrar en ellos a nadie que siguiera vivo, salvo un niño que mamaba del pecho de su madre, que estaba muerta. Mientras sacaban los cadáveres ya no podían sentir ningún placer ni siquiera en su propia huida.
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El terremoto desencadenó un tsunami en la costa levantina que dañó gravemente el puerto de Cesarea Marítima, tal y como quedó recogido en el Talmud, y otras localidades costeras. El número total de víctimas del seísmo se estima en unas 260.000, un número que algunos consideran exagerado o cuando menos no demasiado fiable. De ser correcto, el terremoto de Antioquía sería uno de los más mortíferos de la historia.
La zona es punto de convergencia de varias placas tectónicas (Africana, Arábiga, Anatolia) y por ello ha sufrido varios grandes terremotos en los últimos 2.000 años. De hecho, aquel terremoto del año 115 d.C. era ya la tercera vez que Antioquía quedaba destruida por un seísmo. Y no sería la última, pues en 526 d.C. volvió a sufrir otro terremoto que la destruyó por completo.
Trajano ordenó inmediatamente el inicio de los trabajos de reconstrucción de la ciudad, que serían implementados y continuados por Adriano.
Según el cronista del siglo VI d.C. John Malalas, nativo de Antioquía, Trajano conmemoró la reconstrucción de la ciudad erigiendo una copia dorada de la Tique de Eutíquides en el teatro. Tique era la deidad patrona de Antioquía, presidía la prosperidad de la ciudad, trayendo esperanza y buena fortuna a sus ciudadanos. La escultura original de Tique era una estatua de bronce del escultor griego Eutíquides, alumno de Lisipo, creada para la ciudad de Antioquía a principios del siglo III a.C. que muestra a la diosa coronada con torres, sentada en una roca, símbolo del Monte Silpius, con sus pies apoyados en el río Orontes, representada como una joven nadadora.
Un año y ocho meses después del terremoto a la muerte de Trajano, el 11 de agosto de 117 d.C., Adriano fue proclamado emperador por el ejército en Antioquía. Permaneció en la ciudad hasta septiembre, cuando partió para Roma.
Fuentes
The Tsunami of December 13, 115 A.D. and the destruction of Herod the Great’s Harbor at Caesarea Maritima, Israel (Gloria I.López) / National Geophysical Data Center / Trajan: Optimus Princeps (Julian Bennett) / Historia romana (Dión Casio) / Following Hadrian / Wikipedia.
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