Por su estratégica situación en el Mediterráneo occidental, lo que hoy es Argelia ha tenido que vivir multitud de conflictos a lo largo de la Historia. Antaño llamada Numidia, por allí pasaron romanos, vándalos y bizantinos antes de que los almohades y almorávides la conquistasen, aunque todavía después estaría sucesivamente en manos españolas, otomanas y francesas antes de conseguir la independencia. Lo que muchos no saben es que en la segunda mitad del siglo XVIII hubo una insólita guerra contra un enemigo difícilmente imaginable: el Reino de Dinamarca-Noruega.

Argelia tiene una superficie de 2.381.741 kilómetros cuadrados, tamaño bastante considerable que la hace adentrarse en el continente y limitar con un buen número de países: Marruecos, Sahara Occidental, Mauritania, Malí, Níger, Libia y Túnez. En principio, parecería inimaginable que los argelinos llegaran nunca a chocar con los daneses.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que, durante el reinado de Carlos III, España todavía mantenía la posesión de la ciudad de Orán pero a costa de que ésta se viera rodeada por el Eyalato de Argel, un estado creado en 1525 por Jeireddin Barbarroja que terminó por convertirse en provincia del Imperio Otomano.

El Eyalato de Argelia en 1771 / Imagen: Wikimedia Commons

El eyalato fue creciendo a costa de arrebatar territorios a los Hafsíes de Ifriquiya (actual Túnez) y a Tremecén (un reino beréber ubicado al noroeste, gobernado por la dinastía Ziyánida), además de conquistar las otras posesiones españolas de la zona, de manera que sólo quedó la citada Orán. Defender ésta y aprovisionarla era muy difícil ante la actividad de la piratería berberisca, de ahí que cada vez fueran más las voces favorables a abandonar el lugar. Esos piratas constituían un quebradero de cabeza para el comercio mediterráneo, por eso abundaron las expediciones punitivas contra Argel: Inglaterra llevó a cabo tres en 1622, 1655 y 1672; Francia le tomó el relevo en 1681, 1682 y 1683; España, en 1775, 1783 y 1784; e incluso Estados Unidos lo haría en dos guerras, ya en el siglo XIX.

Entremedias, Dinamarca-Noruega se sumó a esa línea de actuación porque su desarrollo comercial, que llevaba experimentando un importante crecimiento durante el siglo XVIII (hasta había creado la Ostindisk Kompagni, Compañía Danesa de las Indias Orientales), empezaba a resentirse en el Mediterráneo. De hecho, no se trataba de una situación nueva, puesto que para evitarlo ante los primeros episodios, había firmado un acuerdo con los mandatarios argelinos: el clásico pago de tributos que debía garantizar la seguridad de los barcos escandinavos. Conviene aclarar que si estamos hablando del Reino de Dinamarca-Noruega es porque entre 1536 y 1814 formaron un único estado.

La fragata HDMS Falster y el navío de línea HDMS Grønland ante Argel en 1772 (anónimo contemporáneo)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El problema se presentó en 1766, cuando subió al poder Baba Mohammed ben-Omán y exigió una subida del impuesto que satisfacían los dano-noruegos: ahora, además de pagar al eyelato, debían pagarle también a él. El gobierno de Copenhague rechazó la demanda y, consecuentemente, se encontró con que tres de sus barcos eran asaltados y sus tripulantes vendidos como esclavos.

La indignación superó el ámbito diplomático y se decidió organizar una expedición de castigo como las que realizaron otras potencias, organizándose una escuadra de ocho buques y varias unidades menores que se puso al mando del contraalmirante Frederik Christian Kaas.

Kaas era un veterano marino, nacido en 1725 en el seno de una familia de navegantes daneses. Había empezado como cadete en 1739, obteniendo el despacho de subteniente en 1743, el de teniente cuatro años más tarde y el de capitán en 1755.

Frederik Christian Kaas(Peder Als) / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Para entonces acumulaba ya una considerable experiencia en la mar y además en el norte de África, ya que había estado dos años prisionero del sultán de Marruecos cuando éste mandó detener a todos los miembros de una factoría comercial, regresando en varias ocasiones a Berbería. Seguramente se tuvo en cuenta todo eso cuando se le eligió para liderar la expedición contra Argel.

En esos momentos no sólo era contraalmirante sino que también tenía un acta de diputado y el nombramiento de representante de la Corona, que conservaría hasta su muerte. Por otra parte, estaba casado en segundas nupcias y no gozaba de buena salud. No obstante, aceptó la misión y zarpó hacia el Mediterráneo el 16 de mayo de 1770.

Contaba con cuatro navíos de línea, dos fragatas y dos galeotas con morteros, que tomaron posiciones frente a la costa de Argel amenazando con bombardearla si no se aceptaba un tratado en los términos que exigían los daneses. Los argelinos no se amilanaron y al fuego enemigo, que realizó 75 disparos contra la ciudad, respondieron cañoneando a su vez.

Los buques daneses sufrieron varios impactos que los dejaron asombrosamente maltrechos, lo que, combinado con fuertes vientos que sacudían las naves impidiendo mejorar la puntería y que cada disparo de mortero amenazaba con desguazar el casco de las galeotas, dejó en evidencia que aquella flota no era adecuada para una campaña así.

Johann Friedrich Struensee con los reyes Christian y Caroline Mathilda (Kristian Zahrtmannn) / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Para agravar las cosas, se extendió una epidemia de fiebre tifoidea y disentería que afectó a buena parte de las tripulaciones. El fracaso de Kaas terminó con su relevo, debiendo regresar a Copenhague para someterse a un consejo de guerra junto al almirante Christian Conrad Danneskiold-Laurvig y el ministro de Marina, Johann Hartwig Ernst von Bernstorff.

A Kaas se le reprochaba que fuera incapaz de cumplir sus amenazantes bravatas, pero salió relativamente indemne del juicio (sólo perdió su condición de diputado del almirantazgo; los otros acusados se quedaron sin cartera ministerial) gracias a la caída del gobierno del doctor Johann Friedrich Struensee, un médico ilustrado que se había ganado el favor del rey Christian VII perdiéndolo después de que una conspiración contraria a su política modernizadora le acusase de seducir a la reina.

En 1772, con nuevo ejecutivo, Kaas ascendió a vicealmirante y al año siguiente volvió a recibir el mando de un escuadrón para enfrentarse a los suecos en el Báltico. En 1775 llegó a almirante y se retiró en 1781, en medio de un proceso de modernización militar. Fallecería en 1803.

Simon Hooglant en un grabado decimonónico / Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Mientras se celebraba la corte marcial, al frente de la expedición punitiva le sustituyó el contraalmirante Simon Hooglant, que cambió de táctica estableciendo un bloqueo marítimo; así quedaría la situación hasta la primavera de 1772, cuando se abrió una ronda de negociaciones que, tras cinco días, culminó con un acuerdo.

Argel, la gran beneficiada, recibía una generosa compensación económica y además cobraría un precio por cada esclavo escandinavo que liberase, algo necesario porque ya habían sido vendidos a particulares y había que compensar a éstos. En cambio, la escuadra dano-noruega tuvo que regresar de vacío y con medio millar de bajas, con lo que aquella aventura resultó bastante trágica y en buena medida ha caído en el olvido.


Fuentes

Krigen mod Algier 1769-1772 (Nationalmuseet en Web Archive)/Concise history of Danish East Indian Company (Srikaanth Sridhar)/Ottoman Empire and European theatre. The time of Joseph Haydn: from sultan Mahmud I to Mahmud II (r. 1730-1839) (Michael Hüttler y Hans Ernst Weidinger, eds.)/Wikipedia


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