El canal de Corinto, que une el golfo del mismo nombre al noroeste del Peloponeso con el golfo Sarónico en el Egeo mediante una vía de agua de 6,3 kilómetros de longitud, se construyó a finales del siglo XIX, entre 1881 y 1893.

Pero la idea no era nueva sino que tenía ya varios siglos de antigüedad (incluso Nerón hizo un renombrado intento cuyos restos todavía son visibles).

El primero en proponer la construcción de un canal en el istmo de Corinto fue el tirano Periandro en una fecha tan temprana como el siglo VII a.C. Sin embargo, al final el proyecto que se llevó a cabo fue el diolkos, una calzada pavimentada con surcos a los lados sobre la que los barcos eran arrastrados en un olkos, una especie de vagón rudimentario. El diolkos permaneció en uso hasta el siglo I de nuestra era, y aun hoy pueden verse sus restos junto al moderno canal.

El actual canal (en azul) y el Diolkos / foto EcoChap en Wikimedia Commons

Unos 300 años más tarde sería Demetrio Poliorcetes, rey de Macedonia, quien según cuenta Estrabón entre los años 304 y 303 a.C. decidió acometer la obra de abrir un canal. No obstante, abandonó igualmente la idea cuando sus ingenieros le informaron que el nivel del mar en el Golfo de Corinto estaba más alto que en el Golfo Sarónico, y por tanto había posibilidad de que se produjesen inundaciones en el Peloponeso y las islas:

Demetrio intentó perforar el Istmo del Peloponeso a fin de dar camino de salida a su escuadra, y que se vio obstaculizado por sus ingenieros, que efectuaron mediciones y le informaron de que el mar estaba en el Golfo de Corinto a mayor altura que en la zona de Céncreas, de suerte que, si perforaba el espacio de tierra que se interponía, quedarían inundados el canal que rodea a Egina, la propia Egina y las islas vecinas, y ya no sería provechosa la travesía

Estrabón, Geografía I.3.11
Barcos atravesando el canal de Corinto / foto 7777777kz en Wikimedia Commons

Durante mucho tiempo se pensó que aquellos ingenieros tenían que haber realizado mal sus mediciones, y es posible que así fuera. Dice Walter Werner en un artículo publicado en 1997 en The International Journal of Nautical Archaeology:

Sus ingenieros creían que el nivel del mar del Golfo de Corinto era más alto que el del Mar Egeo. Preveían que la construcción de un canal provocaría grandes inundaciones y que la corriente haría imposible la navegación por el canal. Debido a estos cálculos incorrectos, toda la actividad fue interrumpida

¿Por qué aquellos ingenieros habían errado de tal manera incomprensible? ¿Quizá tenían motivos para oponerse a la construcción del canal? ¿Hay algo que las fuentes antiguas no nos cuentan?

Vista aérea del canal de Corinto / foto Philos2000 en Wikimedia Commons

Por sorprendente que parezca, los ingenieros no estaban totalmente equivocados. En el año 2007 Stathis C. Stiros, profesor del Laboratorio de Geodesia de la Universidad de Patras en Grecia, publicó un artículo titulado Conceptos erróneos sobre los riesgos de inundaciones costeras tras la excavación de los canales de Suez y Corinto en la antigüedad en el que abordaba directamente el asunto. Según Stiros:

Al igual que en el caso del istmo de Suez, no existe una diferencia significativa en el nivel del mar, pero sí existen diferencias significativas en el nivel de las mareas a ambos lados del canal de Corinto, con mareógrafos que registran una marea media de 0,30 metros en el Golfo de Corinto y 0,08 metros en el Golfo Sarónico. Incluso si se asume que los antiguos ingenieros usaban como referencia la marca de marea alta y no el nivel medio del mar, la diferencia es sólo de alrededor de medio metro. Tal discrepancia es obviamente demasiado pequeña para ahogar las costas del Golfo Sarónico (Mar Egeo), aunque puede producir una corriente constante. De hecho, en el canal moderno se observa una corriente permanente y lenta.

Es decir, dependiendo del viento y de las mareas la diferencia de altitud del mar entre ambos extremos del istmo de Corinto puede llegar a ser de hasta 0,5 metros. Por tanto, aunque los ingenieros de Demetrio se equivocaban en cuanto a los efectos que aquello pudiera tener, no andaban tan descaminados e incluso se percataron de tan mínima diferencia de altitud, algo ciertamente interesante teniendo en cuenta las herramientas de que dispondrían para hacer los cálculos.

Otra vista del canal de Corinto / foto Greg Schechter en Wikimedia Commons

Tampoco se equivocaban en lo que se refiere a la corriente que se formaría en el canal. Hoy se sabe que esa corriente existe, y circula de oeste a este a unos tres nudos de velocidad. Obviamente, es una corriente leve, pero al fin y al cabo corriente.

Stiros cree, además, que la principal causa del abandono del proyecto no fueron las mediciones, sino la enorme cantidad de material que se iba a excavar para el canal (paredes de hasta 80 metros de altura).

Y añade que, la exageración de los posibles impactos negativos, en particular del riesgo de inundación de las zonas costeras, fue utilizada por los detractores para forzar el abandono del proyecto durante la antigüedad.


Fuentes

Walter Werner, The largest ship trackway in ancient times: the Diolkos of the Isthmus of Corinth, Greece, and early attempts to build a canal, The International Journal of Nautical Archaeology, doi.org/10.1111/j.1095-9270.1997.tb01322.x (PDF completo) / Gerster B., L’Isthme de Corinthe : tentatives de percement dans l’antiquité, Bulletin de correspondance hellénique. Volume 8, 1884. pp. 225-232, doi.org/10.3406/bch.1884.4110 / Stathis C. Stiros, Misconceptions for risks of coastal flooding following the excavation of the Suez and the Corinth canals in antiquity, Méditerranée vol.162 (2007), pp.37-42, doi.org/10.4000/mediterranee.162 / Wikipedia.


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