El Nepote más famoso acaso sea Cornelio, historiador galo-romano amigo de Cátulo, Cicerón y Pomponio Ático que, por tanto, vivió en tiempos de Augusto y dejó una antología de biografías titulada De viris ilustribus, entre otras obras. Pero, cuatro siglos después, en las postrimerías de la antigua Roma hubo otro personaje con el mismo cognomen que muy bien podría rivalizar con él en fama y trascendencia. Se trata de Julio Nepote, al que muchos consideran el último emperador legal del Imperio Romano de Occidente.

Oficialmente se considera que ese mandatario postrero fue Rómulo Augústulo (en realidad un nombre despectivo que le ha puesto la Historia, ya que el verdadero era Rómulo Augusto Pío Félix Augusto). Era hijo del general Flavio Orestes, un noble panonio que había sido embajador en la corte de Atila y participado en las negociaciones que el rey de los hunos llevó a cabo con el emperador Valentiniano III, para luego mandar las tropas de foederati, llegando a ocupar el cargo de magister militum presentalis (jefe de todos los ejércitos), precisamente durante el gobierno del emperador Julio Nepote. Lo veremos más adelante.

En el 475 d.C. Orestes fue nombrado magister militum para la Galia, donde reprimió una sublevación visigoda. Al regresar protagonizó un golpe contra el emperador, adueñándose de Rávena, la capital imperial, y obligando a Nepote a refugiarse en su Dalmacia natal. Por razones legales, Orestes no podía asumir el trono, así que proclamó a su vástago en el otoño de ese mismo año.

Extensión territorial del Imperio romano de Occidente y el de oriente hacia el año 476 d.C./Imagen: Rowanwindwhistler en Wikimedia Commons

La facilidad con que los rebeldes se hicieron con el poder se explica porque, en palabras del historiador Serguéi Kovaliov, «de hecho, el Imperio Romano de Occidente ya no existía. En Italia perduraba todavía formalmente un ilusorio poder de los emperadores, pero se trataba de fantoches sin autoridad en manos de los jefes de las tropas mercenarias bárbaras».

Y, en efecto, entre el 455 y el 476 se habían sucedido hasta nueve, ninguno de los cuales reinó más de cinco años y todos fueron depuestos por la fuerza. Más aún, la autoridad imperial había tenido que desplazarse a las fronteras; ya vimos que la capital se trasladó a Rávena y a menudo el emperador estaba establecido en la Galia Narbonense.

León I el Tracio/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Para entonces, era el Imperio Romano de Oriente el depositario del verdadero poder de antaño y su titular solía tratar al occidental como si de un estado vasallo se tratase. Por eso, pese a que, antes de fallecer, León I el Tracio había nombrado sucesores a Antemio en Constantinopla y a Julio Nepote en Roma (o en Rávena, de facto), los romanos orientales asistieron con cierta indiferencia a la insurrección de Orestes; no reconocieron a Rómulo Augústulo pero tampoco movieron un dedo en su contra.

También se negó a aceptarlo, evidentemente, el emperador legítimo. Flavio Julio Nepote Augusto había nacido en torno al 430 en Dalmacia, provincia de la que sería gobernador. Sus orígenes, como casi todo su reinado, son oscuros.

Julio Nepote en un grabado de la Edad Moderna/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El historiador romano-oriental Jordanes le identifica en su obra Romana como hijo de Nepociano, un general que sirvió al emperador Mayoriano entre el 457 y el 461 en el cargo de magister utriusque militiae junto a Egidio, hasta que el visigodo Teodorico II presionó para que fuera destituido. Los historiadores actuales, por contra, creen que el progenitor sería otro Nepociano diferente.

Se desconoce también la causa de por qué usaba el término Nepote, pero en esa primera línea, al significar «sobrino» quizá se tratase de una alusión a su tía, la emperatriz Elia Verina, esposa del emperador oriental León I el Magno y hermana de Marcelino, militar y patricio que en el 454, ante el asesinato de su amigo Flavio Aecio por Valentiniano II, había segregado Dalmacia y, en la práctica, mandaba en ella de forma autónoma aunque supeditado a la cercana Constantinopla.

Esa ascendencia real favorecería que Julio Nepote tuviera apoyo para desplazar al usurpador Glicerio, a quien había proclamado unilateralmente Gundebaldo, un magister militum burgundio, tras derrocar a Anicio Olibrio (que, a su vez, tampoco era legítimo).

En cualquier caso, Nepote recibió el visto bueno del nuevo emperador oriental, Zenón el Isaurio, para desembarcar con un ejército ilirio en Roma. Prácticamente sin lucha, expulsó a Glicerio -que fue perdonado y hecho obispo de Salona- en el 474, iniciando un reinado del que no sabemos gran cosa, dada la escasez de fuentes.

Sí consta que, para asentar inicialmente su posición, intentó aplicar una política de paz con los bárbaros. Lo consiguió con los visigodos de Eurico, a los que cedió parte de la Galia (Auvernia) a cambio de recuperar Provenza, merced a las artes diplomáticas del obispo Eipafanio de Pavía, quien antaño ya había negociado una tregua entre el emperador Antemio y el célebre Ricimero.

Sólido con la efigie de Glicerio/Imagen: Auktionshaus HD Rauch GmbH en Wikimedia Commons

En cambio, fracasaron las conversaciones con los vándalos, quienes ya tenían firmado un tratado con el Imperio Romano de Oriente y no necesitaban otro. Además, tampoco quedaban territorios disponibles que cederles, pues su rey Genserico ya era dueño del norte de África, Sicilia, Córcega, Cerdeña y el archipiélago Balear, así que como mucho se les podía ofrecer el reconocimiento de su autoridad sobre esos sitios. Pero no lo consideraron necesario; les resultaba más rentable continuar sus habituales incursiones por la costa italiana sin casi oposición.

Sin embargo, los verdaderos problemas de Nepote eran internos, como vimos. No contaba con el apoyo del Senado, que juzgaba su proclamación como una imposición de Constantinopla, así que, considerando que necesitaba afirmar su autoridad, eligió a un magister militum fuerte sobre el que apoyarse. Erró completamente en la designación porque el elegido fue Flavio Orestes, al que la concesión del patriciado no bastó para satisfacer su ambición. Que Orestes tuviera a sus órdenes las legiones y los foederati le confería el poder real y ya vimos cómo lo empleó.

Tremís con la efigie de Zenón, emperador de Oriente/Imagen: Numismatic Classic Group en Wikimedia Commons

Mientras el magister proclamaba emperador a su hijo Rómulo Augústulo, que sólo tenía unos diez años y por tanto estaba controlado por su padre y su tío Saulo, Nepote escapó tratando de continuar su mandato desde Dalmacia, ya que contaba con el apoyo de la Galia y el Imperio Romano de Oriente. En medio del caos, todos quisieron sacar tajada y los foederati exigieron que se les entregase un tercio de las tierras, igual que se había hecho con las tribus galas. Orestes rechazó la exigencia y los bárbaros eligieron como rey al hérulo Odoacro, un militar que ya había intervenido en el conflicto entre Antemio y Ricimero, sin estar claro a quién apoyó.

Odoacro lideró a los suyos contra Roma, derrotando a Orestes y a su hermano en el 476. Tenía abiertas las puertas de la península italiana pero no quería arriesgarse a un enfrentamiento con el Imperio Romano de Oriente, así que ofreció el trono unificado a Zenón a cambio de que dejase la administración en sus manos como dux.

Pero Zenón también había recibido una petición de ayuda de Julio Nepote para recuperar su poder, así que, evitando comprometerse abiertamente con ninguno, animó a ambos a alcanzar un acuerdo. En la práctica, dada la cruda realidad, eso significaba admitir que Odoacro se haría con Roma.

Rómulo Augusto entrega la corona a Odoacro en una ilustración decimonónica/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Y, efectivamente, el caudillo bárbaro -aunque reconvertido en patricio- entró en la ciudad, depuso a Rómulo Augústulo (al que perdonó la vida por ser un niño) y se proclamó Rex Italiae, supeditado al Imperio Romano de Oriente. El de Occidente se acabó así de facto, aunque Nepote siguió ejerciendo como emperador desde Dalmacia. El propio Odoacro consideró prudente simular que lo era y hasta acuñó monedas con la efigie de Nepote, pues al fin y al cabo el último magister militum y dux de Suessonium (noroeste de la Galia), el general Afranio Siagrio, seguía reconociendo su autoridad.

Esa precaria ficción se mantuvo tres años. Se desmoronó en el 479, cuando Nepote empezó a organizar una campaña con el objetivo de reconquistar Italia y al año siguiente fue muerto, no se sabe si por dos criados o por sus soldados.

Las circunstancias son confusas y se apunta a la intervención de Glicerio, el ex-emperador reconvertido en obispo, que obtenía de esa forma su venganza; que los hechos ocurrieran en Salona podría ser un indicativo. Ahora bien, Odoacro tenía noticia de las intenciones bélicas de Nepote y también debió de tener su reponsabilidad, habida cuenta que después nombró a Glicerio obispo de Milán.

El mapa de Europa tras la caída del Imperio romano de Occidente/Imagen: Rowanwindwhistler en Wikimedia Commons

El general Ovida, uno de los presumibles responsables de la muerte de Nepote, fue quien asumió el mando en Dalmacia. No duró mucho, pues meses más tarde Odoacro utilizó el magnicidio como pretexto para intervenir en la región, incorporándola a sus dominios tras derrotarle. Era el fin de una época.


Fuentes

Historia de Roma (Sergei Ivanovich Kovaliov)/La agonía del Imperio Romano de Occidente (Gonzalo Fernández)/Historia de Roma (Francisco Javier Lomas Salmonte y Pedro López Barja de Quiroga)/Julio Nepote y la agonía del Imperio Romano de Occidente (Juan Antonio Jiménez Sánchez y Bibiana Morante Medievailla)/Breve historia de la caída del Imperio Romano (David Barrera Martínez y Cristina Durán Gómez)/La caída del Imperio Romano. El ocaso de Occidente (Adrian Goldsworthy)/Wikipedia


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