¿Cuántas batallas conocemos de la Segunda Guerra Púnica? Las más famosas, sin duda, son las de Cannas, Trebia, Zama y el lago Trasimeno, todas ellas protagonizadas, por parte cartaginesa, por Aníbal Barca. Pero hubo muchas más -no en vano fueron diecisiete largos años de contienda- y algunas no sólo no tuvieron participación del más insigne de los Barca sino que además fueron decisivas para el resultado final. Por ejemplo, la del Metauro, donde las fuerzas púnicas estaban dirigidas por su hermano Asdrúbal. Y sufrieron una dura derrota.
Si de la infancia de Aníbal no se sabe mucho, la de Asdrúbal también es parcialmente desconocida, salvo que ambos tuvieron que escapar apuradamente de la emboscada que los iberos tendieron a su padre Amílcar en Akra Leuke (cerca de Alicante).
Fue allí precisamente donde quedaron huérfanos, pues su progenitor se ahogó cruzando el río Vinalopó. En cualquier caso, ambos habían sido adiestrados en el arte de la guerra y cuando Aníbal inició su campaña italiana en el 218 a.C. dejó a Asdrúbal cubriendo la retaguardia hispana.
Para ello contaba con un considerable ejército de casi 13.000 infantes, 2.550 jinetes y 21 elefantes que debía unirse a otro contingente establecido al norte del Ebro, al mando de Hannón (de quien se ignora si era un tercer hermano, un sobrino o un militar sin parentesco con ellos), formado por 10.000 soldados de infantería y un millar de caballería (aparte de una poderosa flota de medio centenar de quinquerremes y cinco trirremes).
El plan era marchar juntos en apoyo de Aníbal pero los romanos eran conscientes de sus intenciones y se dispusieron a impedírselo. Curiosamente también estaban dirigidos por una pareja de hermanos: Cneo Cornelio Escipión Calvo y Publio Cornelio Escipión.
La idea de éstos era combatir a los cartagineses por separado, antes de que Asdrúbal pudiese enlazar con Hannón, así que el procónsul Cneo Cornelio se lanzó sobre éste en Cissa, una base de abastecimiento cercana a Tarraco (aunque algunos historiadores consideran que eran la misma ciudad).
Contaba con el doble de efectivos (dos legiones romanas y otras dos aliadas) más el apoyo de los pueblos locales, así que obtuvo la victoria con cierta facilidad; hasta Hannón fue capturado. Fue una catástrofe para los púnicos, que perdieron el control de la región noreste de la península Ibérica además de los refuerzos y provisiones para Aníbal.
Asdrúbal llegó cuando todo había terminado y aunque cruzó el Ebro y tuvo tiempo de hostigar a la retaguardia romana, destruyéndole la mitad de su flota, la llegada de auxilio procedente de Massilia (Marsella) y la hostilidad de las tribus de la zona le obligaron a retornar a Qart Hadasht (Cartagena). Por contra, Cneo Cornelio estableció una base en Emporion (Ampurias), lo que le daba tiempo y tranquilidad para planificar su campaña, negociando alianzas con los hispanos.
Las hostilidades se reanudaron al año siguiente, aunque la iniciativa correspondió a Asdrúbal. Su plan de avance paralelo, por tierra pero apoyado por su flota, fracasó cuando ésta fue sorprendida por los barcos romanos en la desembocadura del Ebro. Sin apoyo naval, el hermano de Aníbal tuvo que retirarse de nuevo y, mientras esperaba refuerzos, se dedicó a reprimir la sublevación de los turdetanos del entorno de Gadir (Cádiz). Esos refuerzos, 4.000 infantes y 400 jinetes, llegaron acompañados de una orden expresa del Senado de Cartago: marchar a Italia apara ayudar a su hermano.
No fue fácil porque durante el camino sufrió una derrota ante Cneo y Publio Cornelio en Dertosa (carca de Tortosa), en el 215 a.C., debido a que las tropas con las que intentó reproducir la táctica de Aníbal en Cannas eran inexpertas y no contaba ni con buenos oficiales ni con suficiente caballería (al margen de que los dos Escipiones eran muy superiores a Terencio Varrón, el general romano en Cannas).
Así, Asdrúbal no pudo cumplir la orden del Senado y éste envió a su hermano Magón y Asdrúbal Giscón para relevarle, si bien el objetivo de fondo era terminar con el dominio de los Barca en la península Ibérica.
Los romanos lograron entretener allí a los cartagineses mientras extendían la guerra al norte de África, al convencer al rey Sifax de Numidia de aliarse con ellos.
Pero el monarca fue vencido por Asdrúbal, quien incorporó a tres millares de jinetes númidas a su ejército y regresó a Iberia. Colaborando con su homónimo y Magón, se impuso al enemigo en la batalla llamada del Betis Superior, donde perdieron la vida los dos Escipiones. Eso permitió recuperar la parte septentrional del Ebro, aunque los romanos seguían allí atrincherados con un tercer Escipión al mando, el Africano, hijo de Publio Cornelio.
Escipión logró recuperar el ánimo de las legiones y derrotó a Asdrúbal en Baecula en el 208 a.C., además de recuperar Qart Hadasht (que pasó a rebautizarse Cartago Nova). Pero el hermano de Aníbal pudo salvar dos tercios de sus efectivos que, engrosados con los de su tocayo y Magón, más el reclutamiento de mercenarios iberos, le dieron un potente ejército para reemprender el camino de Italia una vez más, ese mismo año. En la Galia todavía incorporó más hombres, cruzando los Alpes más rápido de lo que lo había hecho su hermano años atrás -todavía estaba la senda abierta-; tanto, de hecho, que éste apenas tuvo tiempo de levantar su campamento para acudir a su encuentro.
Asdrúbal se reforzó con ligures y llegó así al valle del Po, encaminándose hacia el Adriático. Por el camino fracasó en el intento de conquistar Placentia (Piacenza) pero de todas formas constituía un evidente peligro. Alarmado, el Senado de Roma encargó la formación de dos nuevos ejércitos consulares, ya que acababa de elegirse a los cónsules Cayo Claudio Nerón y Marco Livio Salinátor. El primero recibió la misión de enfrentarse a Aníbal, cosa que éste evitó por su inferioridad numérica, pasándose un año jugando al gato y al ratón por Brutium (Calabria). A Salinator se le encomendó ocuparse de Asdrúbal pero tampoco buscó el choque directo.
De este modo, Asdrúbal cruzó el río Metauro y alcanzó el puerto de Senigallia, enviando mensajeros a Aníbal para encontrarse en la región de Umbría. Esos correos fueron interceptados por el pretor romano de la Galia, Lucio Porcio Licino, que seguía a la columna hostigándola pero, igualmente, sin entrar en batalla abierta. La posibilidad de que los hermanos cartagineses se unieran era un riesgo enorme, así que los dos cónsules decidieron unir sus fuerzas en el norte y sumar también las de Licino para enfrentarse a Asdrúbal, a priori un rival más fácil que su hermano.
Obligando a 7.000 hombres escogidos a ir a marchas forzadas, Nerón recorrió 400 kilómetros en una semana, según las crónicas de la época («Marcha inigualable en los anales militares», la definió Lord Byron). Ante aquella enorme fuerza que acampó ante él, Asdrúbal movilizó a su ejército de noche con la idea de regresar a la Galia, donde estaría más seguro.
Pero entre la defección de los guías y la oscuridad nocturna, no fue capaz de encontrar un vado por donde cruzar el Metauro y la salida del sol le sorprendió desorganizado; sus mercenarios galos incluso estaban borrachos. Como la caballería romana venía hacia su posición, no le quedó más remedio que presentar batalla a disgusto.
Los datos sobre el número de los contendientes difiere bastante de unos autores a otros. Apiano habla de 48.000 infantes cartagineses, 8.000 jinetes y 15 elefantes; Tito Livio dispara las cifras diciendo que se hicieron 61.400 prisioneros y que muchos más pudieron escapar; Polibio, en cambio, reduce los muertos púnicos y galos a 10.000. Las estimaciones actuales calculan entre 20.000 y 48.000 hombres. Por parte romana, estaban el ejército consular de Salinátor más las dos legiones de Licino y los 6.000 legionarios y 1.000 jinetes de Nerón, por lo que el total rondaría los 37.000 efectivos.
El ejército cartaginés formó en línea con los ligures en el centro, tras la decena de elefantes que quedaban; la caballería se colocó en el flanco derecho -junto al río- para impedir que los jinetes romanos desplegados enfrente pudieran envolverlos. Estaba acompañada de los mejores soldados, los veteranos iberos, quedando todo el ala bajo su mando directo. En la izquierda se desplegaron los galos, medio a cubierto por una colina. Enfrente, Salinátor asumió el mando del flanco izquierdo, dejando a Nerón el derecho y a Licinio el centro.
La batalla empezó con Salinátor cargando contra el enemigo para aprovechar la superioridad numérica de la caballería, pero los púnicos resistieron y contratacaron con los elefantes, rompiendo las líneas romanas y sembrando el caos hasta que pasó algo bastante frecuente: los paquidermos, asustados, dieron media vuelta y amenazaron a los suyos, por lo que seis terminaron sacrificados a manos de sus propios mahouts. El resto terminarían capturados al final del choque.
Entretanto, Nerón tuvo un arranque de genio: renunciando a atacar a los galos, demasiado bien protegidos por el terreno, dejó un contingente para mantenerlos allí y se llevó a la mitad de su gente en cohortes al flanco izquierdo. Ese maremoto de tropas penetró por el flanco al no estar protegido ya por la caballería y hundió la línea ibera, que empezó a retroceder arrastrando a los ligures del centro.
Rota la formación y con la caballería en fuga, la batalla estaba perdida. Asdrúbal trató de reorganizar a sus soldados para hacer un contraataque a la desesperada, acaso pensando que no había posibilidad de huir al estar encajonado entre el cauce fluvial y la colina; murió en el intento.
Polibio calcula que sufrieron una decena de miles de bajas por dos millares de los romanos. Livio, ya lo vimos, incrementa las cifras hasta 56.000 muertos y 5.400 prisioneros cartagineses Por su parte, los galos apenas tuvieron ocasión de intervenir y lograron escapar, uniéndose a los supervivientes ligures para formar una fuerza de 10.000 hombres, lo que demuestra que Asdrúbal quizá se equivocó y tenía alternativas. En cualquier caso, dado que había fallecido, aquella tropa carecía de jefe y terminó disolviéndose. Otro posible error puesto que un oficial llamado Amílcar todavía formaría un ejército más en la Galia Cisalpina (bien es cierto que eso sería en el 200 a.C.) y Magón llegaría en 205 a.C. con más refuerzos.
Tanto Nerón como Salinátor fueron premiados con un triunfo por las calles de Roma, aunque el primero sólo pudo ir a caballo mientras que el segundo centró los honores en carro; no obstante, popularmente se decía que el verdadero artífice de la victoria era el que iba montado. Citando de nuevo a Lord Byron, el poeta inglés ironizaba sobre el hecho de que el Nerón que pasó a la Historia fuese el emperador mientras lamentaba: «¿Quién piensa en el cónsul?»
Los romanos habían vuelto a salvar una difícil situación y, ufanos, se lo hicieron saber a Aníbal por un expeditivo método: Nerón ordenó lanzarle la cabeza cercenada de Asdrúbal por encima de las defensas de su campamento de Brucio (Apulia), donde se había atrincherado al enterarse de la derrota y donde había acogido a algunos huidos. Byron acentuó el dramatismo de la escena poniendo en su boca literarias y proféticas palabras: «Ahora Roma será la dueña del mundo».
Fuentes
Historias (Polibio)/Historia de Roma desde su fundación (Tito Livio)/Historia romana (Apiano)/La caída de Cartago. Las Guerras Púnicas, 265-146 A.C. (Adam Goldworthy)/The campaign of the Metaurus (Bernard W. Henderson)/Mastering the West. Rome and Carthage at war (Dexter Hoyos)/La conquista romana de Hispania (Javier Negrete)/Historia de Roma (Sergei Ivanovich Kovaliov)/Wikipedia
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