Es frecuente recurrir a la expresión «mosaico de pueblos» para referirse a la numerosa y variada composición étnica y cultural que caracterizó Asia central en la Antigüedad, hasta el punto de que incluso cuando nos referimos a uno en concreto, a menudo se trataba de una confederación de varios de ellos. Es el caso de los xiongnu, un conjunto de tribus nómadas que se convirtieron en el imperio dominante en las estepas durante el siglo II a.C. y cuya evolución pudo haber originado -no hay acuerdo historiográfico al respecto- alguno de los grupos que posteriormente fueron mejor conocidos, caso de los mongoles, turcos e incluso hunos.
Los chinos consideraban a los xiongnu uno de los llamados Wu Hu, es decir, los Cinco Bárbaros (xiongnu significa esclavo feroz), exónimo empleado para referirse a los pueblos no chinos junto a los xianbei, jie, di y qiang. Los primeros y los xiongnu procedían de las estepas norteñas pero mientras los xianbei se han identidicado como mongoles, los xiongnu y siguen siendo un misterio, incluso a pesar de que llegaron a ocupar regiones septentrionales del país. Hay referencias documentales a ellos al menos desde la dinastía Han (por ejemplo, los reseña Sima Qian en su obra Registros del gran historiador), subrayando ese carácter distintivo respecto a la cultura sedentaria.
Sin embargo, los xiongnu sentaron las bases de su apogeo con anterioridad a que empezase la dinastía Han. Tres años antes, concretamente, en el 209 a.C., al constituirse el segundo Chanyu (título de mandatario supremo). Su titular, Modun, sometió a todos los pueblos esteparios orientales, aglutinándolos en una gran confederación y ejecutando sin más a quien se opusiera. Se supone que el objetivo era reunir fuerza suficiente para hacer frente al peligro que suponía la unificación de China que llevó a cabo la dinastía Qin y que había supuesto la expulsión de los xiongnu de las zonas de pastos del río Amarillo seis años atrás.
De todas formas, Modun entendió que había que aprender de sus rivales y su nuevo imperio se impregnó de muchas de las características de ellos, de manera que los xiongnu copiaron de los chinos las técnicas agrícolas, el uso de esclavos, las ropas de seda y la tradición arquitectónica. Gracias a eso, aquella confusa agrupación prosperó y reunió poder para iniciar un proceso de expansión militar, conquistando primero las regiones meridionales de Siberia, para después seguir con los donghu de Mongolia y Manchuria, los yuezhi de Gansu, etc.
Para ello contaban con una eficiente jerarquización del mando, que tenía su cúspide en el citado chanyu, seguía por los dos reyes tuqi (en realidad príncipes, entre los que estaba el presunto heredero, Tuqi del Oeste) y continuaba con una serie de estratos funcionariales: los gulli (generales), secundados por los dunghu (comandantes) y los gudu (gobernadores), más otros rangos inferiores progresivamente escalonados. En suma, una organización de carácter castrense, fiel reflejo de la condición nómada de ese pueblo.
En el 200 a.C., llegó el ansiado momento de enfrentarse a los Han. Su victoriosa emboscada en la batalla de Baideng ante el contraataque que dirigía el emperador Gaozou (también conocido por su nombre original, Liu Bang) estuvo a punto de provocar la caída de éste, que sólo se libró cuando logró convencer a Modun de que, aunque ganase, no podría retener lo conquistado mucho tiempo. El caudillo xiongnu también lo entendió así y permitió escapar al cercado emperador, cambiando de estrategia: en lo sucesivo, sería costumbre una política de alianzas matrimoniales y él mismo se casaría con Lu Zhi, la viuda del emperador.
Pero eso no implicaba que Modun renunciase a sus campañas, que continuó contra los yuezhi y los wusun, convirtiéndolos en vasallos. Cuando falleció en el año 174 a.C., su imperio se extendía desde el río Liao en el este hasta las montañas de Pamir en el oeste y desde el entorno del lago Baikal por el norte hasta Mongolia inferior por el sur. Le sucedió su hijo Jizhou, al que había tenido con la mencionada viuda de Guazou y que recibió el título de Laoshang Chanyu. Con él se asentaron la política matrimonial (no sólo en el ámbito imperial sino también en jerarquías menores) y un mercado común con los chinos pero, a la vez, traicionó las buenas relaciones penetrando más en China.
Su vástago Junchen fue el siguiente chunyen de la lista a partir del 161 a.C. La tónica fue la misma: una tensa paz general con ocasionales quebrantamientos de ésta que derivaban en episodios bélicos. La situación tenía que estallar tarde o temprano y eso pasó en el 129 a.C., cuando un ejército chino derrotó a los xiongnu iniciando un período de triunfos militares que puso en apuros a los sucesivos chanyu y que a finales del siglo II a.C. se volvió más dramático con la victoria de los Han ante el Reino de Dayuan en la Guerra de los Caballos Celestiales, que les proporcionó una gran cantidad de équidos con los que engrosar a sus tropas y equilibrar la superioridad en ese aspecto que hasta entonces habían tenido los xiongnu.
Como suele ocurrir, las derrotas desestabilizaron la confederación xiongnu, que empezó a disgregarse. Entre los años 60 y 53 a.C. se vio envuelta en una guerra civil, agravada por la particular forma de sucesión: se consideraba que lo importante era que al frente estuviera un adulto, así que el cargo de chanyu no pasaba de padre a hijo si éste no tenía edad para ello sino de hermano a hermano. Como cabe imaginar, eso originó numerosos conflictos dinásticos que los chinos aprovecharon para convertir al xiongnu en un mero estado tributario, aunque conservaba su independencia y la frontera entre ambos seguía siendo la Gran Muralla.
Eso cambió ligeramente en el 48 a.C., cuando la rivalidad entre los hermanos Huhanye y Zhizhi por ser chanyu llevó al primero a rendir vasallaje al emperador con las ocho tribus ocidentales que controlaba; ello dejó dividido el imperio xiongnu en dos partes, una supeditada a China y otra, la septentrional, independiente, conocida como Xiongnu del Norte. Esta última, bajo el mandato de Punu, trató de anexionarse el sur pero los xianbei primero y los chinos después terminaron por ponerle fin a mediados del siglo II d.C. De hecho, la mayor parte de sus habitantes se fueron a vivir a China.
El sur tampoco gozó de tranquilidad debido a la amenaza de Punu pero, sobre todo, a una sucesión de desastres naturales y a su sometimiento a China, que además envió naturales de su país a colonizarlo. Eso provocó choques sociales entre colonos y nómadas que desembocaron en rebelión abierta en el 94 d.C. No triunfó pero tampoco pudo ser reprimida del todo y la cosa se fue enquistando hasta finales del siglo II d.C., cuando los Han también sufrieron insurrecciones internas en China. El chanyu Yufuluo, envuelto una vez más en un conflicto sucesorio, se estableció con los suyos en Pingyang (actual Linfen, en Shanxi); al morir en el 195 d.C., entregó el testigo a su hermano Huchuquan.
Para evitar posibles tentaciones expansionistas, Cao Cao, el poderoso canciller de los Han, mandó detener a Huchuquan y dividió al pueblo Xiongnu del Sur en cinco provincias, cada una dirigida por un gobernador chino, lo que además le facilitaba poder incorporar su famosa caballería al ejército. En cierta forma, tuvo éxito, ya que la aristocracia xiongnu buscó aumentar su prestigio cambiando su apellido por uno chino, asegurando estar emparentados con la familia imperial gracias a aquella política matrimonial comenzada por Modun. Pero nada de eso pudo detener las luchas sociales entre xiongnus y chinos.
Al año siguiente el sur intentó aliarse con el norte, para lo cual la mayoría de las tribus abandonaron China. Ésa sería la tónica durante décadas, eclosionando en el 304 d.C. con un gran levantamiento que aprovechó la Guerra de los Ocho Príncipes, una de las contiendas civiles que azotaron China, disputada durante la dinastía Jin (los Han habían caído en el 220 d.C.). Supuso el saqueo de varias ciudades chinas, capitales incluidas y en el 317 d.C., cuando se había formado un nuevo estado xiongnu con su propia dinastía, se produjo el desplome de la Jin occidental; los xiongnu apresaron y ejecutaron a los dos últimos emperadores.
El norte de China quedó en sus manos y el príncipe Liu Yao cambió de nombre a la dinastía fundada, que hasta entonces se hacía llamar Han Zhao para legitimarse entroncando con la Han china, por el de Zhao a secas, remitiendo su origen ancestral a Modun. Eso no evitó que siguiera aquel caos de guerras continuas y aunque Fu Jian logró unificar sur y norte, fue sólo temporalmente, entre el 337 y el 385 d.C. El canto del cisne xiongnu se produjo cincuenta y cuatro años más tarde, a manos de Wei del Norte.
Paradójicamente era una dinastía del clan xiongnu Tuoba (de ahí que también reciba el nombre de Tuoba Wei), que gobernaba en el norte desde el 386 d.C. y que unificó la parte septentrional de China, provocando el exilio de la dinastía gobernante en Tiefu, como se conocía ahora al estado xiangnu del sur. Los Tiefu huidos fundaron un nuevo país llamado Xia y pasaron a llamarse Helian pero fueron conquistados por Wei del Norte, que en el 439 d.C. también derrotó a una tercera rama de los xiongnu que quedaba, la de los juqu, poniendo fin a la historia de ese singular y longevo imperio e iniciando el período de las Dinastías del Norte.
Fuentes
China. Su historia y cultura hasta 1800 (Flora Bottom Beja)/Breve historia de la China milenaria (Gregorio Doval Huecas)/China’s imperial past. An introduction to Chinese history and culture (Charles O. Hucker)/China. A history (Harold Miles Tanner)/Huns and Xiōngnu. New thoughts on an old problem (Christopher P. Atwood)/Ancient China and its enemies. The rise of nomadic power in East Asian history (Nicola di Cosmo)/Wikipedia
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