Jayne-Maree Sedgman es una periodista australiana que trabajó para destacados medios como la BBC o Reuters, labrándose buena reputación por cubrir algunas de las noticias más importantes de actualidad. En 2004 alcanzó uno de sus mayores hitos, trabajando en la cadena de radio ABC, con la entrevista que hizo a Pieter Boevé, fundador del MLPN (Marxistisch-Leninistische Partij Nederland o Partido Marxista-Leninista de los Países Bajos), durante la cual consiguió que desvelara abiertamente que dicho partido no era más que una tapadera creada por encargo del BVD (Binnenlandse Veiligheidsdienst, Servicio de Seguridad Interior) para espiar a China durante la Guerra Fría.

Pieter Boevé, que en realidad no se llamaba así sino Chris Petersen, explicó que todo empezó en 1955, durante una visita que realizó a Moscú para un congreso internacional de estudiantes. Por entonces, era un maestro de escuela -de matemáticas, para ser exactos- y simpatizante del Partido Liberal, según confesó (la participación en el evento era abierta, pagando ciento cincuenta florines). En la transcripción textual de la interviú de Jayne-Maree Sedgman, cuenta que un hombre de los servicios de inteligencia le paró para hablar con él respecto a ese evento, diciéndole: «Nos gustaría que participaras, pero, por supuesto, también nos gustaría saber de ti, qué pasa, qué se hace allí y cómo está organizado». Petersen no tenía un interés especial pero aceptó, pasando a formar parte así del BVD.

Tres años más tarde, los chinos organizaron una reunión similar a la moscovita, incluyendo entre los invitados a algunos jóvenes de Reino Unido Unido y los Países Bajos para recompensar el hecho de que esos dos estados hubieran sido los primeros en reconocer oficialmente a la República Popular China en 1949. Los invitados también podrían ser de partidos políticos diversos, no sólo comunistas, ya que se les iba a proporcionar formación sobre el pensamiento de Mao. El servicio secreto vio una magnífica oportunidad de intervenir, recurriendo a Petersen. Así fue cómo se gestó un ambicioso plan a mayor plazo: infiltrarle en el ambiente comunista. Se lo denominó Proyecto Mongol.

Sede de la AIVD, actual servicio de inteligencia holandés/Imagen: FaceMe PLS en Wikimedia Commons

En el seno del CPN (Communistische Partij Nederland, Partido Comunista de los Países Bajos), fundado en 1909 al desgajarse del SDAP (Partido de los Trabajadores Socialdemócratas) para seguir una orientación más revolucionaria, se habían ido formando dos facciones disidentes, de carácter marxista leninista pero pro-chino, que terminaron expulsadas en 1964. Una de ellas, liderada por Chris Bischot, se aglutinaba en torno al periódico Rode Vlag (Bandera Roja) y en 1967 también sufriría una escisión denominada Rode Jeugd, que se cerraba a la posible reunificación a la que aspiraba Bischot. Éste refundaría su movimiento en 1967 bajo las siglas BNML (Bond van Nederlandse Marxisten-Leninisten).

La otra facción estaba dirigida por Nico Schrevel y Daan Monjé, que constituyeron el MLC (Marxistisch Leninistisch Centrum, Centro de Unidad Comunista), añadiendo Nederlanden (Países Bajos) a su nombre al año siguiente para quedar en MLCN. Al igual que el Rode Vlag, apenas tenía un puñado de militantes y uno de ellos fue precisamente Christensen, que sin embargo se inscribió como Pieter Boevé (vamos a llamarlo así a partir de ahora, para no liarnos). Siendo tan pocos, no le costó mucho ocupar el cargo de secretario internacional y asumir, en contra de la opinión de sus camaradas, la publicación de un boletín mensual llamado Der Kommunist cuyos artículos, al parecer, escribían agentes del BVD.

Mao y Krushev en 1958/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Sin embargo, entre esos roces y las sospechas sobre su doble juego terminaron echándolo, así que el BVD, que no quería renunciar a su idea, le sugirió fundar su propio partido. De este modo, mientras el MLCN crecía a duras penas y reunía dos o tres centenares de miembros -fundamentalmente estudiantes izquierdistas radicales-, en 1968 Boevé creó la Liga van Nederlandse Marxisten-Leninisten (Liga de Marxistas-Leninistas Holandeses). Dado que el nombre coincidía con el de la citada BNML de Bischot, un año después se decidió rebautizarla MLPN (Marxistisch-Leninistische Partij Nederland, Partido Marxista-Leninista de los Países Bajos).

Esta nueva organización se presentaba como representante nacional del maoísmo, la variante comunista impulsada por Mao Zedong, basada en que la vanguardia revolucionaria de las sociedades preindustriales como la China anterior a 1949 no podía ser tanto el proletariado -por su escasez- como el campesinado. Con ello, los maoístas se consideraban herederos y sucesores del stalinismo, la versión ortodoxa del comunismo, que tras la muerte de Stalin estaba siendo desmontado progresivamente por la reorientación tomada por el PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética).

Esto abrió a Boevé las puertas a una estrecha colaboración con sus correligionarios chinos y albaneses, con los que ya había establecido buenos contactos en sus tiempos de secretario internacional del MLCN. Viajó a Pekín varias veces invitado por el gobierno y en una ocasión incluso se le permitió asistir a un banquete que presidió el primer ministro Zhou Enlai. También visitó las capitales de otros países de Europa del Este, reuniéndose con presidentes y líderes de alto nivel sin que ninguno llegase a sospechar. No tenía acceso a material reservado pero sí podía asistir a eventos diversos e informar de los movimientos de los dirigentes.

De hecho, elaboró los informes que el BVD le había encargado sobre el tipo de comunicaciones que mantenían entre sí los partidos comunistas de China y la URSS, pues el vínculo ideológico que los unía se había deteriorado bastante induciendo a pensar en una posible ruptura entre ambos gobiernos (en efecto, irían a la guerra en 1969). Por eso el ejecutivo de Pekín estrechaba lazos con los partidos comunistas occidentales y los regaba con dinero; el reseñado periódico Der Kommunist fue financiado precisamente para socavar al «desviado» CPN. No obstante, Boevé aseguró que, a petición de sus contactos chinos, interesados en mejorar sus relaciones diplomáticas con EEUU, también había colaborado en facilitar la histórica reunión de 1972 entre Nixon y Mao, advirtiendo debidamente a la CIA.

Encuentro entre Mao y Nixon durante el viaje de éste a China/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Resulta irónico que el Partido Marxista-Leninista de los Países Bajos llegase a tener cerca de seiscientos afiliados cuando sus rivales se descomponían entre purgas y divisiones internas. El MLCN, que en 1970 se transformó en el KEN (Kommunistiese Eenheidsbeweging Nederland, marxisties-leninisties), Movimiento de Unidad Comunista de los Países Bajos (marxista-leninista), nunca pasó de doscientos o trescientos miembros y terminó disgregándose en cuatro grupos aún más minoritarios para disolverse en 1985. Asimismo, tras el fallecimiento de Bischot en 1973, el sueño reunificador de éste se estrellaba contra la cruda realidad: los cuatro partidos a los que la BNML ofreció una fusión la rechazaron, al querer todos imponer su hegemonía ideológica sobre los demás.

En cambio, el montaje de Boevé logró resistir hasta 1989, cuando la caída del Muro de Berlín hizo que los servicios secretos lo considerasen ya innecesario. Pero ese año aún había sido invitado por el gobierno de Yang Shangkun para que defendiera la represión del levantamiento de Tiannamen. Según explicó en la entrevista, Frits Hoekstra, un agente holandés, escribió un libro al jubilarse en el que narraba las actividades del BVD para concienciar a la gente de la necesidad de contar con un servicio de esas características, incluso en un país pequeño como el suyo, dado que mucha gente cuestionaba su coste. «Así que publicó algunos resultados -dijo Boevé a la periodista- y uno de ellos fue, por supuesto, la historia más sorprendente en la que había participado»

La obra tuvo bastante repercusión pero nada comparado a cuando él se animó a corroborarlo personalmente. La sorpresa fue general, pues ninguno de los afiliados del partido había tenido jamás la más mínima sospecha de formar parte involuntaria de una tapadera de espionaje ni de que su líder fuera un fraude. «Me invitaron a Pekín para un curso de un mes sobre la sabiduría del presidente Mao. Fue todo un bautismo de fuego. Hasta ese momento no había leído mucho sobre Marx o Lenin, y mucho menos sobre Mao. Pero pronto me volví un experto. Podía hablar durante horas».

Boevé no era un espía profesional. El BVD no le pagaba un sueldo y sus actividades en ese terreno debían compatibilizarse con su trabajo como director de una escuela de Róterdam, que él aprovechaba para disfrazar los viajes como intercambios educativos. Pero su mujer e hijos sí sabían la verdad y no se mostraron precisamente entusiasmados (el matrimonio, por cierto, terminó en separación). Las últimas noticias sobre él eran que había vuelto al activismo fundando un nuevo partido, esta vez para defender los derechos de los jubilados. Porque siempre se mostró orgulloso de aquella aventura que duró tres décadas y media y calificó de «divertida». Hasta le apodaron el James Bond de Zandvoort.


Fuentes

Dutch spy reveals hoax political party (Jayne-Maree Sedgman en The World Today)/Mr Chips turns out to be 007 (John Henley en The Guardian)/Confessions of a fake marxist (Stepehan Castle en The Independent)/Historical dictionary of international intelligence (Nigel West)/Wikipedia


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