Además de ser la primera mujer en la historia en obtener una cátedra en la Universidad de Cambridge, y de acuñar términos como gravetiense o chatelperroniense para designar fases culturales de la prehistoria, la arqueóloga Dorothy Garrod realizó en 1928 un descubrimiento sensacional.
En ese año se encontraba realizando excavaciones en la cueva de Shuqba, un yacimiento situado en las montañas en la orilla norte del Wadi en-Natuf en Cisjordania, a unos 28 kilómetros al noroeste de Jerusalén. El lugar había sido brevemente investigado por el reverendo Alexis Mallon en 1924.
Cuatro años más tarde se hizo cargo del yacimiento la Escuela de Arqueología Británica de Jerusalén, que puso a Garrod al frente de los trabajos a petición de Mallon, que le mostró personalmente el lugar.
En una sola campaña y con un equipo de trabajadores locales Garrod identificó una capa del Musteriense tardío (hace unos 40.000 años), pero también otra intercalada entre el Paleolítico Superior y los depósitos de la Edad del Bronce, que contenía trazas de carbón vegetal y restos de herramientas de industria de piedra microlítica, así como objetos de hueso trabajados.
Junto a ello, los restos de 45 esqueletos humanos muy fragmentados. Identificó esta capa como Mesolítica, un período de transición entre el Paleolítico y el Neolítico que todavía no había sido encontrada en el Próximo Oriente.
Esta capa mesolítica fue bautizada por Garrod como natufiense (por haberse hallado en Wadi en-Natuf), y se comprobó que correspondía a una cultura, hasta entonces desconocida, que se extendió por todo el Próximo Oriente entre 10800 y 8300 a.C.
Al año siguiente, y en colaboración con Dorothea Bate y la Escuela Americana de Investigaciones Prehistóricas, excavó durante 22 meses en la Terraza el-Wad y otros 11 yacimientos, donde encontró materiales similares. Durante las dos décadas siguientes siguió realizando excavaciones en yacimientos de la zona del Monte Carmelo (cuevas de Tabun, El Wad, Es Skhul, Kebara), sacando a la luz la cultura natufiense.
Entre los elementos recuperados Garrod reparó en la presencia de hoces de piedra, lo que indicaría la presencia de una agricultura muy temprana. De hecho, como ya vimos en un artículo anterior dedicado al lugar donde se encontraron evidencias del paso de los humanos de cazadores-recolectores a agricultores, la cultura natufiense es inmediata al periodo Dryas Reciente, la época de enfriamiento climático de finales del pleistoceno (hace entre 12.700 y 11.500 años) que pudo ser causada por el impacto del cometa Clovis en América del Norte, y que se supone fue una de las causas del desarrollo de la agricultura.
En los yacimientos natufienses existen evidencias de un incipiente cultivo deliberado de cereales, y en el yacimiento de Shubayqa 1 (desierto nororiental de Jordania) de 14.500 años de antigüedad, apareció la evidencia más antigua del mundo de fabricación de pan.
No solo eso, en otro yacimiento natufiense, la Cueva de Raqefet en el Monte Carmelo, cerca de Haifa, se encontró la evidencia más antigua conocida de elaboración de cerveza, aproximadamente hace 15.000 años.
En 1938 Garrod publicó su obra sobre el descubrimiento de la cultura natufiense, titulado The Stone Age of Mount Carmel, un trabajo considerado pionero en su campo. En las dos décadas anteriores, su formación con Henri Breuil en Francia, y sus excavaciones y descubrimientos en Gibraltar, Palestina, Anatolia y Bulgaria, la habían convertido en uno de los mejores especialistas del Reino Unido. Por ello en 1939 se convirtió en la primera mujer en ser nombrada catedrática de arqueología en Cambridge.
Solo interrumpió su labor didáctica durante la Segunda Guerra Mundial para servir en las Fuerzas Aéreas Auxiliares Femeninas (Women’s Auxiliary Air Force) dirigiendo una unidad de análisis e interpretación de fotografía aérea.
Dorothy Garrod continuó realizando excavaciones arqueólogicas hasta pocos años antes de su muerte en 1968, aun cuando ya se había retirado de su cátedra de Cambridge en 1952. Una de sus costumbres era contratar solo mujeres para los trabajos principales.
Así lo recordaba Kitson Clark, que participó en las excavaciones del Monte Carmelo: fuimos extremadamente feministas porque toda la parte ejecutiva e interesante de la excavación fue hecha por mujeres y toda la parte servil… por hombres.
En las décadas siguientes la cultura natufiense siguió deparando sorpresas a los investigadores, como por ejemplo las evidencias más antiguas de domesticación de perros, encontradas en Ain Mallaha (Israel), en un enterramiento de un anciano con un cachorro hacia el 12000 a.C.
Y en 2008 se descubrió la tumba de una sacerdotisa o chamana natufiense, cuyo enterramiento contenía las conchas completas de 86 tortugas, posiblemente restos del banquete funerario.
Un estudio reciente publicado en 2019 presenta evidencias de un conocimiento avanzado de la producción de yeso en una necrópolis natufiense en el yacimiento de Nahal Ein Gev II (valle superior del Jordán), de 12.000 años de antigüedad, algo que se pensaba solo se había logrado 2.000 años más tarde.
En palabras de María del Carmen Poyato, el Natufiense se extiende por todo Levante, desde el Negev hasta el Medio Éufrates y representa una etapa de cambios explosivos y revolucionarios a finales del Paleolítico Superior Reciente y antes del Neolítico.
Fuentes
From ‘small, dark and alive’ to ‘cripplingly shy’: Dorothy Garrod as the first woman Professor at Cambridge (Pamela Jane Smith) / El natufiense del Mediterráneo oriental (María del Carmen Potato Holgado) / Wadi Natuf and Shuqba Cave (UNESCO) / No country for archaeologists: Shuqba cave, an illustration of the grave situation of Palestinian archaeology (Valentina Borgia y Pamela Jane Smith) / Wikipedia.
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